Resumen
Un nuevo acto de violencia salvaje asalta las portadas de los periódicos, abre telediarios y sacude nuestras conciencias, y de nuevo es una violación, también en grupo (los agresores) pero esta vez en un país del primer mundo (México) y esta vez a un grupo de mujeres que al igual que Jyoti Singh Pandey creían estar a salvo de esta barbarie por estar acompañadas de hombres, pero de nada sirvió y fueron cruel y brutalmente vejadas en la seguridad de su refugio vacacional.
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Sin embargo la humillación sufrida no quedó ahí, en el ultraje y el terror de aquella noche, y estas valientes mujeres y todo el mundo con un mínimo de sensibilidad tuvimos que escuchar como Luis Walton Aburto, alcalde de Acapulco, ninguneaba su sufrimiento con la frase: “esto sucede en cualquier parte del mundo”, no le falta razón y lamentablemente lo estamos comprobando con mayor frecuencia cada vez, pero eso no le da derecho a minimizar el daño sufrido como si no hubiera sucedido, como si este despreciable acto debiera mantenerse en secreto por ser algo habitual, tras escuchar el comentario del alcalde me asaltó una terrible pregunta: ¿era eso lo que pretendía?, ¿convertir ese terrible acto en algo cotidiano, en un acto que se viera de manera tan natural (sucede en cualquier parte del mundo) que las mujeres no tuviéramos ningún derecho a denunciar semejantes atrocidades?, si ya es difícil, doloroso y vergonzoso denunciar estos hechos, que autoridades como un alcalde hagan este tipo de declaraciones desde luego no ayudan a que las mujeres podamos defendernos y a que ciertos hombres dejen de vernos como meros objetos sexuales.
Por desgracia las declaraciones de Luis Walton Aburto no son las primeras (y seguramente no serán las últimas) que logran aumentar la degradación moral y social de las mujeres convirtiéndolas en meros objetos, es difícil no acordarse del ya ex presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior de España, José Manuel Castelao Bragaño exponiendo ligeramente “que las leyes son como las mujeres, están para violarlas”; ambos políticos aseguraron que sus palabras habían sido malinterpretadas y que lamentaban profundamente haberlas realizado, ¿cuántas maneras hay de interpretar ambas frases? y lo que es más importante, ¿por qué las realizas si sabes que están mal y encima eres un cargo público?
Desgraciadamente, como decía, no son los únicos: Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid se dirigió a la entonces ministra de Sanidad Leire Pajín en estos términos "una chica preparadísima, hábil y discreta, que reparte condones a diestro y siniestro. Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir"; también lamentó profundamente sus declaraciones. Carmen Alborch cuando fue nombrada ministra de cultura allá por 1993 fue criticada porque “mostraba sus bonitas piernas”, deseadas desde otros escaños. Alfonso Guerra en 1986, siendo vicepresidente del gobierno declaró que había "que convivir con la economía sumergida como con algunas mujeres: no se la puede eliminar por decreto"; las ministras de los diferentes gobiernos de nuestro país han tenido que soportar que se las juzgue por su vestimenta (casos como Carme Chacón o Soraya Sáenz de Santamaría) mientras que con sus compañeros no sucede lo mismo; también han tenido que aguantar las burlas de otros mandatarios como Silvio Berlusconi asegurando que Zapatero tendría dificultad en gobernar con tanta ministra, después de calificar nuestra administración como “demasiado rosa”, cree el ladrón que todos son de su condición.
Tampoco se libran otros altos cargos como el presidente del Deutsche Bank, Josef Ackermann, quien ha llegado a afirmar que "no hay ninguna mujer en el comité ejecutivo del Deutsche Bank, pero espero que un día u otro la dirección sea más bonita y tenga más colorido gracias a la integración de mujeres".
Son sólo algunos ejemplos de las degradaciones verbales (unidas a las físicas) a las que las mujeres nos tenemos que enfrentar cada día, somos calificadas continuamente y desde las más altas esferas de la política o la economía hasta el pie de acera como objetos sexuales, entes sin sustancia ni consideración, meros objetos de decoración que no tienen inteligencia ni juicio. No debemos permitir ni una sola salida de tono más, ni una sola “mala interpretación” de una frase “sacada de contexto”.
Me agreden sus palabras casi tanto como esos brutales actos porque me dejan totalmente desamparada ante la barbarie de unos desalmados que sólo ven en mí un objeto de placer o de decoración o de posesión y eres tú, precisamente tú, alcalde, diputado y/o presidente el que tiene la obligación de protegerme, de protegernos a todos.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.