Resumen
“Soy francotirador y os mataré a todos para quedarme con ella”
El sábado 20 de octubre de 2012 en la pedanía albaceteña de “El Salobral”,aproximadamente a las siete y veinte de la tarde, Juan Carlos Alfaro apretó el gatillo de su pistola repetidas veces, en concreto cuatro, poniendo fin a la vida de Almudena, una joven de 13 años con la que poco tiempo atrás le había unido una relación sentimental llena de trabas. Entonces, en ese preciso momento, Almudena se convertía en la víctima número 38 de la violencia de género en lo que va de año.
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Habitualmente los episodios más extremos de la violencia de género se cobran la muerte de la mujer y en algunos casos la del homicida que decide suicidarse tras su acción violenta, según datos de 2011 un 16%, además de otro 11% de ellos que lo intentan sin conseguirlo[1].En cambio el camino de Juan Carlos ha sido más largo y sangriento. Su comportamiento de asesino frenético o itinerante (“Spreekiller”) le llevó a matar, en el camino hacia su muerte, a Agustín Delicado y a herir posteriormente al abuelo de su primera víctima, no acompañándole en esta última ocasión el acierto de las dos anteriores.
Alfaro, autor de las palabras que encabezan el artículo conforme a algún testimonio cercano a él, se meditó y se preparó para llevar a cabo la acción relatada y ya por todos conocida. Sin entrar en reiteraciones de datos a continuación, en las siguientes líneas, analizaré el perfil criminológico del hombre que con su vida se llevó otras dos, dejó heridas a varias familias, sobrecogió a un pueblo y alerto a toda una nación.
Juan Carlos Alfaro Aparicio tenía 39 años, en el momento en que se desarrolla la tragedia, y era conocido como “El Fraguel”. Éste ya forma parte de la historia criminal española en una categoría no muy habitual como es la de asesino frenético. Estos se caracterizan por cometer varios asesinatos en escenarios diferentes y en lo que temporalmente se considera una misma acción, puesto que transcurre en un breve lapso de tiempo, sin que por lo tanto concurra un periodo de enfriamiento emocional. Es esto último, la proximidad temporal de sus actos y la sucesión de ellos, lo que lo diferencia del asesino en serie, últimamente tan de moda en series y películas. Además precisamente el breve lapso de tiempo en que desarrolla su obra le da la denominación de frenético. Esta tipología de asesinos múltiples suele verse impulsada por delirios u obsesiones que en este caso encajan, como más adelante podrá verse, con los de un maltratador de mujeres.
“El Fraguel” mantenía una relación con Almudena a la cual superaba en 26 años y, pese al refrán de “el amor no tiene edad”, habitualmente son relaciones a las que los padres y familiares de las menores de edad no otorgan su consentimiento, por razones obvias para la mayoría de la población. Este caso no fue diferente y la relación, entre el que hoy fue asesino de Almudena y su familia, estuvo llena de tiranteces y denuncias en algunos casos cruzadas. La joven, amante de la música rock, encontró similitudes en Juan Carlos comenzando lo que en un principio fue una relación consentida por ella, sin entrar a valorar si el consentimiento era válido, dado que la menor podría no alcanzar esos trece años necesarios en nuestro país para poder mantener este tipo de relaciones de forma legal. En cambio, desde hacía algún tiempo parece ser que las cosas se habían tornado aun más para Alfaro y a la negativa de la familia de la joven se había unido la de Almudena, poniendo así distancia entre ellos, espacio que el agresor no estaba dispuesto a permitir.
Juan Carlos era un gran aficionado a las armas teniendo en su posesión todas las licencias que podía acaparar dada su condición profesional, la D, E y F, y junto a ellas 15 armas de diferentes tipos. Esto le facilitó su historia de “spreekiller” ya que estos acostumbran, en el momento de su acción, a salir a la calle provistos de armas de fuego de alta potencia y todo un equipamiento bélico[2]. En este caso Juan Carlos se proveyó de una pistola de calibre nueve milímetros parabellum y tras su primer asesinato decidió tomar un rifle con el que arrancó la segunda vida en su camino de huida. Su aspecto peliculero recordaba al ya poco conocido “Rambo”, vestido como un paramilitar e incluso con la cara pintada, posiblemente dispuesto a huir al monte y pasar la noche huyendo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que saldrían en su busca. Era un hombre preparado para matar, había realizado cursos de supervivencia, aunque era un mecánico en paro, no le temblaba el pulso tirando y se consideraba todo un experto en la práctica. Este tipo de homicidas múltiples en ocasiones toman en todo su camino víctimas desconocidas o con las que no guardan relación, pero tampoco es raro que comiencen por personas relacionadas con sus delirios u obsesiones como acostumbran a ser antiguos jefes de trabajo, compañeros o como en este caso, la ex-pareja. El primer objetivo lo tenía claro, era Almudena, y aunque paseaba con otros amigos, únicamente ella tenía que morir. Después, una vez tomó en sus manos el arma larga, todo aquel que se cruzara en su camino correría grave peligro.
Con los medios, la preparación y la disposición de Juan Carlos y las circunstancias en que se encontraba la relación, parece muy predecible que algo grave podría ocurrir. Eigual de predecible que lo anterior, era el más que probable final de Alfaro. Pese a que sujetos como Juan Carlos hayan cometido terribles hechos, siguen siendo personas que además en ocasiones sufren graves patologías mentales (aunque este no parece ser el caso) y siempre se intenta que la acción no termine con uno de los dos finales que estadísticamente más se repiten. Uno de ellos es que sean abatidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, mientras que el segundo es el suicidio, tal y como ocurrió, siendo la negociación un proceso complicadísimo para el profesional que la desempeña.
Una vez centrado en el grupo de asesinos itinerantes cabe apuntar las características que lo catalogan como maltratador de mujeres. Vigara García et al.[3]enumeran toda una serie de factores de riesgo afirmando no ser necesario el cumplimiento de todos ellos para que se produzca la situación violenta. Analizándolos,a tenor de lo que hasta el momento se ha dicho de Juan Carlos, parece ser que cumplía gran cantidad de ellos: temperamento violento, dificultad para tolerar situaciones de frustración y tensión familiar, baja autoestima e imagen negativa de si mismo, problemas económicos (tal vez no económicos, pero si laborales), poca habilidad social, problemas psicosociales, dependencia emocional hacia la víctima, relación violenta reiterada y actuaciones de acoso y/o persecución. Algunas expresiones de estas características serían los insultos que según sus vecinos dirigía Alfaro a Almudena, calificándola de puta y zorra en presencia de sus compañeros de estudio. También su afán protector, el afirmaba estar enamorado y querer protegerla del mundo.
En definitiva “El Fraguel” reunía toda una serie de rasgos de los que deben alertar a profesionales, autoridades, amigos y vecinos e impulsarles a actuar correctamente sin esperar a que se produzca otro de estos episodios. Pero por mucho que se advierta o se escriba, este ya no tendrá remedio alguno, y lo único que cabe esperar es que permita a otros en situaciones similares tomar conciencia del peligro al que se exponen y atajarlo con métodos eficaces y lícitos, ya queesto era la “crónica de dos muertes anunciadas” que por el camino, tristemente, pasaron a ser tres.
[1] CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIACL; “Informe sobre víctimas mortales de la violencia de género y de la violencia doméstica en el ámbito de la pareja o ex pareja en 2011”.
[2] OTÍN DEL CASTILLO; “Psicología Criminal. Técnicas aplicadas de intervención e investigación policial” pág. 161.
[3] VIGARA GARCÍA et al.; “Manual de Criminología para la Policía Judicial”, pág. 125 citando a RODRÍGUEZ NUÑEZ; “La violencia en el ámbito familiar”, o.c., pág. 151 citando a COBO PLANA “Protocolo de actuación forense en casos de violencia de género”, en la Ley Penal, nº 24, Ano III, febrero 2006.
Bibliografía
(Madrid, 1991) Graduado en Criminología y Especialista Universitario en Seguridad (Universidad de Salamanca). Profesor de Análisis del Terrorismo en Máster de Psicopatología Clínico Forense (Universidad de Salamanca). Subdirector de la Unidad de Análisis de la Conducta Criminal (Universidad de Salamanca). Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses (SECCIF) y del Consejo Editorial de la revista Quadernos de Criminología (QdC). Asistente, ponente y organizador en numerosos foros, seminarios y congresos de ámbito nacional e internacional relacionados con la Criminología, la Psicología y el Derecho. Autor de diversas publicaciones sobre análisis de la conducta criminal y terrorismo.