Resumen
…“Me comí su hígado con un gran plato de habas y un buen quianti”…
Ésta es una de las frases más célebres en la historia del cine de culto al asesino en serie. El Dr. Hanníbal Lecter interpretado por Anthony Hopkins en “El silencio de los corderos” se jacta así de sus actos atroces de canibalismo amén de su despiadada crueldad en los asesinatos cometidos. Pero no solo la ficción ha reflejado en la historia el canibalismo o como quizá deberíamos denominar por su etimología, antropofagia.
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La práctica de éste hábito es ancestral y se cree que hace 800.000 años ya se practicaba. El caso más famoso es el de Atapuerca. Entre mitos y leyenda, diferentes culturas se han alimentado de su propia especie a modo de ritual religioso. En algunos casos, comerse partes de sus enemigos, conllevaba adquirir su fuerza y mostrar así, su superioridad como vencedor a aquellos que todavía estaban en el lado opuesto de la contienda. Pero no solo se llegaba al canibalismo por es asunción de poder, sino que en muchos casos, la hambruna era la que ponía en juego la supervivencia, y en situaciones extremas, se convertía en la única posibilidad. Todos recordamos la tragedia en la que se convirtió el accidente aéreo en Los Andes en 1972, en la cual, algunos de los supervivientes tuvieron que alimentarse de sus compañeros para poder sobrevivir. En la Primera y Segunda Guerra Mundial, se dieron a conocer también casos de antropofagia que nos llegaban de diversos países. Ésta práctica actualmente, ha decrecido en su práctica y en las civilizaciones actuales es socialmente rechazado y legalmente sancionado; la extensión y aceptación social en el pasado es un tema debatido en la antropología y se enmarca en el relativismo cultural. Los casos particulares en nuestras sociedades, actualmente se relacionan con situaciones extremas de hambre, criminales o personas con profundos problemas psicológicos. Éstos últimos, los asesinos y los perturbados mentales, son el objeto de éste trabajo. En 1981 Issei Sagawa, estudiante universitario japonés en la Universidad de París, mato de un disparo a una estudiante holandesa, mantuvo relaciones necrófilas con ella, para más tarde, empezar a comérsela por partes. Fue declarado eximente de responsabilidad penal por “demente” y paso 15 meses en un Hospital Psiquiátrico, para después ser puesto en libertad. Alegó que “ella era hermosa, bella y rebosante de salud” todo lo contrario a él, que se consideraba “débil, feo e insignificante”, por lo que se la comió para “absorber su energía”. En la actualidad, Sagawa da conferencias sobre canibalismo en todo el mundo.
En 1999 Armin Meiwes, más conocido como el caníbal de Rotemburgo, conoció a través de Internet a Bernd Brandes y de manera consensuada, le cortó el pene y tras cocinarlo, se lo comieron los dos. Posteriormente, lo asesinó y descuartizó, para poco a poco, ir comiéndoselo. Un año después, fue detenido y tras largos litigios, fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de Brandes y aunque los psiquiatras forenses dictaminaron que no estaba loco en el momento del asesinato, consideraron que no podía pensar racionalmente. El abuelo asesino, Albert Fish, fue detenido en 1935 a la edad de 65 años por enviar una carta a la madre de una de sus víctimas en la cual narraba con todo detalle…”el 3 de junio de 1928 con el pretexto de acompañar a su hija a la fiesta que daba mi hermana me la lleve a una casa abandonada, que había en Westcher County donde la estrangulé la corte en pedazos y comí parte de su carne… tranquila no me la tire, murió siendo virgen”. En 1936 fue condenado y ejecutado en la silla eléctrica en la cárcel de Sing Sing. En el largo juicio el cual, llenó de horror a quien siguió el caso, solo se le pudieron adjudicar 15 casos de muerte a niños, pero él, aseguró que sus víctimas fueron más de cien. En uno de los interrogatorios, Fish aseguró: “yo no soy un demente, solo soy excéntrico. Hay veces que ni yo mismo me entiendo”. En estos ejemplos, hemos podido ver prácticamente todas las variables del canibalismo penal, el cual, difiere dependiendo del país y la cultura. Los diferentes tipos son: El canibalismo sexual: en el cual el criminal satisface sus deseos y fantasías comiéndose a sus víctimas. Ejemplo: Albert Fish o Ed Gein.
– El canibalismo de agresión: en el cual el criminal se encuentra en medio de un brote muy violento y como acto supremo de poder, se come a su víctima. Ejemplo: Edmun Kemper o Anna Zimmerman (de las pocas mujeres caníbales de la historia del crimen).
– El canibalismo ritual, espiritual o religioso: en el cual el criminal se come a sus víctimas para tomar su energía o como sacrificio a una deidad. Ejemplo: Issei Sagawa y Nicolas Claux.
– El canibalismo nutricional: en el cual el criminal se come a su víctima solo por el sabor o sus propiedades nutritivas. Ejemplo: podemos repetir a Issei Sagawa o nombrar a Gumaro de Dios.
Pero entre todas estas variables podemos encontrar un denominador común. Y es que casi todos los tipos de canibalismo están asociados a la esquizofrenia o a otro tipo de trastorno antisocial de personalidad.
En el análisis de la mente del criminal y en el estudio de su conducta solo encontramos, solo encontramos coincidencias, las cuales introducimos en un estudio estadístico, pero realmente, todavía nadie sabe que lleva a un ser humano a comerse a otro. Una disfunción química, una variable genética o tal vez como apuntaba la Dra. Clancy Mckenzie (psicologa de la Universidad de Washintong) “el canibalismo es el resultado de un trauma, especialmente la vivida en la infancia”. Afirma que después del destete del pecho, el niño experimenta una ansiedad y fantasea con devorar a su madre.
De una manera u otra, el canibalismo une dos de las necesidades básicas del ser humano: el sexo y el alimento. Es quizá, la más terrible de las prácticas criminales. Incluso, algunos criminales caníbales, han compartido su deleznable festín con otros, que sin saberlo, han ingerido carne humana. Así que tengan cuidado con lo que comen.