Resumen
La respuesta es NO. Por lo menos es lo que se desprende del reciente estudio Determinants of Police Strength in Large U.S. Cities During the 1990s: A Fixed-Effects Panel Analysis (McCarty, William; Ren, Ling; Zhao, Jihong, 2012).
En dicho estudio, se analizan los factores que determinan el aumento o reducción de los cuerpos policiales en ciudades de Estados Unidos con más de 150.000 habitantes durante la década de los 90.
Dicha década tiene un punto de excepcionalidad respecto a otras décadas en Estados Unidos: es la única en la que se observa un crecimiento de la delincuencia al inicio de la misma, seguida de un decrecimiento constante en la segunda parte de la década.
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A la vez, se observó un aumento progresivo de los efectivos policiales. En el año 1990 en las grandes urbes norteamericanas había 226.5 policías por cada 100.000 habitantes. Al final de la década, la cifra era de 242.8 por cada 100.000 habitantes. En total, un aumento del 7,2% de fuerzas policiales en apenas 10 años.
¿Que fue lo que incidió en que se produjera este aumento de efectivos de seguridad? Los autores del estudio proponen 3 teorías que deben analizarse a la práctica:
1. La primera, y más intuitiva (más teniendo en cuenta las cifras presentadas), parte de la teoría de la elección racional: dado que existe un aumento creciente de la criminalidad, hay una mayor demanda ciudadana de seguridad, que se reflejará en el aumento de fuerzas policiales y del presupuesto de seguridad.
2. La segunda parte de la teoría del conflicto social, que puede explicarse desde diferentes perspectivas. Desde la económica, se basa en la idea de que las leyes no son administradas imparcialmente en beneficio de la mayoría de la sociedad. Por lo cual los efectivos policiales obedecerían más bien a un modo de mantener el control sobre las clases sociales más bajas por parte de aquellos entes con mayor poder. Desde una perspectiva racial-étnica, se considera que la existencia de mayor presencia policial obedece al incremento de mayores minorías étnicas y raciales.
3. Finalmente, desde la perspectiva de los recursos disponibles: el número de efectivos policiales depende de la capacidad financiera de la que dispone un estado.
Desde estas tres teorías, se intenta averiguar qué aspectos tienen mayor impacto en el aumento de fuerzas de seguridad en un estado. Para llevar a cabo el análisis se tomó como variable dependiente la cantidad de policías por cada 100.000 habitantes, y como variables independientes la ratio de crímenes violentos (teoría de elección racional), la tasa de desempleo (teoría del conflicto social-económico), la renta per cápita (teoría del conflicto social-económico), población de raza negra (teoría del conflicto social-racial) y el gasto público por habitante (teoría de los recursos económicos). También se tuvo en cuenta el control de una serie de variables de desorganización social que inciden directamente en los resultados, tales como la densidad de población o el porcentaje de jóvenes entre 15 y 24 años. En total, 85 de las 112 ciudades de Estados Unidos con más de 150.000 se encuadraron en el estudio.
En el cuadro siguiente se puede ver la evolución durante la década de cada una de las variables expuestas.
Como podemos observar, el aumento de efectivos policiales inicia su progresión en 1992, llegando a su máxima ratio en 1999. En ese lapso de tiempo, se pasa de 221.06 policía por cada 100.000 habitantes, a 249.65 en 1999, 28,59 efectivos más por cada 100.000 habitantes, un aumento percentil del 12,93%. Respecto al crimen violento, observamos que este llega a su punto álgido en 1994 para descender gradualmente. Respecto a la tasa de desempleo, se observa un decrecimiento constante desde 1991. La renta per cápita se incrementó de los 18,205 dólares en 1991 a los 19,993 en el año 2000. El porcentaje de ciudadanos negros aumentó un 1,32% durante la década, y el gasto de la ciudad por habitante pasó de los 1,963 dólares por habitante a los 2290 dólares en el año 2000.
Los resultados que se desprendieron no son, sin embargo, los que se podrían esperar en un primer momento:
► No existe en realidad vínculo entre la ratio de crimen violento y el aumento de efectivos policiales. Ello se refleja en el cuadro presentado anteriormente, donde a pesar de darse un descenso gradual de la delincuencia, el incremento de efectivos policiales es constante.
► Tampoco la tasa de desempleo parece un predictor significativo en el aumento de efectivos policiales. En cambio, la renta per cápita tiene unos efectos proporcionales negativos, es decir, que a mayor renta media, menos cuerpos policiales. En total, por cada incremento de 1.000 dólares en la renta per càpita hay 4 agentes menos, lo cual da cierto soporte a la teoría del conflicto social- económico.
► También la variable social resulta ser más significativa de lo esperado. Se observó que un aumento del 1% de la población negra implicaba la presencia de 5.54 agentes de policía más.
► Respecto al gasto que realizaban las ciudades, se estima que por cada incremento de 100 dólares de gasto por habitante se reflejaba en 2 policías más.
► Algunos predictores demográficos tienen igual incidencia. Así, un aumento de 100 residentes por milla cuadrada implica un aumento de 3 nuevos oficiales por cada 100.000 habitantes. En el lado opuesto, un incremento del 1% de miembros viviendo en una misma casa provoca un decrecimiento de 4.12 policías por cada 100.000 habitantes.
Podemos observar que el aumento de fuerzas de seguridad no posee el nexo esperado con el crecimiento o decrecimiento de la delincuencia, y que son otros factores los que tienen mayor incidencia. Es destacable el peso que se observa en las variables desde las que se expone la teoría del conflicto social. Desde la perspectiva económica se entrevé que una mayor renta media de los ciudadanos contribuye a una mayor cohesión social, y a una menor aparición de problemas entre ciudadanos, por lo que la presencia policial se hace menos necesaria. Y sobretodo es destacable la incidencia de la variable racial, resultando ser el factor determinante de entre todos los estudiados. Una incidencia nada desdeñable, y perfectamente extrapolable a muchas ciudades y municipios españoles. Es bien sabido que gran parte de la demanda de seguridad ciudadana obedece en muchas ocasiones a un aumento de la inmigración en la población en la que uno reside, y que es percibida como una amenaza en todos los sentidos, desde el laboral al delictivo. La percepción ciudadana parece tener en este aspecto más incidencia que la realidad de las cifras sobre delincuencia, y la que realmente produce el aumento de efectivos policiales. En muchas ocasiones, lo que produce la inseguridad ciudadana no es tanto el delito como la percepción de una conducta antisocial, y las minorías étnicas y raciales sufren la estigmatización como delincuentes sobre lo que en realidad es más bien un conflicto de convivencia. Si bien no debemos tomar un estudio aislado como fuente para descartar la relación entre aumento de fuerzas de seguridad como resultado de un aumento de la delincuencia, sí deberíamos mostrar nuestra sospecha sobre los verdaderos objetivos a los que obedece el aumento del presupuesto que se destina a la seguridad pública.
[Nota del autor: Este artículo pretende iniciar una serie de análisis sobre estudios realizados en torno a la relación entre efectivos policiales y delincuencia.]
Bibliografía
Soy Licenciado en Criminología y Filosofía por la UAB. En 2011 fundé Criminología y Justicia, empresa dedicada a la divulgación de contenido de caracter criminólogico-jurídico que contó con la participación de más de 100 autores hasta su cierre en 2017. Durante ese tiempo se publicaron más de 1000 artículos que han recibido ya más de dos millones de visitas; se publicaron cerca de una treintena de libros, y también se organizaron diferentes eventos y congresos enfocados a divulgar la Criminología.
Ahora mi interés estriba en aplicar toda esa experiencia en el mundo de la divulgación científica a otros ámbitos dentro de la comunicación digital.