Resumen
Hace unos días mientras se aprobaba la ley de reconocimiento y protección integral alas víctimas del terrorismo, los presos de la banda terrorista ETA escenificaron su adhesión al llamado acuerdo de Guernica, texto promovido hace un año por la izquierda abertzale para conseguir la paz en el País Vasco por medios exclusivamente políticos. El colectivo de reclusos quiso que dos de sus miembros históricos Jon Agirre Ageriano y Gloria Rekarte plasmasen su rúbrica en el documento y así reivindicase un papel activo en el proceso de paz.
Lo triste es que por ejemplo este Agiriano nunca ha mostrado arrepentimiento por los tres asesinatos que cometió entre ellos la de un niño de trece años en la localidad de Azpeitia.
Pero quizá lo más penoso o inquietante es que el gobierno valore como un paso importante e inédito el anuncio del colectivo de presos, al sumarse al acuerdo de Guernica, aunque eso sí, matizan que no es el que esperaba la sociedad y por tanto no es el paso definitivo que anuncie el fin de la banda.
Menos mal, sólo faltaba, ¿acaso todo vale, todo olvidado con la actitud en teoría menos violenta de los presos de ETA? ¿Qué respeto se tiene a las víctimas, dando una “palmadita” en la espalda a los terroristas por anuncios tan ambiguos y engañosos?
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Por supuesto, que el hecho de que manifiesten su voluntad de no querer continuar por el camino de la violencia es algo que a todos nos hace sentir mejor, especialmente a los que nunca hemos sido ni directa ni indirectamente victimas del terrorismo. Pero para las victimas ¿ es suficiente con esta declaración de buena voluntad, se puede hacer borrón y cuenta nueva y desaparecer de un “plumazo” todo el trauma, el daño y la angustia sufrida, sin que estos mitiguen o compensen el daño que causaron? Sé que ellos afirman que entre sus prioridades, esta la reparación a las víctimas, pero me entra pánico el pensar como todo puede verse reducido a una reparación económica. ¿Qué pasa con la reparación emocional y psicológica?. Esta es la más importante porque otorga el respeto debido a las victimas, las devuelve su dignidad y facilita la superación del trauma del delito.
Para que esta reparación pueda ser positiva para las víctimas es necesario que los terroristas se arrepientan de forma verdadera, no es esencial que pidan perdón, pero si lo hacen debe ser porque lo sienten así, porque quieren cambiar, quieren volver a la comunidad como hombres nuevos.Por eso yo me pregunto ¿Se arrepienten realmente de los asesinatos cometidos y han dejado de justificarlos?
No lo tengo claro y por eso cuando en verano, saltó la noticia de un posible proyecto de mediación penal con presos terroristas, expuse ya mis dudas sobre su efectividad. La verdadera noticia desde el punto de vista de las victimas sería que al menos un preso de ETA, dijera en público que se arrepiente de todas la muertes, asesinatos y extorsiones, que se ha dado cuenta que ha dañado a seres humanos como él y que no tenia ni derecho ni justificación para hacerlo y que por supuesto a pesar de esta declaración no espera obtener beneficios penitenciarios. Con que sólo uno lo hiciera esto sí sería un logro inédito, que devolvería la dignidad a muchas víctimas para así poder cicatrizar sus heridas.
Esta hipotética noticia podría ser el punto de partida para empezar un proceso de justicia restaurativa, sino existe un arrepentimiento verdadero cualquier intento de realizar un proceso restaurativo, ya sea mediación penal u otro no sólo fracasará, sino que puede resultar muy perjudicial para las víctimas.
Dicho esto, y muy relacionado con este tema ¿Qué tiene de bueno la ley de reconocimiento y protección integral a las victimas del terrorismo?
Lo primero que puedo decir, es que me gusta el nombre de la ley, ¡si! Sé que puede parecer una bobada, pero el hecho de que quieran considerarla de protección y sobre todo de reconocimiento a las víctimas, indica que al menos desean dar cobertura a una de las necesidades más elementales de las personas que han sufrido un delito, sentir que no han perdido su dignidad, que son merecedoras de respeto.
Si la hubieran llamado de compensación o reparación a las victimas, hubiese sido un pequeño “fiasco”, y lo dice alguien que se dedica a la justicia restaurativa o restauradora, por cuanto aunque muchos confunden reparación del daño y Justicia Restaurativa, estos dos conceptos no son idénticos, esta Justicia es mucho mas amplia que la simple reparación del daño, y curiosamente aunque el legislador no hable de Justicia Restaurativa directamente, si lo está haciendo de manera indirecta puesto que en la ley han sabido ver o al menos intuir aspectos esenciales para que las víctimas se sientan resarcidas y satisfechas desde el punto de vista emocional y así habla de que “la ley se fundamenta en valores de memoria, dignidad, justicia y verdad”.
Y resulta que para las víctimas llega un momento en que necesitan reivindicar, sentir que se ha hecho justicia, que una persona es responsable y que el desequilibrio de poder que surge por el delito desaparece lo máximo posible.
Una vez que el hecho delictivo llega a los Tribunales, necesitan “información y respuestas”, que las cuente la verdad, se las dé “poder” para tomar parte directa en un hecho que las afecta tan dramáticamente como es el delito. También necesitan reconocimiento, que las dé el valor y la dignidad que merecen por ser supervivientes, de esta forma la victimización puede resolverse de una forma más satisfactoria.
Por eso, esta nueva ley empieza bien, apreciando que más allá de la pérdida y del daño material, existe un daño espiritual y emocional que si no se atiende dará lugar a víctimas que no podrán dejar de sentirse victimas nunca, con lo que habremos perdido una vida útil para la Sociedad.
Sin embargo, aunque la ley empieza bien, acaba dejándose llevar por lo que ocurre habitualmente en los juzgados y en toda clase de delitos, se centra al final en la reparación material y habla de forma demasiado extensa de toda clase de compensaciones y ayudas materiales y económicas, reduciendo las alusiones a la reparación moral. Esta bien, no lo niego y es estupendo esta reparación material pero el daño moral solo puede ser sanado por un acto de reparación emocional.
No obstante, esta ley supone un paso importante aunque cabría haber esperado un poco más allá de ella, y es que si hace unos meses empezaron a hablar de mediación penal restaurativa con presos de ETA, deberían haber dotado de más seguridad y seriedad a estas informaciones, introduciendo al menos, unas mínimas bases de los requisitos que estos procesos restaurativos deben tener, empezando por recalcar que la Justicia Restaurativa trata en primer lugar de atender a las Victimas y este proceso no tendría en ningún caso beneficios jurídicos de disminución de la pena o la condena para los terroristas, por ser delitos de máxima gravedad.
Por último los que trabajamos en Justicia Restaurativa o al menos muchos de nosotros, creemos que no es sano que una persona se crea y se sienta “víctima” toda la vida, y es necesario mecanismos como esta ley para propiciar la superación de este “rol”, porque solo entonces se habrá hecho JUSTICIA CON LAS VÍCTIMAS.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.