Resumen
Siguiendo la senda de Lombroso y Ferrero otros estudiosos intentaron explicar la delincuencia femenina amparándose en el método científico de la escuela positivista, continuaron fomentando ideas machistas y estereotipadas que falseaban la realidad hasta ajustarla a la visión predominante de la época a fin de recluir a la mujer que osaba a romper los cánones establecidos en cárceles u hospitales psiquiátricos, y siempre bajo la supervisión de los hombres que decidían cómo debía ser una buena mujer perfectamente integrada en “su” sociedad.
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Autores como Puibarand y Griffiths argumentaron que las teorías físicas y antropológicas no podían explicar la progresión criminal de la mujer y por ello realizaron estudios psicológicos con la finalidad de establecer los motivos que se podían manifestar en la mujer para la comisión de delitos, ambos llegaron a la misma conclusión: que los sentimientos y motivos que impulsan a una mujer a delinquir son la represión sexual, la envidia, los celos y la venganza.
Adams por su parte unió el carácter atávico de las mujeres criminales ideado por Lombroso al gran poder hipnótico que dice que poseen éstas y que expresaría su carácter maligno, de tal manera que cuanto mayor fuera este poder hipnótico en la mujer, más cruel y despiadada sería, cometiendo más y más actos delictivos.
Melegari, impulsado por un radical purismo metodológico, demostró que los hombres alcanzan su punto álgido de criminalidad entre los 20 y los 30 años mientras que las mujeres lo alcanzaban a partir de los 30 e incluso en edades más avanzadas, este descubrimiento contradecía las teorías de Lombroso de que la mujer se veía envuelta antes que el hombre en actividades delictivas debido a su madurez más temprana, este autor considera que es factible pensar que el control social explica la criminalidad y no los factores intrínsecos de la mujer. Kellor llegó a la misma explicación, haciendo responsable de la criminalidad femenina a las diversas características que rodean el medio social en el que vive la mujer delincuente y para llegar a esta conclusión efectuó múltiples investigaciones donde estudiaba el peso, la altura, la fuerza física, el índice encefálico, la distancia entre los ojos, realizó test de memoria, de fatiga, de dolor, gusto agudeza visual o auditiva y determinó que si bien las mujeres delincuentes solían ser inferiores absolutamente en todos los test, en cambio no poseían una longevidad mayor que los hombres, ni presentaban características masculinas, ni tenían las piernas más largas y vistosas que otras mujeres, tal y como Lombroso había afirmado.
Muchas de las afirmaciones que Lombroso y Ferrero habían impulsado fueron corroboradas, otras lo fueron parcialmente pero como hemos visto hubo algunas que fueron totalmente refutadas, demostrando una vez más que los métodos científicos están cautivos de las creencias de las épocas en las que nacen.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.