Resumen
“Es imposible que el delincuente actúe, y sobre todo con la intensidad que requiere cometer un crimen, sin dejar rastro de su presencia”
Edmond Locard. La investigación criminal y el método científico, 1920.
¿Qué ocurre cuando la policía encuentra una segunda o tercera víctima en diferentes escenas del crimen, al tratarse de asesinatos seriales o de crímenes especialmente violentos que parecen seguir patrones de conducta repetidos? ¿Qué método de investigación se utiliza para encontrar a ese asesino desconocido y reincidente que vuelve a matar de nuevo y que sabemos que se trata del mismo sujeto, debido a su modus operandi y firma? Observando y analizando la escena del crimen la pregunta clave es ¿Qué tipo de persona ha cometido este delito?
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El perfil criminológico[1] es una técnica de investigación criminalística que busca descubrir, explicar y predecir las características socio-demográficas (edad, sexo, ocupación, raza, nivel socio-económico), criminológicas (carrera delictiva[2]) y psicológicas (rasgos de personalidad, motivaciones, patrones conductuales) de la persona que ha cometido un delito y de la cual se desconoce su identidad[3], con el objeto de ofrecer información a la policía para su captura. Con esta finalidad, se estudia exhaustivamente la escena del crimen (donde se analizan los rastros del comportamiento o huellas psicológicas), las evidencias, indicios y huellas halladas en ella[4], se estudia a la víctima, los posibles testigos y toda la documentación relativa a los hechos, con el fin de establecer una hipótesis sobre la persona que cometió dicho delito. Por lo tanto se trata de una herramienta de ayuda a la investigación policial para delimitar las características del presunto asesino, creando un patrón. Robert K. Ressler define la perfilación criminal como “la elaboración de un mapa de la mente del asesino” y determina que si se consigue entrar en la mente de un criminal, se puede entender e incluso predecir su próximo asesinato.
La perfilación criminal pretende delimitar las características del presunto culpable y así acotar las posibilidades de la investigación centrándose en blancos realistas. Esto es muy importante ya que cuando se trata de crímenes muy violentos y sobre todo asesinatos seriales, estos actos crean una gran alarma social y las posibilidades de que se que cometa un nuevo asesinato o un nuevo delito hacen necesario actuar con rapidez. Dicha técnica es aplicable sobre todo en los casos de asesinos en serie ya que la repetición es lo que permite determinar si existe una pauta, especialmente en los delitos de violación, homicidio, asesinato y piromanía ya que los datos que se obtienen de la escena del crimen y de las distintas víctimas permiten obtener información de gran calidad y muy útil sobre el delincuente desconocido que deben atrapar.
MODUS OPERANDI: ¿CÓMO SE COMETE EL CRIMEN?
Al llegar a la escena del crimen es importantísimo analizar el modus operandi, así como la firma del delincuente. Con ambos términos nos estamos refiriendo a la EVIDENCIA CONDUCTUAL del hecho delictivo. Juan Enrique Soto, Jefe de la sección de Análisis de la conducta de la Policía Nacional nos dice que “las evidencias físicas pueden eliminarse, las conductales no”.
Modus operandi es un término latino que significa “método o forma de operar”. Se refiere a la manera o método que ha usado el asesino para cometer su crimen, es decir las acciones y conductas que el autor o sujeto activo ha utilizado para consumar el delito. De su estudio sacamos información sobre como mata ese asesino y observamos las características psicológicas que se pueden deducir de su forma de matar. El modus operandi por lo tanto responde a la pregunta de ¿cómo se ha cometido el crimen?
La característica distintiva del modus operandi respecto a la firma (o sello personal) se basa en que todos los actos realizados por el asesino son necesarios para que se consiga el objetivo de la acción criminal, que es la muerte de la víctima. Sin embargo la firma está compuesta por un conjunto de conductas que nos hablan de la motivación final por la que dicho asesino comete ese acto, mostrando las necesidades psicológicas o emocionales que pretende satisfacer con ese asesinato o crimen. Por lo tanto la firma responde a la pregunta ¿Por qué se mata?
A diferencia de la firma, el modus operandi puede cambiar con el tiempo ya que es dinámico y evoluciona por la influencia del aprendizaje, de la experiencia y las habilidades que el asesino o agresor va adquiriendo (se va perfeccionando) o bien puede cambiar porque el asesino busca emociones más fuertes, o simplemente cambia para protegerse y mejorar su seguridad exponiéndose menos a la policía o incluso para atenuar o aumentar el dolor de la víctima. Sin embargo en otros casos el asesino serial mantiene su modus operandi en el tiempo, como el caso del Ángel de la muerte Harold Shipman. No obstante el modus operandi también puede involucionar debido al deterioro mental, al uso de drogas o por un exceso de confianza en sí mismo de que no lograran atraparlo, puesto que este exceso de confianza puede llevarle a cometer errores.
A la hora de elaborar el perfil criminológico, el análisis del modus operandi y de la firma es fundamental puesto que nos puede dar mucha información de ese asesino desconocido que buscamos, ya que nos ha dejado elementos visibles en la escena del crimen con los que trabajar y establecer el perfil de personalidad del autor.
¿Qué información nos da por lo tanto, el estudio detallado del modus operandi?
· Nos indica qué momento del día elige el asesino para atacar a sus víctimas.
· Su forma de matar nos muestra si se trata de una persona perfeccionista.
· Cómo se ha aproximado a la víctima, si mediante el engaño, o mediante la oportunidad. Por poner un ejemplo que todos conocemos, recordemos que Ted Bundy, fingía tener el brazo roto para así pedir ayuda a sus víctimas, poder atacarlas y meterlas en su coche. Por analogía, en la película El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) hay una escena en la que el asesino apodado por el FBI “Buffalo Bill” también pide ayuda a una joven, para meter un sofá en una furgoneta, fingiendo tener el brazo roto.
· Si es planificador y organizado. Jeffrey Dahmer era sumamente metódico. Se desplazaba a lugares de ambiente gay y ofrecía dinero a sus posibles víctimas para llevarlas a su apartamento. Allí drogaba a los muchachos y los mataba.
· Que zonas prefiere para abordar y atacar a la víctima: una zona solitaria, parking, vivienda de la víctimas, un coche o en el caso de Andrei Romanovich Chikatilo las estaciones de tren, etc.
· Podemos conocer sus habilidades, su profesión o si es especialista en un determinado conocimiento o materia. Esto fue muy importante para realizar el perfil criminal del conocido George Metesky o Mad Bomber quien desde 1940 y durante 17 años puso un total de 37 artefactos explosivos caseros en distintos lugares de Nueva York.
· Cómo ha accedido a la escena del crimen y como se ha marchado de ella.
· Cuanto tiempo ha empleado en cometer la agresión o el delito, lo que nos puede indicar si es un sádico o si por el contrario mata de un modo rápido.
· Si ha utilizado elementos para evitar ser reconocido por la victima (llevar una máscara, vendar los ojos de la víctima, uso de capucha, preservativos) o bien para evitar ser capturado por la policía (guantes, evitar las cámaras de seguridad). Estos actos son una consecuencia de la evolución del modus operandi y se denominan actos de precaución.
· Si es posible que existiera una relación entre el agresor y la víctima, si se trata de una víctima elegida al azar, o si se trata de un tipo de víctima con el mismo perfil.
· Nivel intelectual del agresor.
· Arma utilizada y la fuerza necesaria para controlar a la víctima.
El modus operandi, según Vicente Garrido tiene tres metas: proteger la identidad del delincuente, consumar con éxito la agresión y facilitar su huida.
LA FIRMA DEL ASESINO EN SERIE: ¿POR QUÉ MATA?
En determinadas escenas del crimen, es de vital importancia centrarse en el análisis de las evidencias psicológicas o conductuales, ya que ambas son vestigios que reflejan el modo en el que el asesino cometió sus delitos. La utilidad de estas evidencias radica en su permanencia en el lugar de los hechos puesto que las pruebas físicas pueden desaparecer con el tiempo, pero es imposible eliminar un rastro conductual. Sin embargo no olvidemos que nos encontramos con un gran inconveniente: la evidencia conductual carece de valor probatorio en los tribunales.
La firma (o sello personal) puede definirse como todas aquellas conductas y actos accesorios al asesinato, que no son necesarios para matar y que nos hablan de la motivación final, del porqué se ha cometido ese crimen. Refleja las necesidades psicológicas o emocionales que el criminal pretende satisfacer con la realización de sus crímenes, siendo por lo tanto un reflejo conductual de su fantasía. Es más estable que el modus operandi que ya hemos visto que puede cambiar, y aunque su modo de presentación puede variar, las necesidades que se cubren con ella se mantienen constantes. Debido a la menor variación de la firma y que se considera un componente más personal e individualizador de ese criminal, la firma es un instrumento muy útil para la vinculación sobre todo de casos seriales que pueden ser de la autoría de un mismo sujeto.
Podremos encontrarnos con tantas firmas distintas como asesinos existen, aunque es cierto que algunas son similares lo que permiten al perfilador encuadrar al agresor en una tipología concreta.
El problema del perfilador radica en distinguir si la conducta llevada a cabo es parte del modus operandi o de la firma, ya que una misma conducta en un criminal puede ser parte de su modus operandi y en otro puede ser parte de su firma. Por ejemplo en el caso de un agresor sexual, si el agresor cubre la cara de la víctima con una camiseta durante la violación, puede ser debido a un deseo psicológico de fantasear con el hecho de que la víctima realmente es otra persona. Esto sería una conducta de la firma. En el caso de otro agresor diferente, el hecho de cubrir la cara de la víctima puede deberse a la necesidad de evitar que esta le vea y le pueda reconocer e identificarle a posteriori, de modo que estaríamos ante un acto de precaución del modus operandi.
Es importante resaltar que repetir una misma conducta en distintos crímenes no convierte a esa conducta en parte de la firma. Las conductas de la firma a veces son muy difíciles de distinguir de una conducta propia del modus operandi, por lo tanto es necesario un análisis detallado y meticuloso.
Las conductas de la firma suelen tener las siguientes características:
· Suponen un tiempo extra para su desarrollo en la escena del crimen.
· Esos actos no son necesarios para completar el crimen ni para matar.
· Están relacionadas con expresiones de necesidad, emociones, sentimientos o fantasías.
· Hay menos racionalidad, de modo que son más viscerales.
· Suponen actos de comunicación entre el asesino y la víctima o entre el asesino y otras personas.
Para el Dr. Robert D. Keppel (1995) la firma del delincuente constituye una parte de la escena del crimen donde se recogen las expresiones de las fantasías del asesino, definiéndose como “el conjunto de acciones que no son necesarias para cometer el delito”. Keppel considera que el autor de un crimen se siente psicológicamente forzado a dejar su firma (su tarjeta de visita) en la escena del crimen, a modo de impresión o huella. Determina que la firma es realmente lo que ayuda a vincular varios crímenes de autores desconocidos y no el modus operandi. Sostiene que el tema subyacente en el uso de la firma de un asesino es el control. Estos hombres son perdedores, que se sienten impotentes y que buscan el poder mediante el asesinato. La necesidad de sentirse mejor consigo mismos genera una compulsión de encontrar y controlar a las víctimas de un modo específico y ellos actúan dentro de la misma compulsión de manera repetitiva.
Para Keppel son conductas de la firma:
- Mutilaciones de partes del cuerpo.
- El ensañamiento.
- Dejar mensajes.
- Realizar marcas profundas en el cadáver o grabar cosas en él.
- Colocar el cuerpo de forma que comunique algo.
- Realizar actividades post mortem.
- Obligar a la víctima a que hable de un modo concreto.
MODUS OPERANDI Y FIRMA DE CLEOPHUS PRINCE JR.
NOMBRE: Cleophus Prince Jr.
FECHA DE NACIMIENTO: 24 de julio de 1967.
APODO: The Clairemont Killer.
NÚMERO DE VÍCTIMAS: 6 mujeres.
CARGOS JUDICIALES: violación y asesinato de 6 mujeres en San Diego (California) de enero a septiembre de 1990. Robo e intento de robo de abril de 1990 a febrero de 1991.
CONDENA: condenado a muerte en 1993.
MODUS OPERANDI: asesino serial que actuaba por oportunidad.
· Seguía a mujeres blancas, atractivas y jóvenes (y casi todas ellas morenas), cuando éstas salían del gimnasio.
· Entraba en el domicilio de las víctimas, a través de una ventana o una puerta abierta, mientras se estaban duchando, y estaban menos atentas a su entorno de modo que no lo oían entrar. No forzaba las cerraduras.
· Los asesinatos fueron cometidos entre las 10 y las 14 horas, lo que supone asesinatos de alto riesgo para el criminal ya que se cometieron a una hora del día en la que podían verle otras personas.
· A todas ellas las apuñaló con un cuchillo de cocina en múltiples ocasiones hasta ocasionarlas la muerte, en la zona del pecho, sobre todo en el pecho izquierdo, excepto a una que solo la apuñalo una sola vez (directamente en el corazón) probablemente porque fue interrumpido.
· Las puñaladas eran muy profundas, de modo que algunas de estas puñaladas incluso atravesaron el cuerpo de la víctima.
· El arma utilizada para los asesinatos la cogía del propio domicilio de las víctimas: un cuchillo de cocina.
· Los cuerpos de las víctimas estaban desnudos o semidesnudos.
FIRMA: piquerismo.
· Multitud de heridas de arma blanca como una forma de conducta sexual desviada denominada piquerismo[5].
· Las puñaladas estaban todas ellas concentradas en la zona del pecho, e iban dirigidas al corazón y al pecho izquierdo, siendo muy numerosas, más de las necesarias para matar.
· Fueron asestadas con gran fuerza, y de manera muy profunda llegando incluso algunas de ellas a atravesar el cuerpo de las víctimas. Puede significar que el asesino estaba muy enfadado y sentía la necesidad de controlar a sus víctimas. Probablemente, esto le provocaba una gran excitación sexual, ya que solo una de ellas fue agredida sexualmente.
· Es importante destacar la posición distinta en la que fueron encontrados los cuerpos, como sí estos hubieran sido colocados.
BIBLIOGRAFIA:
· GARRIDO GENOVES, V; LOPEZ, PATRICIA. El rastro del asesino, el perfil psicológico de los criminales en la investigación policial. 2006, Ariel
· Keppel, R.D y Birnes, W.J. Serial Violence. Analysis of modus operandi and signature characteristics of killer. USA. 2009, Taylor and Francis group.
· Quiñones Urquiza, M.L. Las huellas psicológicas y motivaciones del delincuente sexual. http://www.revistajuridicaonline.com.
· GARRIDO GENOVES, V. Perfiles Criminales: Un recorrido por el lado oscuro del ser humano. Barcelona. Ariel, 2012.
· GARRIDO GENOVES, V. La mente criminal. La ciencia contra los asesinos en serie. Editorial planeta. 2007, 2014.
· JIMENEZ SERRANO, J. Manual práctico de perfil criminológico: Criminal Profiling, Valladolid. Lex Nova, 2010.
· OTIN DEL CASTILLO, JM. Psicología Criminal: técnicas aplicadas de intervención e investigación policial. Valladolid. Lex Nova 2ª edición, 2010.
· SÁNCHEZ, LUIS M. La firma en el criminal profiling. Quadernos de criminología número 20. Enero-marzo 2013. Valladolid.
· Documental sobre el asesino en serie Cleophus Prince Jr. https://www.youtube.com/watch?v=ThArFQuxokk
[1] Según Vicente Garrido (2006) el perfil criminológico es una estimación acerca de las características biográficas y del estilo de vida del responsable de una serie de crímenes graves y que aún no se ha identificado.
[2] Este aspecto analiza la capacidad de adaptación y cambio que posee un criminal, aspecto relevante en la criminalidad serial donde se puede evaluar la evolución del modus operandi y el posible contacto del criminal con otras tipologías delincuenciales.
[3] Ressler, Burguess, Hartam y Douglas (2000) lo definen como una técnica para identificar las características importantes de la personalidad y del comportamiento de un individuo, tomando como base la información de los delitos cometidos por ese sujeto.
[4] Los perfiladores se basan en el Principio de transferencia postulado por Locard en 1920, que reza que “todo contacto deja un rastro”, de manera que lo que ellos hacen es tomar como objeto de estudio las huellas o rastros de comportamiento que el autor deja en la escena de un crimen.
[5] En los casos de asesinato seriales un tipo característico de la firma es el piquerismo. Vernon Geberth (2006) lo define como la inclinación sexual para apuñalar o cortar con el objeto de obtener satisfacción sexual a través del derramamiento de sangre, el desgarro de la carne y/o la observación de ese dolor y sufrimiento de la víctima. La intención es utilizarlo como un instrumento de dominación desviado de las satisfacciones sexuales propias del proceso de penetración. Esta práctica puede considerarse como una parafilia dentro del sadomasoquismo consistente en la realización de una gran cantidad de cortes, heridas punzantes o desgarros carnales concentrados en torno a zonas sexuales, como genitales, glúteos, el pecho y el resto de la víctima.
Bibliografía
(Valladolid, 1968) Licenciada en Derecho (Abogada Colegiada ejerciente ICAB). Graduada en Criminología y Política Criminal. Premio especial fin de carrera. Máster en Documentoscópia, Grafística y Falsedad Documental (UB). Especialista en evaluación criminológica (CSEC). Socia fundadora de la Sociedad Española de Suicidología. Miembro de SECCIF, AIIF, ACC, SECRIM y SEIC. Profesora en Universidad Católica de Ávila y en la Escuela Europea de Criminología. Creadora y administradora del blog www.criminal-mente.es.