Resumen
Dentro del pensamiento ilustrado surge el primer intento de explicación científica de la criminalidad femenina. Estos autores siguen la escuela positivista que concibe el delito como un hecho de la naturaleza y que como tal debe ser estudiado, niegan el “libre albedrío” al considerar que hay una serie de circunstancias físicas o sociales, intrínsecas y extrínsecas que encaminan al hombre a delinquir, lo que le hace responsable socialmente de sus actos por el simple hecho de vivir en sociedad.
Se caracterizan por utilizar el método científico inductivo-experimental a través del cual observan a las mujeres no delincuentes, a las prostitutas y a las delincuentes, conformando una tipología criminal basada en características orgánicas, psíquicas, hereditarias o adquiridas y estructuran una teoría que explica el porqué la mujer llega o no al delito.
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El máximo representante de las teorías antropológicas fue Cesare Lombroso (1835-1909) que en su obra La mujer delincuente; la prostituta y la mujer normal intentó dar una explicación al comportamiento criminal de algunas mujeres. En sus estudios se dio cuenta de que la mujer no se adaptaba bien a su idea de atavismo y a lo que él denominaba criminal nato (la persona que debe poseer cuatro o más rasgos de degeneración fisiológica) y tan sólo una pequeña parte de las mujeres delincuentes presentaba tales características siendo en su mayoría prostitutas, explica esta revelación aduciendo que las mujeres han evolucionado menos que el hombre lo que las incapacita para cometer delitos, explicando de esta manera la baja tasa de delincuencia femenina existente; si además las mujeres son delincuentes supone una evolución menor todavía, es decir que sitúa a la mujer delincuente en un estadio auténticamente pobre desde el punto de vista fisiológico, por ello cuando la mujer se ve envuelta en una conducta delictiva se vuelve mucho más peligrosa y temible que el hombre delincuente.
Lombroso desarrolló seis tipos delictivos que suelen manifestarse predominantemente en la mujer:
1- El criminal nato. Se refiere a la mujer que posee un gran número de estigmas degenerativos. Sus características básicas son: tendencia al tipo masculino; disminución de caracteres sexuales secundarios; erotismo excesivo y placer por la vida; gusto por los ejercicios violentos y los vicios; inclinación exagerada a la venganza, la crueldad, la avaricia y el egoísmo tiránico; religiosidad excesiva; sentimentalismo dulzón; vida disipada, inteligencia, audacia, sugestión y altruismo.
2- El criminal ocasional. Posee pocos rasgos degenerativos o no posee ninguno. La dotación moral de este tipo de mujeres es similar a la de las normales y cometen delitos generalmente por sugerencia de un hombre por lo que para él la existencia de un padre adecuado o un buen marido no descarta la rehabilitación. Algunas de las causas por las que estas mujeres delinquen son: falta de instrucción; tentación; abandono o corrupción infantil; ingenuidad o precocidad; mendicidad; o sugestión, donde actúan como súcubo del hombre. Clasifica a más mujeres que hombres en este tipo criminal debido (según él) a una mayor falta de respeto de la mujer hacia la propiedad privada.
3- El criminal histérico. Suele manifestar generalmente características esquizofrénicas, cambios frecuentes de humor, conductas destructivas… Se podría incluir en este apartado a la mujer que comete crímenes pasionales. Esta delincuente entre otras peculiaridades es egoísta, impresionable, feroz, preocupada por el escándalo y la opinión pública, irracional, inestable, vengativa, curiosa, tiene alucinaciones sugestivas y carece de perseverancia, siente súbitamente simpatía y antipatía, tendente al suicidio o a simularlo; suele cometer delitos como el falso testimonio y/o denuncia, el hurto, el envenenamiento de parientes o las calumnias.
4- El criminal lunático. Se manifiesta más en la mujer que en el hombre pero nunca ha quedado aclarado totalmente en qué consiste, se identifica con la irracionalidad y la no conciencia de sus propios actos.
5- El criminal epiléptico. No es esta una patología que se manifieste de una manera excesiva entre los criminales y el hecho de incluirla dentro de la tipología delictiva supuso un grave perjuicio para los sujetos epilépticos de la época, puesto que se les empezó a tratar a todos como auténticos criminales.
6- El delincuente pasional. Las mujeres incluidas en esta categoría se caracterizan por ser jóvenes, sin características degenerativas y fisionómicas especiales, poseer una mayor virilidad y mandíbula más grande, sentimientos amorosos y pasiones muy vehementes e intensas, celos y gran egoísmo.
Según su teoría la mujer delincuente de Lombroso se caracterizaba por su inmovilidad fisiológica y su pasividad psicológica; una incapacidad de adaptación mucho mayor a la que posee el hombre y por ser una persona amoral, fría y calculadora.
Analizando sus tipos criminales podemos observar cómo toda la teoría lombrosiana estaba orientada a mantener el ideal de mujer y a conservar el dominio del patriarcado social de la época sobre ella, toda aquella se saliera de la senda de mujer sumisa, pasiva y/o abnegada (madre y esposa) era circunscrita en alguna de las categorías de delincuente que él había elaborado y podemos comprobar que era muy fácil ser incluida en una de ellas pues bastaba con ser alta o defender con inteligencia sus ideas o ser religiosa o ser pobre o celosa o joven o no tener instinto maternal para que los poderes políticos y sociales, sustentándose en las tesis coronadas por un método científico de Lombroso encerraran a estas mujeres en una prisión o un hospital para que, en la medida en que fuera posible su recuperación, volvieran a su rol en la sociedad y no olvidaran cual era su cometido en ella bajo pena de ser considerada una delincuente.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.