Sí, soy consciente de que trabajar para la administración pública es muy atractivo, y que una buena parte de los criminólogos, incluyendo a los estudiantes de dicha disciplina, nos hemos imaginado alguna vez el bonito y estable futuro que podríamos llegar a obtener si consiguiéramos alcanzar una plaza en la administración. Y si a esto le añadimos que nuestras funciones pudieran estar relacionadas con el tratamiento y la prevención del delito, la reparación de la víctima y la resocialización del delincuente entre otras, podríamos llegar a hablar de un gran éxito profesional.
Pero como bien sabemos, ejercer de criminólogo como tal en la administración es difícil, aunque espero que con todo el esfuerzo que se está realizando desde la comunidad criminológica, se nos reconozca y se nos valore además de ofrecernos la oportunidad de demostrar nuestros conocimientos y aptitudes.
Paralelamente encontramos a las empresas privadas, de las cuales han surgido alguna que otra oferta vacante donde se solicitaba criminólogos para tratar la pérdida desconocida. Bueno, ya sé que no es el enfoque central del criminólogo, pero creo que no podemos esperar a que una empresa publique la oferta perfecta. Con esto quiero transmitir la idea de que, posiblemente, para que se nos valore en la función pública, una alternativa es la de ganarnos el puesto por la vía privada. Y es por ello la elaboración de este artículo, porque creo que la figura del criminólogo se puede extender transversalmente a varios sectores laborales, entre los cuales se encuentra la seguridad privada. Un servidor pertenece a dicho sector, y la verdad es que quedé sorprendido positivamente el día que observé que la ciencia criminológica tenía en cuenta a la seguridad privada, con una única asignatura, sí, pero algo era. No quiero entrar a valorar la calidad de ésta porque posiblemente aburriría con el contenido de mi crítica, pero sí creo que estoy obligado a decir que para mi opinión deja mucho que desear, además de considerarla optativa (al menos en el plan de estudios de la universidad donde estudio).
Bien, yendo al grano, y para no extenderme mucho, me gustaría hacer un breve de los motivos que me llevan a pensar que la criminología y la seguridad privada deben ir de la mano más allá de las irrisorias explicaciones que venden las universidades respecto a las salidas laborales. Tras 8 años en el sector de la seguridad privada, puedo asegurar que existen grandes profesionales que poseen una enorme vocación por su profesión con el fin de prevenir y disuadir la delincuencia, así como también colaborar con las fuerzas y cuerpos de seguridad cuando éstos lo necesiten. Existen empresas de seguridad que ofrecen servicios de vigilancia y protección tanto a nivel operativo como de gestión, servicios comerciales respecto a productos y sistemas de seguridad cada vez más sofisticados, servicio de asesoramiento a clientes que lo soliciten, departamento de formación, etc. En todas estas áreas y líneas de negocio, la presencia del criminólogo no es nada descabellada, al contrario, es prácticamente necesaria además de proporcionar un plus de profesionalidad. Elaborar planes de prevención en empresas de seguridad debería ser tarea exclusiva de criminólogos, y si además se complementa con conocimientos específicos como los del director y/o jefe de seguridad enfocados a la especialización del sector, podríamos hablar de unas aptitudes notablemente completas. Y es que la seguridad privada es un sector en auge, donde cada año colaboran más profesionales, y todavía mejor, donde cada vez abarca más competencia. ¿Qué quiero decir con esto? Que progresivamente aumentan los servicios de seguridad privada, y que la presencia de estos profesionales cada vez nos resulta más familiar en los diferentes lugares allá donde vamos. Personalmente, me parece un motivo suficiente de peso para incluir a los criminólogos en la estructura de las empresas de seguridad.
Os puedo asegurar que la seguridad privada interacciona continuamente con personas que mantienen carreras delictivas, con víctimas de delitos y de conductas antisociales, personas en riesgo de exclusión social, inmigrantes, menores, personas con discapacidad, etc. En fin, un conjunto de personas que para ser atendidas de la manera más adecuada se requiere de mucha formación especializada, y que mejor que un criminólogo para proporcionarla. Además, esta contribución a la seguridad privada mejoraría la visión social que actualmente impera, y es que al parecer, lamentablemente el sector se hace visible a la sociedad para desacreditar continuamente a sus profesionales, situación que me afecta profundamente.
Para finalizar, me gustaría destacar que la seguridad privada posee mucho fruto analizable para el criminólogo, y que juntos, su destino camina hacia el éxito.
Fue en el 2008 cuando inicié mi trayectoria laboral en el sector de la seguridad privada, y a día de hoy sigo tratando año tras año con todo tipo de personas que acarrean problemáticas e intereses totalmente diferentes. Intento comprender conductas, situaciones así como los factores que influyen en sus comportamientos y actitudes procurando de colaborar lo máximo posible con el objetivo de alcanzar el bien común.
Es por esto que decidí comenzar con el grado de Criminología, el cual me está aportando una serie de conocimientos muy interesantes que me permiten aplicarlos a lo laboral y también a lo personal. Sin duda, un grado universitario bastante completo.
Como Director y Jefe de seguridad habilitado por el Ministerio del Interior, soy fiel partidario de que la ciencia criminológica y la seguridad privada pueden complementarse a la perfección y ofrecer resultados exitosos.
Twitter: @dcrespob13