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1. La parábola del pescador único: ¿Adaptación explicativa o explicación adaptada?
Stanley Cohen, en su magnífica obra Visions of Social Control: Crime, Punishment and Classification (1985), introduce la parábola clásica del río y el pescador con la finalidad de ejemplificar la necesidad de un enfoque sociológico, desde una perspectiva macro, de la desviación y el control social. La famosa parábola del río y el pescador, originariamente desarrollada por el activista y escritor estadounidense Saul D. Alinsky, explica la historia de un pescador que, encontrándose en el borde de un río, avista un cuerpo humano flotando corriente abajo.
El pescador, sin dudarlo, salta al río y socorre a la persona, salvándole la vida. Minutos más tarde, el buen hombre vuelve a ver a otra persona ahogándose en el mismo río, ante lo que repite la acción heroica y salva la vida al segundo sujeto. No pasan ni 30 segundos cuando una tercera persona baja corriente abajo, y después una cuarta, y una quinta. Después de un largo etcétera de vidas salvadas por el pescador, el hombre decide modificar la estrategia: dejar de socorrer a esas personas y andar río arriba para descubrir quién estaba arrojando a esa pobre gente a la corriente del río, para acabar de raíz con el problema. Un transeúnte, al ver que el pescador abandonaba a su suerte a los hombres y mujeres que se ahogaban en el río, abuchea a nuestro personaje y le critica esa acción cobarde, ante lo que éste responde “voy a andar río arriba hasta descubrir quién demonios está tirando a esta gente al agua” (Reiner, 2007, p. 7).
Esta parábola, inicialmente utilizada por Alinsky para explicar a los obreros norteamericanos la necesidad de analizar las causas profundas de los problemas sociales y de las desigualdades de clase, en lugar de buscar soluciones puntuales a problemas específicos, es retomada por Cohen (1985, p. 236), y años más tarde por Robert Reiner (2007, p. 7), para ejemplificar la necesidad de buscar las causas más profundas de la desviación. Sin embargo, Cohen no duda en aceptar que cuando el pescador abandona el río, asume que todas y cada una de las personas que bajan pueden fallecer, complicando el proceso de toma de decisión.
Si bien es claro que dicha parábola cumple una función explicativa sencilla y no pretende ir más allá de ser una ilustración simple de un problema complejo, creo necesario puntualizar una serie de matices para adaptar dicho cuento con moraleja a la realidad académica actualidad. En caso de que alguien quisiera realizar un símil contemporáneo entre dicha parábola y la disputa criminológica clásica entre las perspectivas macro y micro de la prevención del crimen (e.g., desarrollar programas sociales centrados en las causas profundas de la desviación vs. implementar acciones focalizadas en prevenir que aquellos sujetos motivados para infringir la norma tengan oportunidades para hacerlo), debería contemplar, primero, algunos casos alternativos que dificultarían la moraleja del cuento:
Existe una alta probabilidad de que el pescador, al llegar al final del río y descubrir la causa profunda del problema, no pueda hacer nada para solucionarlo. Pongamos el caso, por ejemplo, que no exista un único culpable de lanzar a esas personas al río, sino que se trate de un grupo amplio de personas; o que siendo un único sujeto el responsable de las agresiones, éste sea mucho más fuerte, o vaya mucho más armado que el pescador, ante lo que nuestro hombre no pueda interferir con la efectividad que quisiera. Aun se pueden dar casos más retorcidos, como que se trate de una pelea entre dos grandes grupos y que muchos de los implicados acaben en el río, no pudiendo el pescador hacer nada para solucionarlo. Incluso pudiera ser que aquellas personas se lanzaran voluntariamente al río.
Se puede dar también el caso en que cuando el pescador llegue al lugar desde el que se tiraba a las personas al río, ya no quede nadie allí, habiéndose solucionado (al menos temporalmente) el problema. El pescador habría dejado morir a varias personas a cambio de ninguna solución. Incluso puede darse el caso en que nunca llegue a descubrir el origen real de la matanza, habiendo perdido todo el tiempo que podría haber dedicado a salvar a aquella gente.
Como se ha presentado con anterioridad, Cohen (1985, pp. 236-237) parte de esta parábola para posicionarse en pro de la búsqueda de las causas sociológicas profundas del problema de la desviación, de analizar las causas macro de la criminalidad y los mecanismos sociales de control existentes. Aun asumiendo que ello puede llevar a un distanciamiento excesivo del evento delictivo puntual, considera necesario el estudio profundo del origen social de la desviación. Esta posición es retomada años más tarde, entre otros, por David Garland (2001), quien defiende una ciencia criminológica basada en la búsqueda de las “causas profundas, los problemas sociales y las necesidades individuales” (p. 130). En el otro lado encontraríamos, entre muchos académicos, a Felson y Clarke, quienes en su texto Opportunity Makes the Thief: Practical Theory for Crime Prevention (1998) no dudan en considerar que las aproximaciones que han tratado de analizar el comportamiento delictivo a través de, entre otros, los procesos sociales, quedan “fuera del alcance de la práctica diaria y su combinación resulta extremadamente complicada para quienes desean entender el delito, más aún si pretenden hacer alguna cosa al respecto” (p. 1); o Brantingham y Brantingham (2004), quienes afirman que dichos enfoques tienen el riesgo de caer en “modelos simples y unicausales de explicación de la criminalidad” (p. 259).
2. El realismo de la cofradía de pescadores: moralidad, pragmatismo y efectividad
En este punto el lector se habrá posicionado en un u otro bando, habrá reflexionado sobre la moralidad, el pragmatismo y la efectividad de cada una de las opciones, aunque probablemente no logre dar una respuesta definitiva al dilema. Volviendo a la parábola del río y el pescador, a mi parecer, dicha narración carece de todo sentido para analizar la realidad académica actual en criminología. Hoy día no existe un pescador único al borde del río, sino miles. Hay pescadores fuertes y tontos, gordos e inteligentes, y también hay pescadoras, aprendices de pescador y pescadores jubilados. Hoy día carece de sentido plantear la necesidad colectiva de una u otra opción, pues un grupo de pescadores puede salvar a esas personas a la vez que otro camina río arriba para buscar las causas del problema. En realidad, hay tantos pescadores que incluso un tercer grupo de pescadores sabios puede apartarse a un lado y debatir sobre la moral y la justicia de la cuestión, y buscar la mejor vía para gestionar los recursos disponibles. La realidad contemporánea, por tanto, es que no existe un pescador único, sino un grupo amplio de pescadores.
Sin embargo, pese a que en la actualidad existen pescadores de sobra para cubrir todas las labores necesarias, existen las mismas disputas sobre qué opción es la más adecuada: los que caminan para conocer el origen profundo del problema siguen criticando el poco ancho de miras de los que se quedan a socorrer a los heridos, y los que se quedan a salvar personas abajo del río no dudan en afirmar la inutilidad e ineficacia de caminar corriente arriba. Este cruce de críticas es, a todas luces, incoherente e ineficaz, dificultando el conjunto de la labor y complicando la vida a aquellas personas que siguen ahogándose en el río. En lugar de un conflicto sin fin entre ambos grupos, sería sin duda más racional y efectivo el desarrollo de dos líneas de trabajo diferenciadas: una formada por aquel grupo de pescadores que se queda a socorrer a las víctimas, con el fin de buscar la mejor estrategia para lograr salvar a la mayor cantidad posible de personas; y otra formada por aquellos que deciden buscar al causante de dichas agresiones, trabajando en equipo para localizar el camino más rápido y, una vez encontrado el origen del problema, debatiendo sobre su mejor solución.
A modo de síntesis, considero necesario destacar que, a día de hoy, las perspectivas micro y macro en criminología ya no son contradictorias, sino complementarias. Los enfoques socio-estructurales ya no se encuentran en el lado opuesto que los situacionales, y se puede invertir en el estudio de la afectación de las desigualdades sociales en la desviación a la vez que se diseñan planes focalizados de prevención situacional del delito. Se trata, en esencia, de dos perspectivas diferenciadas aunque complementarias: mientras el primer grupo invierte esfuerzos en el estudio de las causas profundas de la desviación como fenómeno social e implementa programas de carácter estructural, el segundo analiza cómo reducir las oportunidades delictivas y desarrolla estrategias eficaces y eficientes para la prevención del crimen en entornos particulares. Como desarrollan a la perfección Wortley y Mazzerole (2008, p. 2), mientras que el primer grupo de aproximaciones se interesa por la criminalidad como fenómeno y sus causas profundas, las cuales se pueden ubicar años atrás del hecho en cuestión, el segundo fija su foco de atención en el crimen como evento, el cual busca prevenir interfiriendo en las oportunidades delictivas.
Somos muchos pescadores, y se siguen ahogando personas en el río, ¡organicémonos en cofradía de una vez por todas y pongámonos a trabajar!
3. Bibliografía
- Brantingham, P.L. y Brantingham, P.J. (2004). Environment, Routine, and Situation: Toward a Pattern Theory of Crime. En R.V. Clarke y M. Felson (eds). Routine Activity and Rational Choice. Advances in Criminological Theory . Volume 5 (pp. 259-294). New Brunswick, USA: Transaction Publishers.
- Cohen, S. (1985). Visions of Social Control: Crime, Punishment and Classification . Cambridge, UK: Polity Press.
- Felson, M. y Clarke, R.V. (1998). Opportunity Makes the Thief. Practical Theory for Crime Prevention. Police Research Series, Paper 98. London, UK: Home Office.
- Garland, D. (2001). The Culture of Control. Crime and Social Order in Contemporary Society . New York, USA: Oxford University Press.
- Reiner, R. (2007). It’s the Political Economy, Stupid! A Neo-Clintonian Criminology. Criminal Justice Matters 70(1): 7-8.
- Wortley, R. y Mazzerole, L. (2008). Environmental Criminology and Crime Analysis: Situating the Theory, Analytic Approach and Application. En R. Wortley y L. Mazzerole (eds.)Environmental Criminology and Crime Analysis (pp. 1-18). New York, USA: Routledge.
De profesión: investigador predoctoral de la Universidad de Manchester y colaborador del Centro Crímina para el estudio y prevención de la delincuencia de la Universidad Miguel Hernández.
De formación: Graduado en Criminología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Máster en Análisis y Prevención del Crimen por la Universidad Miguel Hernández y estudiante de doctorado en la Universidad de Manchester.
De pasión: amante de la literatura, el arte y la política, pero sobre todo de la relación entre los anteriores.