Resumen
Hoy traigo a Criminología y Justicia un artículo que no está escrito por mí sino por un lector de mis trabajos que es, ya, amigo mío. Pepe Moreno es agente de la Escala Básica del Cuerpo Nacional de Policía (CNP). No es nuevo en esto: ingresó en el Cuerpo antes de que este fuese una fuerza civil, por lo que hoy se encuentra, debido a su edad, próximo al final de su carrera policial. Moreno ha trabajado en las ciudades más grandes del país en los momentos más duros del terrorismo de ETA, años que coinciden, además, con etapas de muchas incidencias armadas con delincuentes comunes (atracos diarios). No conozco a Pepe más que de leer sus atentos comentarios en mi blog y de aprender de sus amplios correos electrónicos. Pero a decir verdad ya le he puesto cara: en mayo tuvo a bien realizar varios cientos de kilómetros para estar en la presentación de En la línea de fuego: la realidad de los enfrentamientos armados. Aquel evento, el primer acto de presentación de la obra, se celebró en la Escuela Nacional de Policía, en la academia del CNP. Atentos a lo que hoy nos cuenta Pepe, con quien me hubiese encantado compartir horas de radio-patrulla.
Ernesto Pérez Vera
Artículo completo
Carta de un ‘polisaurio’
Por, José Moreno (funcionario del Cuerpo Nacional de Policía)
¿Qué es y de qué va el libro de Ernesto? Esto ya me lo han preguntado varias veces, quienes saben que lo he leído al detalle. Por supuesto, siempre he respondido, pero hoy te lo cuento a ti. Para empezar, es una bocanada de aire fresco para muchos que estando en tu línea, no tenemos el arte, la capacidad y los conocimientos precisos para poder exponer ante el gran público. Segundo, y tal vez lo que más me gusta, es una bofetada de realidad para la sociedad en general, aquella que siempre juzga al policía como si de un actor de cine se tratara. Pero no, no somos así: somos padres e hijos, gente normal con un trabajo nada corriente. Tercero: tu obra es un baño de conocimiento para las cúpulas policiales que no se enteran, o no se quieren dar por enterados, de la falta de formación existente y del escaso y a veces deficitario material con el que nos dotan. Otra vez las esquirlas de un proyectil blindado han herido a varios ciudadanos inocentes. ¡Sí, una vez más! ¿Hasta cuándo vamos a estar así?
Te confieso que el lanzamiento de En la línea de fuego: la realidad de los enfrentamientos armados fue una enorme alegría para mí. Pero con el paso del tiempo se ha convertido en una gran decepción, por la actitud de la gente de mi plantilla. Tranquilo, me explico. No lo sé a ciencia cierta, Ernesto, pero calculo que de los aproximadamente ciento cincuenta que somos, solamente dos hemos adquirido el libro. Otros, sobre cuatro o así, de pasada han comentado cosas sobre él, pero se han quedado en un quiero y no puedo. Y el resto, nada de nada: no saben, no contestan y tampoco les interesa. No te llames a engaño, por favor, no todos son unos pasotas. Muchos de ellos son arrojados y comprometidos con nuestra profesión, buenos compañeros, pero ven la pistola como una fuente de problemas y la tratan con recelo. Algunos ni la tratan. Pero no es de extrañar, cuando los esfuerzos en los diferentes cuerpos van encaminados a asustarnos. Luego, llegado el momento de usarla (quiera Dios que nunca), empezarán los problemas y aflorarán los llantos por la falta de instrucción. Y como bien acreditado queda en tu libro, hasta los que están bien entrenados las pasan putas ante los malos que disparan de verdad.
Puede que todo esto suceda porque vivimos y trabajamos en una época floja de delincuencia, aunque a veces parezca otra cosa. Quitando casos muy puntuales, la intensidad de la violencia ha descendido. Abundan las denuncias por el gran descubrimiento del hurto: rinde más que un robo con fuerza en la lechería del barrio o que la sirla a la viejecita de turno…, y filiamos y a otra cosa mariposa. Esto fomenta chorizos educados y policías confiados. Soy de la opinión de que somos lo que nuestro rival sea: en tiempos duros, de choros duros, policías duros. Quien crea que esto no es así, que haga un estudio en Madrid, por ejemplo. Verá diferencias policiales y delincuenciales, en cuanto a perfil y nivel, según los distritos de la ciudad. El espectacular capítulo de tu libro en el que unos compañeros fueron recibidos con ráfagas de fusil de asalto, no debe despistarnos. Es un caso aislado, aunque siempre posible, que en realidad no puede compararse con las oleadas de atracos, de todo tipo, que algunos tuvimos que soportar en las dos últimas décadas del siglo anterior.
Intentar una conversación en grupo sobre esto es imposible, no interesa a nadie y enseguida salta un bobo ignorante que se carga la tertulia. Te costaría menos trabajo y esfuerzo organizar una carrera ciclista con pago de inscripción, que una jornada sobre tiro policial con la misma cuota de inscripción o incluso sin coste. Es espectacularmente bochornoso. ¡Ah!, y no es por dinero, que algunos montan bicicletas de montaña de tres mil euros o consumen teléfonos móviles de quinientos.
Ernesto, como tú sabes, solicité una publicación de tiro y armamento para que la gente de mi unidad la tuviese a mano y ver, así, si los compañeros se interesaban por los artículos destinados a policías. Pues nada, lo siento, no pude competir con los catálogos de telefonía. Incluso el pasquín publicitario de una pizzería tiene más lectores entre los nuestros. Muchos se confunden, creen que esas cosas son para “rambitos”, pero sin embargo son cositas que les pueden alegrar la vida el día de mañana a ellos y a sus familias. A ver cuándo se van a enterar que los interesados en estos temas no vamos por la vida pegando tiros. Espero que esto cambie con el esfuerzo de gente como tú y otros compañeros comprometidos, pero por ahora aún sois una isla.
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