Resumen
Ayer estando en los Juzgados, fui testigo de la “frialdad” de la justicia. Un chico con un leve problema psiquiátrico, acudía a juicio por un problema con un guarda de seguridad de un centro comercial. Este chico fue con su madre y como denunciado, le superaba el tener que entrar en un juicio. Aclaro que la madre ya se había puesto en contacto con nuestro Servicio para intentar un proceso restaurativo, pero las órdenes de la compañía de seguridad son ir siempre a juicio, por lo que no se pudo hacer nada al respecto.
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Durante el juicio, el chico tuvo una aptitud un tanto desafiante por cuanto se vio “acorralado”, sin posibilidad de hablar y explicarse. Nadie ni su abogado le había explicado en qué consiste un juicio, que solo tiene que hablar cuando le pregunten y que todo sigue procedimientos rígidos y tasados. El resultado fue un joven asustado, con complejo de inferioridad y que pensó que la juez había sido tan estricta por su leve retraso mental.
Para más inri, su propia abogado al salir del juicio, le recriminó de malos modos y a gritos su actitud.
El resultado para mi fue muy desastroso por cuanto este asunto tan nimio ha dejado muchísimas víctimas: la guarda de seguridad que se sintió ofendida y en ningún caso se la reparó el daño, el joven que pensó que la justicia le menospreciaba, su madre que fue testigo impotente y todos nosotros somos victimas, porque al menos yo me sentí totalmente indignada ya que mal puede corregir su comportamiento este chico, si salió con un sentimiento de injusticia y de odio hacia todo lo relacionado con los juzgados.
Por supuesto, se me agolpan un montón de preguntas ¿No hubiese sido mejor que el chico escuchara de una forma tranquila y dialogada el por que su comportamiento no estuvo bien? ¿Acaso un encuentro restaurativo, a pesar de la leve deficiencia, no hubiera podido ser un punto de inflexión para asumir su comportamiento?
También pude constatar de primera mano la “frialdad y poca humanidad” de la justicia tradicional, entiendo que la labor de los juzgados no puede ser atender las necesidades personales de cada parte que acude a ellos, pero entonces por eso se hace necesario más que nunca que nuestros políticos se den cuenta de las carencias y faciliten o regulen los Servicios de Justicia Restaurativa que ayuden y asistan a la víctima en su recuperación del delito y a los infractores en su camino para cambiar, si así lo desean, y puedan vivir alejados del delito.
Todo esto me ha hecho pensar aún mas en nuestra justicia penal actual y en cómo se ha ido perdiendo la dimensión humana del delito y por qué debemos recuperar parte de esta, para que las personas se sientan más satisfechas y escuchadas.
La idea es simple: cuando alguien sufre un delito surgen a “borbotones” muchos sentimientos de ira, vergüenza, odio y ganas de causar dolor al infractor. Estas ganas de venganza se canalizaron por el estado para evitar daños mayores y claro esto, ha hecho que las emociones se pierdan por cuanto el estado por mucho que se crea víctima del delito, solo lo es muy tangencialmente.
Nuestro sistema tradicional de justicia llamada retributiva y la restaurativa, tratan de reducir el delito, la diferencia es que la restaurativa intenta también reducir su impacto ¿y cómo lo hace? Busca el equilibrio dando papel activo a victima e infractor y lo hace de forma constructiva no sólo respecto al delito cometido en el pasado, sino respecto al futuro sin delitos. Mientras nuestra actual justicia pone al infractor en un papel pasivo, será castigado por su comportamiento delictivo del pasado pero no tiene responsabilidad activa, la víctima de forma similar tan solo será un mero testigo, de ahí que muchas se vean como un mero cebo del sistema para castigar al infractor.
Todo esto genera un sentimiento de insatisfacción y de que la justicia no es justa, sin embargo los encuentros restaurativos al ser voluntarios y constructivos pueden suponer un punto y aparte para el infractor (que quizá puedan darse cuenta del daño que causó y no quiera volver a delinquir) y un punto y final para la victima (que al haber podido expresarse y ser escuchada, esto podrá ayudarla a superar el delito y dejar de ser víctima)
En el caso de la historia del chico que he relatado ¿no hubiese sido más constructivo para él, un proceso restaurativo y constructivo sin tanta burocracia que le hubiera permitido en un ambiente más seguro ver lo que había hecho?
¿Acaso es mejor que haya salido del juicio condenado y sancionado con una multa además de sintiéndose de victima del sistema? Por supuesto que no, o al menos yo hubiera preferido que este chico pudiera haber reflexionado.
Las conclusiones que saco de todo estos es que en muchas ocasiones establecemos categorías, damos nombres y nos empeñamos en buscar diferencias cómo ocurre entre justicia restaurativa y la actual retributiva y sin embargo, a veces es más productivo buscar las similitudes cómo es el caso, entre ambas justicias para ver cómo podemos recuperar lo bueno de ambas, aprendiendo de los errores.
Claramente la Justicia surge de una serie de emociones solo que al canalizarlas el estado para evitar venganzas personales, nos privaron de poder tener un papel activo en algo que nos afecta tanto directa como indirectamente: el delito. Por eso la justicia restaurativa es también según mi parecer retributiva pero de una forma educativa y curativa que hace ciudadanos más satisfechos y contentos con el estado y sus gobernantes.
Más que nunca y sobre todo en los tiempos que corren, la Justicia Restaurativa se revela como una justicia más cercana y beneficiosa que no supone realmente más gastos sino más ahorros, tanto económicos como emocionales y psicológicos. Es hora de que los políticos cambien el chip, y vean los beneficios de esta justicia, que probablemente de forma inmediata no les supondrá más votos pero indirectamente y a largo plazo generará ciudadanos con una mejor percepción de la justicia y menos infractores delinquiendo. Y por supuesto además se dotará al articulo 25 de la constitución española que habla de los fines de rehabilitación y reinserción de las penas privativas, de una eficacia real y significativa.
En definitiva, cambiemos el castigo y la responsabilidad pasiva por la responsabilidad activa y constructiva.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.