Diario de un preventivo (8)

Vuelvo a solicitar una entrevista con el nuevo educador. Espero que tenga más ánimos que el pánfilo del 6. Eduardo me pone al tanto de todo, y sin ser un kie, cuenta con cierto protagonismo en el módulo.

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Esta tarde hay salida al cine. Nos apuntamos gran parte de los mendas del módulo. Todos están emocionados. Se han enterado, no se sabe cómo, que junto a nosotros sale el 14, el otro módulo de las niñas. Algunos se han perfumado, otros se han cambiado de camisa, más de uno se ha duchado y varios fantaseadores se han mudado por fin de gayumbos. Soñadores ellos, pienso.

Nos acercamos unos sesenta al sociocultural secundados por cuatro funcionarios. Antes de entrar en el salón, nos pasan por el arco detector. Entonces nos acomodan en el lado derecho. Algún despistado listillo cruza el pasillo central y se acomoda en la otra zona del salón. Lo devuelven de inmediato a su sitio. Todos estamos expectantes ante la entrada de las titis, hasta yo, recién llegado y supuestamente pasota con el tema mujeres.

Hacen su aparición. Se asemejan a un grupo de amazonas o diosas del Olimpo, deslizándose por el pasillo sin apenas rozar la superficie. Ante nuestro mirar romántico esa es la imagen que recibimos, aunque a más de una le falten los incisivos, otras lleven el pelo enredado y algunas tengan los brazos surcados por antiguas costras. Sin embargo, nos parecen ideales.

Las acomodan al lado izquierdo del pasillo central. De inmediato, comienzan los silbidos y los llamados entre ambos grupos. Nombres, piropos, obscenidades, consignas de amor…, todo vuela de lado a lado. Los ocho funcionarios y funcionarias que rodean el perímetro del salón nos llaman de continuo la atención. Durante la proyección de “Pretty Woman” comienzan a arrastrarse sombras entre las butacas. Algunos son llamados al orden, otros escapan a la vigilancia y coronan su cima. Cuando la película llega a su fin, unos se acomodan sus prendas, otras se arreglan el maquillaje corrido.