Resumen
Estamos asistiendo a un auténtico sainete con el ficticio debate de si a la coalición Bildu se le permite o no presentarse a las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo. La situación es la siguiente: El Gobierno y la banda terrorista ETA negocian a escondidas de la opinión pública. El Gobierno pacta con el PNV su apoyo para lo que resta de legislatura a cambio de no sabe qué contrapartidas. El Gobierno pacta con la oposición impugnar todas las listas de Bildu ante la Sala del 61 del Tribunal Supremo. El Fiscal General del Estado y la Abogacía del Estado presentan la impugnación. El Tribunal Supremo estima las impugnaciones y prohibe a Bildu presentarse. Sortu recurre ante el Tribunal Constitucional. Todos sabemos que el Gobierno lo que desea es que el Tribunal Constitucional estime el recurso de Bildu para que pueda presentarse a las elecciones. Así cumple con sus supuestos pactos con los nacionalistas vascos y queda bien con la oposición y la opinión pública ya que "han hecho todo lo posible" para que Bildu no pueda presentarse y es el Tribunal Consticional quien da el visto bueno. "Respetamos las decisiones de los Tribunales", se dirá sin rubor, como si no fuese esa la obligación no sólo del Gobierno sino de todos los ciudadanos. Naturalemente que la composición del Tribunal Conistucional está controlada por el propio Gobierno con lo que el pasteleo está garantizado.
Artículo completo
Sin embargo, en el fondo, Bildu tiene todo el derecho del mundo a presentarse a las elecciones. Es cierto que la Ley de Partidos Políticos prohibe presentarse a formaciones cuyos estatutos o programa electoral justifiquen o amparen el terrorismo. Es cierto asimismo que hay informes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil que nos dicen que Bildu responde a una estrategia de ETA para colarse en las instituciones. Pero no es menos cierto que dicha coalición está integrada por dos formaciones perfectamente legales, Eusko Alkartasuna y Altertatiba, sobre las que no cabe la menor duda de su legalidad.
El problema de raíz es que la Ley de Partidos Políticos es la confirmación del fracaso de todos los Gobiernos, desde el de Adolfo Suárez hasta el de Rodríguez Zapatero, porque no han conseguido que la gente del País Vasco no vote a Batasuna. Esta formación, con sus diversas denominaciones, siempre ha conseguido buenos resultados electorales en todas las elecciones a las que le han dejado presentarse. Y este es el error de Gobierno y de oposición. Lo que tienen que conseguir es que Batasuna se presente a las elecciones y que no sea votada por nadie, que no alcancen ningún concejal ni ningún diputado.
Lo que es obvio es que para derrotar a ETA hacen falta combatirla políticamente, policialmente y socialmente, sí socialmente. Mientras ETA y Batasuna tengan un más o menos importante respaldo en la sociedad vasca, no terminaremos con el terrorismo. Esto se consiguió hace tiempo con la extrema derecha. Las formaciones ultras que se presentan a las elecciones sacan unos resultados ridículos. No tienen respaldo social y por tanto desde un punto de vista electoral son prácticamente inexistentes. Pero les dejamos que se presenten a todas las elecciones, como no puede ser de otra forma.
Repugna a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad democrática que los poderes del Estado prohiban a una formación política presentarse a unas elecciones. Esta es la pura verdad. Naturalmente que las víctimas del terrorismo se oponen firmemente a que esto ocurra, pero es normal y es legítimo que lo hagan. El fondo del problema radica en que todos los Gobiernos democráticos de España se han visto impotentes cuando han comprobado que Batasuna, un partido político que apoya sin ambages nada menos que a una banda terrorista, siempre consigue un significativo apoyo electoral. En esto es en lo que hay que incidir. Todas las formaciones políticas vascas tienen que hacer ver a la ciudadanía que votar a esta formación es una auténtica barbaridad y cuando Batasuna o Bildu se presenten a las elecciones y no saquen ni un diputado ni un concejal, entonces, sólo entonces, habremos conseguido derrotar a ETA. Lo demás es marear la perdiz pegarle una patada en el trasero a la democracia.