Resumen
Viernes, 8 de julio
Sí, aquí los problemas hay que comérselos solo, y en algún caso, junto al compi de chabolo, pero nadie más se debe enterar. Y en mi caso, tampoco me apetece que se entere mi compañero. Es un sobrado y un pedante niño de papá, pero es lo que hay, aunque no para llorarle mis intimidades.
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Otra noche que he pasado en vela después del plantón del vis a vis íntimo. Otra lloradera seca que he tenido, y de la almohada, qué decir: la tengo destrozada a mordiscos. O me doy con la cabeza contra la pared cuando no está el Edu, o muerdo de manera desesperada la almohada cuando se encuentra en la litera de abajo y no deseo que me escuche.
Creo que lo peor que te puede ocurrir en el talego es la sensación de desamor, de verte abandonado por la mujer que amas, por tus seres queridos. No hay mayor dolor en la reclusión que el que produce el olvido y el desafecto.
Salgo al patio con unas ojeras de caballo. Pero sonrío, como si nada. Y sonrío más, cuando Jesús se nos une al paseo matutino. Me extraña, primero, porque camino con el kurdo y el Panamá, y él rehuye al kurdo, y segundo, porque él, aparte de las pesas, no se dedica a actividad alguna.
Las pesas las ensamblan con bidones de aceite rellenos de agua de veinticinco kilos de peso cada uno, atados a los extremos de tres palos de escoba unidos entre sí. Para los más débiles, varios garrafones de a cinco litros son más que suficientes, y para los Schacheneger, cuatro bidones de veinticinco litros, dos en cada lado, amarrados a media docena de palos de fregona.
-Chicos –nos dice eufórico y orgulloso Jesús- me he topado hace un rato con el gordo seboso y perra chivata en el tigre, y le he dado un par de hostias; ha caído a plomo. Cuando se levantó, le amenazé, que sí va con el chisme a losjichos, está muerto. Se cagó por las patas.
-A ver si no se va directo a soltárselo a su familiar –le digo –ya veremos lo que sale de todo esto, pero cuenta con nosotros.