Resumen
Durante muchos siglos las mujeres que cometían delitos eran descritas como seres perversos, inmorales e incluso poseídos por fuerzas demoníacas,ante este perfil que se dibujaba la sociedad pedía una intervención para acabar con esta situación de inseguridad y más vigilancia sobre las actividades y actitudes de las mujeres, el estado reaccionó creando toda clase de cárceles, dependencias e instituciones donde recluir a todas las mujeres que se salían del rol establecido, pues en estos centros no sólo se recluía a aquellas mujeres que habían cometido un delito de acuerdo con la ley penal vigente sino también a aquellas que desafiaban el control moral y patriarcal impuesto en la sociedad.
Artículo completo
Las primeras teorías que se atrevieron a explicar el comportamiento de las mujeres delincuentes basándose en estudios (o pseudo estudios) científicos fueron las teorías históricas y los estudios de craneometría elaborados esencialmente por médicos.
Teorías históricas
En este tipo de teorías de finales del siglo xix encontramos los estudios de Pyke, Proal o Van de Warker.
Se llegó a la conclusión de que en toda conducta delictiva intervienen por un lado una serie de características biológicas que vienen dadas por la naturaleza a cada individuo y que se podrían considerar inmutables y por otro lado unas características sociales que dependen, sobre todo, del tipo de sociedad donde le ha tocado vivir al sujeto (es decir, la fecha histórica en la que nace); así la relación de la mujer con el delito se determina por las condiciones sociales (la profesión, las oportunidades de delinquir, el estado civil…) y por las condiciones sexuales (sobre todo los aspectos biológicos de seguridad que determinan que la mujer necesita tener siempre a su lado a un hombre) que las mujeres poseen y que las hace más proclives al delito.
Otro aspecto que explican (o intentan hacerlo) es el hecho de por qué las mujeres cometen menos delitos que los hombres, que solucionan arguyendo que existe una relación entre delincuencia y desarrollo moral y que el hecho de que la mujer cometa menos delitos que el hombre es explicable debido a que ésta era moralmente superior (moralidad puesta e impuesta por los hombres y que supone un auténtico inconveniente para la mujer pues si se somete a ella toda su vida queda condicionada y si se revela contra ella es calificada enseguida como mala mujer y delincuente necesitada de corrección y castigo, de cualquier forma se ve dominada por el gobierno de los hombres).
Estudios de craneometría
Estos estudios se caracterizan por un claro ambiente ideológico bajo el cual la mujer (en general) se presenta siempre como un ser inferior, junto con los niños, los delincuentes y los negros.
A principios del siglo pasado Bean estudió detenidamente el cuerpo calloso del cerebro que es el que conecta los lóbulos cerebrales izquierdo y derecho y midió la longitud de la parte anterior (genu) y de la parte posterior (splenium) determinando que a medida que una raza ascendiera en la escala evolutiva sería evidente que la longitud del genu sería superior a la del splenium, llegando a establecer que dentro de cada raza las mujeres poseen un genu relativamente más pequeño que el de los hombres lo que, finaliza, las hace parecerse a los seres de razas inferiores como los negros.
Humschke y Hervé relacionaron raza, sexo y anormalidad; el primero llegó a la conclusión de que la médula espinal que poseen los hombres negros es similar a la que se encuentra en los niños y en las mujeres y aproximándose a la que poseen los monos superiores, mientras Hervé determinó que los hombres de las razas negras tienen un cerebro apenas más pesado que el de las mujeres blancas.
Al estudiar el peso del cerebro Topinard llegó a la conclusión de que el de los criminales superaban el de la media, algunos años después Manouvrier amplió estos estudios al incluir la variable de masa sexual y que distingue entre hombres y mujeres según su musculatura y su fuerza física, al hacer esta corrección demostró que las mujeres poseían un cerebro un poco más grande que el de los hombres.
A través de sus estudios Broca llegó a la conclusión de que el cerebro femenino había ido degenerando a través del tiempo debido a la utilización parcial del mismo que había sido impuesta a las mujeres por las estructuras sociales existentes.
Todos estos estudios fomentaron las ideas racistas (inferioridad de la raza negra) y machistas (inferioridad de la mujer) de la época buscando mantener la estructura social creada por la clase dirigente: hombres, blancos y burgueses.
A través del supuesto rigor científico de estos estudios, contra los que poco o nada se podía objetar en aquellos momentos, se deducía que la mujer delincuente es doblemente anormal, tanto por el hecho de ser mujer como por el hecho de ser delincuente.
Bibliografía
– Robert Bennet Bean (1906): Some racial peculiarities of the Negro brain. American Journal of Anatomy, 5; pp. 353-432.
– G. Hervé (1881): Du poids de l’encéphale. Revue d’Anthropologie, 2ª serie, vol. 4; pp. 681-698.
– L. Manouvrier (1903): Conclusions générales sur l’Anthropologie des sexes et applications sociales, Revue de l’École d’Anthropologie, 13; pp. 405-423.
– P. Topinard (1887): L’Anthropology criminelle, Revue d’Anthropologie, 3ª serie, vol. 2; pp. 658-691.
– Pierre Paul Broca (1871–1878): Mémoires d'anthropologie, 3 vols. París: C. Reinwald.
– Stephen Jay Gould (1988): La falsa medida del hombre, Buenos Aires: Ediciones Orbis, S.A.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.