Tabla de contenidos
1. Resumen
El avance de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y su asentamiento en el entorno del menor de edad han contribuido a incrementar la preocupación existente en las instituciones europeas dedicadas a la legislación. Esto es debido a la percepción de vulnerabilidad que genera el menor con el uso de estas TIC. Por ello, se han promulgado una serie de normas que tratan de prevenir la victimización de estos menores proponiendo una serie de mecanismos a los diferentes países que se inscriben en el marco de la Unión Europea. Para analizar este contexto surge el proyecto de EU Kids Online , que trata de recabar una gran cantidad de datos de forma empírica con el fin de realizar una serie de recomendaciones con una base científica. A su vez, desde la Criminología se está planteando en los últimos años un enfoque preventivo para la ciberdelincuencia basado en una readaptación de la Teoría de las Actividades Cotidianas a las características especiales del ciberespacio. Hemos tratado de aplicar todas estas perspectivas al delito denominado online child grooming para analizar su tipificación en el art. 183 ter del Código Penal español y realizar a su vez una propuesta alternativa para su prevención.
Palabras clave: child grooming, EU Kids Online, menor, prevención, Teoría de las Actividades Cotidianas, TIC.
2. Aproximación preventiva al denominado online child grooming
Mucho se ha hablado recientemente del denominado online child grooming y parece que, de forma inevitable, debemos hacer una referencia a la discusión existente en la doctrina española respecto a la inclusión o no del tipo penal y la redacción del mismo. Esta discusión se centra en el aspecto puramente penalizador y se debe incidir más en lo preventivo que en lo sancionador.
Tanto en el llamado Convenio de Lanzarote como en la Directiva 2011/93/UE, la normativa europea ya propuso diversos e interesantes mecanismos orientados a la prevención que se sustentaban en la conocida como estrategia en 3P: penalización, prevención y protección. No ha pasado inadvertida la despreocupación del legislador hacia dicha norma y hemos querido estudiar la realidad empírica que rodea al denominado online child grooming para profundizar en los aspectos que se han pasado por alto y que consideramos fundamentales: la prevención orientada hacia la protección.
Para abordar esta cuestión hemos tomado como referencia la investigación de EU Kids Online(2009, 2010, 2011 y 2014), que plasma sus resultados en una serie de informes de open access que pueden ser descargados y consultados por cualquier persona (vid. apartado de bibliografía) Este proyecto cuenta con un equipo excepcional de investigadores cuyos componentes han sido capaces de plasmar sus resultados de una forma sencilla y comprensible convirtiéndolos en un elemento perfecto para el estudio.
Estos resultados arrojan datos como una prevalencia estimada inferior al 1%, lo que nos hace pensar que la estrategia penalista es innecesaria. Por consiguiente, planteamos una alternativa desde la Criminología que queda respaldada por otros muchos datos extraídos del proyecto EU Kids Online.
El mencionado trabajo recoge estudios que parten de la exploración de 21 países europeos analizados en 2009 hasta los 25 a los que amplía su radio de acción en 2011. En varios de estos países, hay evidencia de que en torno al 15%-20% de los menores se sienten incómodos o amenazados online (Livingstone & Haddon, 2009). Estas amenazas se distribuyen en cuatro categorías: publicitarias, ofensivas, sexuales y morales. Cada una de ellas afecta de forma diferente al menor según el papel que este juegue. Serán amenazas de contenido si el niño es el receptor de pornografía o material sexual dañino, de conducta si el menor es un actor más en la creación o en la subida de contenido pornográfico y de contacto si el menor participa en encuentros con extraños o está siendo embaucado (Livingstone & Haddon, 2009). Es curioso como el sexo del niño también influye en el tipo de victimización al que se va a enfrentar, mientras que los chicos tienden más a verse afectados por amenazas conductuales, las chicas son más proclives a sentirse afectadas por riesgos de contenido y contacto.
Desde otro punto de vista proporcionado por la edad, el estudio afirma que cuanto mayores son estos menores más riesgos encuentran en el uso de las TIC (Livingstone & Haddon, 2009). La explicación para esto último puede radicar en la adquisición de habilidades que se obtiene con la edad, que lleva a explorar más a fondo internet, y por tanto a ampliar el volumen de contenido hostil.
Centrándonos en las reseñas que son relevantes para nuestro trabajo y para arrojar un dato clarificador con los resultados obtenidos, se elabora un ranking de riesgos (Livingstone & Haddon, 2009), que ordenados por nivel de ocurrencia del más común al menos frecuente, queda así: revelar información personal, encontrar pornografía online, visualizar contenido de odio o violento, ser acosado online (ciberbullying) , recibir comentarios sexuales indeseados y, en último lugar, quedar en persona con un contacto online.
En esta última categoría de riesgos es donde podríamos localizar el denominado online child grooming del art. 183 ter, en su última etapa, donde el groomer y el menor tienen ese contacto personal con fines sexuales de los que habla el tipo penal del código español. Alrededor del 9% de los menores acuden a estos encuentros offline, sin embargo, no todos los contactos son con abusadores, normalmente son encuentros positivos con otros menores de edad similar (Livingstone & Haddon, 2009) que realmente buscan una relación de amistad o pueden proporcionar una grata experiencia al menor. Sí que es cierto que a pesar de ser el riesgo menos habitual de los que podemos encontrar en internet, si la persona con la que contacta el menor resulta ser uno de estosgroomers, dicha situación puede implicar un verdadero peligro.
“En el plano socioeconómico es importante destacar que el 76% de los padres que habían recibido un alto nivel de educación afirmaban que sus hijos empleaban internet, mientas que el 61% de los padres con un nivel educativo más bajo constataba que sus hijos lo hacían” (Livingstone & Haddon, 2009).
Estas estadísticas implican que en el uso de las nuevas tecnologías las diferencias entre clases también existen, y es que las familias que han recibido una educación mejor tienden a proveer a sus hijos con un servicio de internet en mayor medida que las que han tenido una educación más básica. Esto guarda una estrecha relación con el uso que dan los padres a internet, ya que el 79% de los menores cuyos padres lo utilizan se conectan a través de la red, mientras que tan solo el 54% de los menores que tienen padres desligados de las tecnologías web lo hacen (Livingstone & Haddon, 2009). Esto debería tener una consecuencia evidente, y es que, a mayor uso de internet por parte de los menores, más riesgo asumen de ser victimizados. Pero la educación juega un papel fundamental en este caso y es que parece que los menores pertenecientes a clases sociales más bajas están más expuestos a la amenaza que supone internet (Livingstone & Haddon, 2009), pues es la misma educación la que actúa como factor protector. Es por ello por lo que puede darse la situación de que, aunque navegue más tiempo por la web, un menor de clase social alta sufra una menor victimización que uno de clase social baja pese a tener un mayor riesgo a priori, pues la educación recibida le protege de las amenazas.
Hay que destacar el importante papel que juegan los medios de comunicación en el impacto que causa la lectura y transmisión de estos datos en Europa, lo cual es especialmente cierto en los países donde mayor uso se le da a internet. Una vez que los delitos sexuales entran en la agenda de los medios, estos van a utilizar un enmarque dirigido a resaltar aspectos relacionados con la seguridad y la concienciación, centrándose exageradamente en los riesgos que provienen de las TIC y olvidándose de las oportunidades positivas que ofrecen a los menores, de tal manera que nos hacen creer que la prevalencia del delito del denominado online child grooming es mucho mayor de la que realmente es, lo cual genera un aumento de la sensibilidad de la gente hacia este problema y provoca la aparición de movimientos punitivistas como reacción al fenómeno.
“De esta manera se ratifica la política de control imperante en nuestro modelo punitivo actual, y frente al cual ninguno de nosotros queremos renunciar, por creer que sólo así estaremos más seguros frente a los riesgos que nuestra sociedad crea. Tal vez se ignora que el control nos limita como ciudadanos […]” (Díaz, 2015, p.520).
El caso es que una de las mejores maneras para afrontar esta circunstancia consiste en hacer que los padres conozcan la red y la utilicen, porque si conocen el entorno al que se enfrentan sus hijos, si comprueban la hostilidad de esta realidad por sí mismos, se desmarcarán del pánico generado por los medios de comunicación puesto que conocerán la información de primera mano.
Otro dato curioso es que cuando los entrevistadores preguntan a los padres y a los niños sobre la supervisión parental, hay una diferencia notable entre lo mucho que afirman realizarlo los padres y lo poco que lo perciben los menores. Creemos que el desconocimiento del mundo de internet y las TIC por parte de los primeros hace que la mediación parental que proponen sea vista como escasa, por ineficiente o inadecuada, por parte del niño, mientras que a los ojos del padre resulta suficiente. Es decir, la ignorancia que tienen los padres les desautoriza para realizar tareas de supervisión, pues muestran un conocimiento menos avanzado que el menor en el uso de internet.
El acceso a internet se produce cada vez de forma más prematura, lo que también aumenta el riesgo de victimización puesto que a la hora de enfrentarse a los riesgos de internet no son iguales las habilidades de un niño de 8 años que las de un joven de 16, las cuales están mucho más desarrolladas. Debemos plantearnos a qué edad los menores son capaces de beneficiarse de las oportunidades que brinda la red para adaptar su acceso a la misma, porque quizá les estemos llevando demasiado pronto a un mundo que sólo ofrece amenazas. “La edad media con la que acceden a internet por primera vez es de 7 años en Dinamarca y Suecia, y de 8 años en otros países nórdicos” (Livingstone, Haddon, Görzig & Ólafsson, 2011a). El estudio nos muestra que es entre los 11 y los 16 años cuando los menores empiezan a mostrar cierta reactividad a situaciones de riesgo, no obstante, este porcentaje de menores que emplea sus habilidades para defenderse sigue siendo demasiado bajo: “Un 64% son capaces de bloquear mensajes indeseados o de encontrar asesoramiento sobre seguridad online. Algo más de la mitad, un 56%, son capaces de cambiar las condiciones de privacidad de sus cuentas y de comparar páginas web evaluando su calidad. Por último, un 51% sabe cómo bloquear el spam o correo no deseado” (ibídem).
Las actividades que los menores llevan a cabo en internet suelen ser inocuas, pero hay un porcentaje que puede guardar una estrecha relación con el denominado online child grooming debido a los medios empleados. El 39% de los menores envían imágenes y un 31% mensajes, que comparten con otros, del mismo modo un 31% utiliza una webcam como medio de comunicación. Respecto a las redes sociales un 59% de estos menores tiene un perfil en alguna y un 26% lo tiene configurado como de acceso público (Livingstone et al. 2011a).
Son estos los medios que suele emplear un groomer para localizar a un objetivo adecuado y así llevar a cabo el acercamiento, por ejemplo, mediante la creación de perfiles falsos o la usurpación de cuentas en las diferentes redes sociales. Una mayor privacidad y respeto a la intimidad de nuestros menores cortaría muchas de las vías de aproximación que utilizan estas personas.
Pero no sólo los padres tienen la oportunidad de ayudar a sus hijos con el buen uso de las TIC, sino que existen otros agentes del entorno cercano y socializador del menor que pueden y deben jugar un papel de capital importancia en el ámbito preventivo. La comunicación entre iguales, con otros jóvenes de edad similar, resulta ser un intercambio efectivo de recursos y habilidades personales para el manejo de internet. Es en la escuela donde deberíamos fomentar estos contactos creando espacios adecuados para estos métodos. Lvingstone et al. (2011a) encontraron que:
“El 44% de los menores afirma que ha recibido algún tipo de consejo sobre el uso seguro de internet de sus amigos, y el 35% afirma que también ha dado esos consejos a otros amigos. A nivel general, las fuentes de información sobre el uso seguro de internet son los padres con un 63%, los profesores en un 58% y los compañeros en otro 44%.”
Solemos hablar de los riesgos que los menores encuentran en internet sin darnos cuenta de que van de la mano con las oportunidades que aporta (Livingstone et al. 2011a). Siendo optimistas podríamos extraer beneficios incluso del propio riesgo, argumentando que el hecho de enfrentarse a ellos desarrollará en los menores una serie de habilidades personales que podrán emplear en otros aspectos de su vida; esto construye las bases la preciada resiliencia, que es esa capacidad que tenemos para sobreponernos a acontecimientos adversos. Las características individuales nos impiden generalizar en este aspecto, y al igual que algunos menores se sentirán molestos por un contenido que a otros no resulte ofensivo, otros serán capaces de enfrentarse de modo más eficaz a ciertos riesgos. Las consecuencias de poner a prueba la resiliencia de un menor en internet pueden verse claramente reflejadas en el ámbito de las redes sociales, que como hemos comprobado anteriormente provocan consecuencias negativas en un menor de edad demasiado joven. Creemos que una adaptación de las condiciones y términos de uso al público al que van dirigidos, haciéndolas más comprensibles y alejándolas del lenguaje jurídico, puede tener un impacto muy positivo en su lectura e interiorización, salvando quizá parte de los resultados negativos que acarrea su incumplimiento.
Otro aspecto a tener en cuenta de internet, es la protección y el anonimato que ofrece la navegación en este mundo a través de la pantalla de nuestro ordenador desde la comodidad de nuestros hogares. Livingstone, Haddon, Görzig y Ólafsson, (2011b) ponen de relieve que: “El 50% de los menores de 11 a 16 años “encuentra más fácil ser ellos mismos en internet”, lo que ayuda a explicar que el 30% tenga contactos online con desconocidos” (p. 3). Esta dependencia del entorno web para mostrar su personalidad de forma confiada está provocando que los menores estén perdiendo habilidades interpersonales, lo que les hace más vulnerables en las relaciones y contactos offline.
Hemos de tener en cuenta que realmente no conocemos cuáles van a ser las consecuencias a largo plazo de este tipo de situaciones donde el menor se ve expuesto a estos riesgos de forma constante. Aún tendremos que esperar unos años para ver como evoluciona esta primera generación de afectados y poder obtener conclusiones más firmes, sin embargo, lo que sí podemos hacer es trabajar desde la prevención. En esta línea la investigación y la contribución a las políticas preventivas desde la Criminología jugaría un rol clave.
Dado que la capacidad de un menor de obtener beneficios de internet se sustenta, en parte, en una serie de factores de protección, debemos trabajar para potenciarlos. Algunos de estos factores que se muestran consistentes con el paso del tiempo son la edad, el estatus socio-económico, la resiliencia del menor y su asertividad ( EU Kids Online, 2014).
Se debe intervenir aplicando las medidas de prevención propuestas a aquellos espacios web por los que el menor se sienta más atraído, estos son: las redes sociales, mensajería instantánea, YouTube y los juegos ( EU Kids Online, 2014). Del mismo modo que los menores interactúan con estos sitios online, lo harán los groomers buscando objetivos vulnerables con los que contactar.
Existe un problema básico de diferenciación para los menores; muchos no saben evaluar correctamente el riesgo que supone tratar con un desconocido online y lo ven como algo no muy distante a contactar con un compañero de clase. La proximidad de estos riesgos y la gran cantidad de ellos hace que sean difíciles de combatir, más aún cuando la agresión puede provenir del entorno más cercano del menor como es la escuela.
Es evidente que la elaboración de unas políticas adecuadas en el campo de la prevención puede influir notablemente en el control de riesgos online, sin embargo, el abanico de amenazas es amplio y continúa creciendo cada día, evoluciona y se actualiza, lo cual requiere de mecanismos preventivos que al igual que las amenazas se adapten a los nuevos tiempos. Sin embargo, la aproximación que realizan los padres al problema no varía sustancialmente a lo largo de los años y mantiene el mismo enfoque de control.
Cuando hablamos del control parental no nos damos cuenta que su aplicación real consiste en persuadir al niño para que restrinja su uso de internet, lo cual no cumple una función adecuada puesto que actúa como barrera para la adquisición de oportunidades. Los investigadores de EU Kids Online (2014) hacen hincapié en promocionar la medición activa con el menor, ya que mientras mantenemos el nivel de beneficios que obtiene el menor de la red, limitamos los riesgos a los que está expuesto.
3. Conclusiones
Nos vamos a servir de la Teoría de las Actividades Cotidianas enunciada originalmente por Cohen y Felson (1979) para plantear esta alternativa de prevención. La mencionada teoría expone que el delito se produce cuando se unen en un espacio y un tiempo determinados un objetivo adecuado, un delincuente motivado y el guardián eficaz capaz de proteger a dicho objetivo está ausente.
Para el delito del denominado online child grooming, el Gráfico 1 sería explicativo de su causalidad siempre que la conducta se realizase en persona, pero teniendo en cuenta que con este término nos referimos necesariamente al uso de las TIC, y normalmente a internet, habría que reajustar la gráfica asumiendo que en el ciberespacio el espacio y el tiempo se solapan tal y como se muestra en el Gráfico 2.
Debemos apreciar la oportunidad que ofrece la magnitud de un espacio prácticamente infinito y un factor tiempo que abarca todas las horas del día. Al contrario que la oportunidad que se presenta en un momento determinado en un lugar concreto, el ciberespacio se presenta como un lugar inmenso con una cantidad ingente de víctimas vulnerables y otros tantos delincuentes motivados que pueden esconder sus trampas constantemente, esperando pacientes a que una víctima incauta las active y caiga en su red.
Basándose en varios autores 1, Miró (2011) explica la Teoría de las Actividades Cotidianas aplicada al ciberespacio indicando que a los tradicionales elementos se pretendió añadir posteriormente un cuarto, la ausencia de una persona que controle las actividades del ofensor motivado (vigilante), y después el gestor del lugar. Así, los tres elementos que conformaban el delito en un primer momento, agresor, objetivo y ausencia de guardián, mutaron primero en la sustitución del guardián por el lugar en el primer triángulo, y después con la incorporación de un segundo triángulo superpuesto al primero en el que el guardián capaz tutela el objetivo adecuado, el personal handler al agresor motivado y el gestor del lugar al espacio en el que se produce el ataque. (pp. 19-20).
Por tanto, desde la perspectiva que se muestra en el Gráfico 3 tenemos tres opciones para realizar una intervención preventiva efectiva:
- Vigilando al agresor. Como las características de espacio-tiempo del ciberespacio propician una mayor facilidad para la comisión de delitos, el potencial delincuente podrá atacar a múltiples objetivos simultáneamente. Si a esto le sumamos la gran cantidad de delincuentes motivados que pululan por la red, diremos que es poco realista plantear una estrategia teniendo en cuenta lo anterior y el despliegue de recursos que sería necesario.
- Gestionando adecuadamente el lugar. Aquí nos encontramos con una problemática similar, dado que para un gestor es prácticamente imposible controlar la totalidad del contenido que ofrece. Aunque el equipo humano o informático fuera capaz de hacerlo, siempre hay un margen para la victimización entre el periodo de tiempo que pasa desde que se sube un contenido a la red, se detecta y se elimina.
- Guardando eficazmente al objetivo. De nuevo podríamos argumentar que no sería posible desplegar una cantidad suficiente de guardianes que pudieran tutelar a cada objetivo en todo momento. Sin embargo, existe una manera. El objetivo puede convertirse en su propio guardián igual que un peón puede convertirse en reina, empoderándose. Para ello, debe seguir un proceso de formación, educación y habituación al uso de herramientas de autodefensa y adopción de rutinas seguras. Al fin y al cabo, el objetivo adecuado es capaz de controlar los bienes jurídicos que expone en el ciberespacio y es aquí donde radica su fuerza.
Este empoderamiento puede lograrse concretamente mediante la utilización de software de seguridad informática como antivirus, cortafuegos, aplicaciones, etc. Para ello, es necesaria la concienciación para su uso. De la misma manera, es preciso acostumbrarse a seguir rutinas seguras en nuestros quehaceres diarios. Por otro lado, quisiéramos resaltar que la supervisión parental es clave, y también lo es la interacción con el grupo de iguales para el intercambio de ideas. Asimismo, debemos estar abiertos a recibir información sobre las nuevas amenazas que se presentan en internet y estar dispuestos a cursar programas de formación dirigidos tanto a padres como a hijos.
Entendemos que el denominado online child grooming no es una amenaza tan peligrosa si la sabemos contrarrestar correctamente. Para ello, podemos servirnos de los aportes de nuestra disciplina, que está capacitada para proporcionar las respuestas. Debemos contestar a cada amenaza proporcionalmente estudiando el caso a fondo. La Teoría de las Actividades Cotidianas se presenta en este caso como una alternativa diseñada para la prevención situacional del crimen que considera las características específicas del ciberespacio, las analiza y responde en consecuencia.
1FELSON, M.: “Linking criminal choices, routine activities, informal control and criminal outcomes”, en CORNISH, D.B./CLARKE, R. V. (EDS.): The reasoning Criminal, Rational choice perspectives on offending, Springer-Verlag, New York, 1986. Véase también sobre ello ADLER, F./MUELLER, G. O. W./LAUFER, W. S.:Criminology and the Criminal Justice System, McGraw Hill, New York, 4th edition, 2001, p. 241, y también TILLEY, N.: Crime prevention.,ob. cit., p. 120.
4. Bibliografía
- Díaz, L. M. (2015). Cap. IV. Ciberacoso. Contacto TICs preordenado a la actividad sexual con menores en Rivas, M. P., García, M. D., Caballero, M. J. y Tomás, N. Tratamiento integral del acoso (pp. 505-532). Pamplona: Thomson Reuters-Aranzadi.
- EU Kids Online. (2014). EU Kids Online: findings, methods , recommendations.Recuperado dehttps://lsedesignunit.com/EUKidsOnline/index.html?r=64
- Livingstone, S. y Haddon, L. (2009) EU Kids Online: final report. Recuperado dehttp://eprints.lse.ac.uk/24372/
- Livingstone, S., Haddon, L., Görzig, A. y Ólafsson, K. (2011a) Technical report and user guide: the 2010 EU Kids Online survey . Recuperado de http://eprints.lse.ac.uk/45270/
- Livingstone, S., Haddon, L., Görzig, A. y Ólafsson, K. (2011b) EU Kids Online II: final report 2011 . Recuperado de http://eprints.lse.ac.uk/39351/
- Miró, F. (2011) La oportunidad criminal en el ciberespacio. Aplicación y desarrollo de la teoría de las actividades cotidianas para la prevención del cibercrimen. Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, 13 (7), 1-55. Recuperado de http://criminet.ugr.es/recpc/13/recpc13-07.pdf