Resumen
La categorización que se pretende, no busca etiquetar al sujeto activo de lo antisocial, sino considerar la existencia “taxonómica” conductual que con un origen concreto y particular, lleva al sujeto a situarse como ser-antisocial. La conducta desplegada del sujeto tiene diversos componentes y motivos con relación al impacto que a nivel individual y social produce, la correlación de su acción puede llegar a ser cronológicamente variada por su amplitud, además de que la capacidad del sujeto en la ejecución de conductas antisociales, produce sus beneficios en codependencia con su entorno y su relación con otros sujetos de conductas análogas o no.
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Tal categorización surge del análisis del origen y la posición del ser-antisocial con relación a sus actos y los resultados producidos como consecuencia de éstos; la genealogía de dichos actos implica su conocimiento desde su génesis, hasta su consumación. Un efecto que se pretende con este ejercicio taxonómico, es la clarificación ontológica del ser-antisocial, así como la anticipación hacia quienes se encuentran en la antesala del proceso criminógeno por influencia exógena y endógena. Sin perder el enfoque de que en éste último, esta considerada la exploración de la generación del ser-antisocial que tiene daños irreversibles en la base tangible de su psique.
Ser-antisocial. Rompe las normas de todo tipo moral, religiosa y jurídica al grado de alcanzar un nivel nocivo en su entorno.
Ser-antijurídico. Rompe con la norma jurídica administrativa y penal emanada del poder político, al grado nocivo de crear conflicto en la convivencia social.
Ser-antijurídico equiparado. Rompe de manera culposa con la norma jurídica, lo hace aun sin la intención de causar el daño consecuente de su acción u omisión.
Ser-antijurídico divergente. Rompe con la norma jurídica por problemas mentales o cerebrales, que le hacen irse apartando sucesivamente del plano de la realidad (psicóticos).
Ser-antijurídico diferencial. Rompe con la norma jurídica por la composición funcional diferente del cerebro (psicópatas), actúa en el mundo de sus convicciones, llegando a manipular el sistema y sus integrantes para lograr sus objetivos.
Homo criminis. Rompe con la norma jurídica y se caracteriza por actuar de manera corporativa contando con una jerarquización y sistematización, que le conceden un alto nivel de alcance en diversas actividades delictivas, corrompen a la autoridad del estado mediante sobornos y amenazas, esta en la cúspide del ser-antisocial, es la máxima expresión de éste. El homo criminis al interior de su organización puede llegar a ser movida por dos factores principales de actuación: el poder y la ideología. En algunas ocasiones se fusionan estos dos factores en una misma organización.
El ser-antisocial comprende la generalidad que incluye a en sí al ser-antijurídico y al homo criminis, que pueden ser claramente identificados y delimitados dependiendo el uso conceptual que se haga para cada caso en concreto. El homo criminis evidentemente es un ser-antijurídico, sin embargo, tal diferenciación obedece a la practicidad de sus análisis por la forma en que opera al desplegar las conductas antisociales de manera grupal, organizada y jerarquizada. Generalmente el sujeto que encarna al homo criminis, inicia como ser-antisocial evolucionando hacia el ser-antijurídico, por lo tanto el homo criminis se considera ser-antisocial y ser-antijurídico. Pero un sujeto que encarna al ser-antijurídico no siempre evoluciona hacia el homo criminis, aunque no deja de pertenecer a la categorización de ser-antisocial, que es nocivo para sí y para los que están en su entorno, complicando y deteriorando la convivencia social armónica.
Bibliografía
Licenciado en Derecho con Estudios en Psicología Educativa