Resumen
“Un padre que agredió a su hijo adolescente considerado muy problemático aceptó ayer cumplir seis meses de cárcel por un delito de maltrato en el ámbito familiar. Además la acusación pública planteó que el padre no pueda acercarse a su hijo a una distancia inferior a 100 metros ni comunicarse con él por cualquier medio por un tiempo de dos años. Estos hechos ocurrieron hace dos años”
Cuando leo noticias como estas, solo pienso ¿con esto creen que el asunto está solucionado? ¿Piensan de verdad, que estas personas no van a tener más problemas por el mero hecho de esta sentencia? Efectivamente el delito concreto, la agresión, ya ha sido sancionada y castigada pero y después…lo lógico debiera ser buscar el por qué, la génesis de este delito, para poder solucionar cual es el problema familiar que subyace y que llevó a estas consecuencias en forma de ilícito penal.
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Para mí existen dos grandes problemas del sistema de justicia penal:
Por un lado, trata todos los casos de la misma manera, sin una individualización correcta, sin tener en cuenta que no se trata de un número de expediente sino de seres humanos, no aprecia que cada persona es diferente y sus circunstancias distintas. Entiendo que la seguridad jurídica debe ser algo esencial, especialmente en el proceso penal, pero la realidad actual no es igual que la de épocas pasadas y ahora la proliferación de nuevos delitos junto con el descontento generalizado del ciudadano con la justicia, hace más necesario que nunca que el sistema penal se torne más humano. Para ello, sin perder la seguridad jurídica, el juez y el proceso en general debería ser un tanto terapéutico, teniendo en cuenta las circunstancias de las partes a la hora de valorar la pena a imponer. Además hay que tener en cuenta que la tardanza en juzgar el hecho delictivo que frecuentemente suele ocurrir, hace que las sanciones penales adoptadas, puedan no llegar en el mejor momento. Porque por ejemplo, en este caso concreto, después de dos años perfectamente pueden haber cambiado las circunstancias y la familia puede haber superado sus problemas y los hechos, con lo que esta sentencia lejos de sanar, lo que vendría es a fracturar de nuevo la cohesión familiar y hacer que se revivan estos momentos trágicos.
Por otro lado, las leyes y el sistema actual de justicia pone a las victimas en una doble tesitura, o denuncian y entonces automáticamente todo va a ser gestionado por terceros independientes y ajenos totalmente a ellos y a lo que han sufrido, van a perder la posibilidad de decidir o valorar qué prefieren o qué esperan y si no denuncian el mensaje es de total abandono, van a quedar solos con su problema y su sufrimiento. De hecho, la realidad muestra que muchas víctimas denuncian sin saber lo que esto va a conllevar, pero si hubieran sabido lo que esto supone, muchas de ellas sin duda, no lo hubieran hecho nunca.
En este caso, realmente una orden de alejamiento de un padre a su hijo ¿va a solucionar el conflicto o va a echar más leña al fuego? En lugar de propiciar comunicación y/o dialogo para solucionar lo que ocurrió y cuales son los problemas, lo que hacen es prohibir contacto entre dos personas con un vinculo familiar. De verdad, ¿Es esto el deseo de la víctima?
Cuando muy a menudo, aparecen noticias como estas, se me agolpan una serie de preguntas como esta anterior, ya que estoy segura que muchas victimas no están contentas o satisfechas con lo que obtienen del sistema penal. ¿Por qué digo esto? Recientemente he participado en un Congreso Internacional sobre justicia restaurativa, allí varias personas de Sudáfrica hablaron de su trabajo de ayuda a victimas, incluidas las de abusos sexuales a través de la justicia restaurativa. Comentaron como realizan a petición de las victimas reuniones restaurativas con su agresor, incluso con los que son de la misma familia.
Esto para una persona de occidente y de un país desarrollado resulta algo impensable y automáticamente pensamos que sería muy perjudicial y contraproducente para las víctimas. ¿Pero realmente es así? Esta persona relataba el caso de una chica de la que había abusado su hermano mayor, acudió para que la ayudaran con un proceso restaurativo y reunirse con su hermano, quería con independencia de que su hermano reconociera o no el delito y el daño, contar su historia, hablar y expresar a su hermano el daño que la había causado y cómo se había sentido, necesitaba hacerlo…para pasar página. Muchas personas que estábamos presentes pensamos que psicólogos, trabajadores sociales y muchos otros profesionales, se opondrían a esto, en nuestros respectivos países, aludiendo a la posible revictimización y una serie de consecuencias fatales para la victima.
Sinceramente creo que somos países evolucionados para muchas cosas pero no para otras, porque en estos casos silenciamos la “voz” de las víctimas, decidimos por ellas lo que es bueno y malo, lo que las conviene y no, sin pararnos a pensar tan sólo un segundo, cuales son sus verdaderas necesidades y sus deseos con respecto al delito que han sufrido.
Por eso muchos estamos convencidos que la Justicia Restaurativa puede ser el complemento ideal para el sistema de justicia penal, dotándolo de más eficacia y resultados más satisfactorios y humanos. Asimismo si una víctima desea expresar sus sentimientos y emociones hacia el infractor, no somos nadie para negarlas esta opción por ser su delito muy grave o porque la pueda perjudicar según nuestra opinión, realmente así es cuando estamos dañándolas más y coartándolas su posibilidad de superar el delito de la mejor forma de acuerdo a sus necesidades.
La atención a las victimas debe ser una prioridad, pero no para ello tenemos el derecho a decidir por ellas, debemos ser conscientes que nuestra labor debe ser tendente a ayudarlas a superar el rol de victimas y que puedan recuperarse y curar sus heridas, podemos guiarlas y aconsejarlas pero el modo más adecuado para esto, solo lo pueden decidir ellas mismas, mirando a su interior y a qué necesitan.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.