Resumen
Una de las noticias que sacudió el final de año fue la brutal violación de una joven a manos de seis hombres en un autobús en la India, después de horas de salvajismo simplemente tiraron su cuerpo del vehículo en marcha y esperaron que muriera; tras días luchando por su vida, su pequeño cuerpo destrozado no pudo resistir más y se unió a un corazón, un alma y unos sentimientos que ya habían matado.
Después supimos que no era el primer caso, que días antes otra niña se había suicidado tras no soportar la violación y el posterior trato recibido por las autoridades. Con esta crónica vinieron otras más plagadas de datos alarmantes: violaciones cada pocos minutos, inmunidad casi plena de los responsables, desprecio de las autoridades a las víctimas…. y todas estas noticias nos alarmaban y escandalizaban pero bueno… sucedían lejos, en países en vías de desarrollo, poco democráticos y que no conciben a las mujeres como personas iguales y con derechos.
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Qué equivocados y narcisistas, el cuerpo de la mujer siempre se ha utilizado como un arma y la violación como forma de violencia en todas las culturas, épocas y países.
Durante la guerra que asoló los Balcanes la violación fue utilizada como forma de limpieza étnica, al igual que sucedió durante el genocidio de Ruanda; la CIA utilizaba la violación de mujeres para someter a miembros del vietcong; las diferentes dictaduras que asolan y asolaron el mundo desde Chile, Argentina, España o Birmania la han usado para humillar y dominar a la población femenina; durante la IIª Guerra Mundial las mujeres fueron tratadas como ganado sexual por alemanes (en los campos de concentración) y japoneses (las mujeres de consuelo); los señores de la guerra en África, los guerrilleros de las FARC en Colombia, los narcos en cualquier parte del mundo, las maras en el tren que une México con EE.UU. o los países que han sufrido un desastre natural como Haití o Indonesia o revueltas pidiendo democracia como Egipto, Yemen o Sudáfrica también usan la violación como instrumento de control y miedo sobre la población. El informe de Amnistía Internacional: “Vidas rotas. Crímenes contra mujeres en situaciones de conflicto. No más violencia contra las mujeres” deja muy claro que no podemos desentendernos por más tiempo de esta situación de violencia constante hacia las mujeres de cualquier edad y condición.
Pero aún pensamos que siguen siendo situaciones lejanas, bien en tiempo bien en espacio, hace falta ser un necio o un ciego para no darse cuenta de que esas situaciones suceden más cerca de lo que nosotros nos pensamos o queremos pensar, es difícil llegar a olvidar sentencias declarando la inocencia de un violador basándose en que no se podía violar a una mujer dentro de un coche fiat o que llevara pantalones vaqueros porque en ambos casos era improbable que la mujer no hubiera colaborado. ¿Es indignante?, sí, lo es, imaginaos lo que pudo suponer para la víctima.
Las violaciones existen actualmente, el cuerpo de la mujer sigue siendo usado como instrumento y como arma y no hace falta irse a un país en guerra ni en vías de desarrollo, en España las violaciones y agresiones sexuales se suceden (el año pasado hubo casi 3.000 hombres encarcelados por este motivo y sabemos que la mayoría de estos delitos ni siquiera se denuncian) y se siguen esgrimiendo las razones más peregrinas para hacer culpable a la víctima e inocente al violador: en octubre del año pasado un abogado defensor presentó ante el supremo un recurso alegando que su cliente había violado a la víctima en legítima defensa, en enero de este mismo año otro abogado defensor arguyó como defensa en la violación de una prostituta el precio disparatado del servicio; gracias al cambio de mentalidad tanto en uno como en otro caso el supremo consideró un insulto las justificaciones esgrimidas: es inadmisible actuar en legitima defensa al violar a una joven, inerme e indefensa y un precio alto en un servicio no autoriza, en ningún caso, a violar.
Estos son algunos de los ejemplos con los que las mujeres nos tenemos que enfrentar a diario, en cualquier parte del mundo, en cualquier momento, es lo que Virgine Despentes defiende en su teoría king kong: el sólo hecho de ser mujer ya te conduce a un estado de vulnerabilidad para ser violada, prácticamente naces con esa posibilidad en tu imaginario.
Para acabar con esta situación de inseguridad y fragilidad, de utilización de nuestros cuerpos como arma de guerra, como instrumento de control y tortura no podemos contar sólo con nosotras mismas, hemos de contar todos nosotros como está sucediendo en la India en estos momentos, donde la sociedad ha despertado a la realidad del sufrimiento que viven sus mujeres y, por fin, intentan protegerlas; hagamos extensible y duradero este movimiento, en cualquier parte, en cualquier momento, el cuerpo de una mujer y lo que desee hacer con él, es una decisión que pertenece a la mujer y nadie tiene derecho alguno a arrebatárselo, no sirven excusas de ninguna clase, ni forma de vestir, ni manera de actuar, ni nada que ningún abogado defensor o criminal violador pueda pasársele por la imaginación. Acabemos con las violaciones, las agresiones sexuales, las mutilaciones y cualquier vejación que las mujeres sufrimos por el simple hecho de ser mujer, por el simple hecho de que alguien se siente con derecho para disponer de mi cuerpo y de mi vida.
Bibliografía
Doctora en Sociología, especializada en desviación social y género.
Especialista en Investigación Criminal.
Apasionada de la justicia y la igualdad.
Intentando continuar la estela de las grandes mujeres y excepcionales penalistas Doña Concepción Arenal y Doña Victoria Kent en la creencia de que el delincuente (y la delincuente) es una persona y por ello su comportamiento y sus necesidades deben ser estudiados, conocidos y de ser posible (en la medida de lo posible) dar una respuesta y solución.