Tabla de contenidos
1. Resumen
El cyborg como nueva entidad bio-psico-social ha tenido que adaptarse a su naturaleza más próxima en todos los aspectos posibles. Ello ha conllevado a que no solo haya desarrollado un nuevo paradigma de comunicación textual, verbal o visual, sino que también ha adaptado las funciones del anterior humano convirtiendo los sentimientos en emoticonos, las esperanzas en hashtag o el arte en filtros Instagram. Lo cierto es que el arte amatorio no ha sido menos y el tradicional cortejo ha sufrido una fuerte transformación que merece un estudio apropiado, porque de la misma también ha surgido software malicioso.
Palabras clave: cyborg, ciberespacio, cibersexo, desviación sexual, app
2. Introducción al arte amatorio Cyborg
“Las pasiones de la lujuria son inexorables. La lujuria exige, provoca y tiraniza” (Marqués de Sade).
La frugalidad amatoria, pasional y lúbrica ha sido una seña de identidad humana desde el inicio de su existencia, ya fuere como requerimiento biológico, como medio de reproducción de la especie o como instrumento propio del hedonismo más profundo (Jung, 2003). Así pues, podemos hallar en la literatura desde códices técnico-libidinosos como el kamasutra (Mallanaga, 2005) que promete a los amantes llegar al nirvana del placer hasta novelas caballerescas repletas de amor romántico o auténticas biografías del cortejo cassanovesco. Pero con el devenir de la posmodernidad, el medio social ha mutado y el animal que en él habita no ha seguido una tendencia contraria. Mientras que filmes como “50 shades of Grey” (Taylor, 2015) han enseñado a los dramaturgos de lo cotidiano (Goffman, 2001) a nivel mundial las bondades del bondage y el sado vainilla, han surgido también herramientas para hacer realidad nuestros deseos sexuales más ocultos, pero ahora dotados de un entorno aséptico y frio que permite desde realizar un ciberbukake (Torbe, 2016), comprar ropa interior marcada (Cabrero, 2016) o hacer llegar a infinitos placeres orgiásticos a una joven amateur a través de SMS que se convierten en vibraciones clitorianas (Cuesta, 2013). Ante todo este abanico de posibles, también nace una desviación más profunda si cabe, el uso de aplicaciones móvil para el cortejo oscuro, la mercantilización del sexo o incluso la agresión física. Es por ello que la Criminología Cyborg (Pérez, 2016) debe establecer directrices a este respecto, las aplicaciones no dejan de surgir como un código infinito de texto plano, cada vez son más las posibilidades para el mal uso de estas y aunque se han establecido medidas de seguridad para evitar algunas de estas desviaciones, las mismas devienen insuficientes. Tal vez por un asesoramiento no adecuado o, quizás, por una imaginación cada vez más sofisticada de un cyborg hambriento de perversión y sin un control social eficaz sobre el mismo. Ante el código ágrafo de la moral y la ética imperante en las tabulaciones del océano cibernético, el individuo baila entre la deriva (Matza, 2014) del oleaje que le aborda y habrán de generarse una serie de medios preventivos para evitar que esta fenomenología detone en un sucedáneo de ETS. El criminólogo deberá generar profilácticos de silicio suficientemente eficaces como para gestionar los posibles riesgos.
Podemos, pues, crear un entorno saludable de herramientas alternativas que ayuden al cyborg a relacionarse con sus iguales bajo la perspectiva post-género aquiescente a este ente social (Haraway, 1991), protegiendo los derechos fundamentales de cada individuo y generando una nueva forma de entender la pasión, el amor o el sexo. ¿Serían estas formas neotribales más óptimas? Ello habrá de evaluarse con el trascurso del tiempo, pero hemos de ser conscientes de que a día de hoy, y solo ha día de hoy, el cyborg ha sido capaz de inmortalizarse, pero no de reproducirse fácticamente.
3. Software de seducción
Si bien antes se utilizaba determinado tono de voz, picaresca o una semiótica gestual seductora para conquistar a la otredad, el cyborg utiliza un característico lenguaje, una picaresca transformada y una semiótica extrapolada a pequeños emoticonos de color amarillo. Pero, como bien sabemos, el cyborg es un metahumano, un ser con capacidades extraordinarias que, de alguna u otra forma, colman las carencias del mundano individuo superado (Margalef & Silva, 2016). Así sucede también en este prisma social, el nuevo protagonista de la urbe binaria ha sido lo suficientemente ingenioso como para generar protocolos mediante los cuales poder enfatizar la búsqueda del objeto de deseo amoroso y sexual, fuere este desviado o no e independientemente de las barreras espacio-temporales o de género. Así pues podemos ver una amalgama de actualizaciones para instalar en nuestra memoria flash, Meeting, Badoo, Grindr, StreetMatching, AdoptaUnTio, Good2Go, etc. Cada una con una funcionalidad específica distinta, algunas más orientadas al sexo, otras al establecimiento de relaciones amorosas, unas más orientadas al colectivo LGTB, otras más a heterosexuales varones o mujeres, etc. El quid a fin de cuentas es que, de una u otra forma, el cyborg se asegura su cacería, satisface su deseo predatorio originario y colma sus expectativas sexuales.
Nada de lo citado anteriormente es meritorio de rechazo alguno. De facto, asombra la funcionalidad que puede llegar a cosechar este tipo de prácticas ante usuarios que realmente busquen los resultados que las mismas prometen. Pero como toda realidad social, también las app de este tipo contienen su especial ying-yang. Si bien los hacedores oligárquicos de este tipo de software los generan metódicamente con una doble funcionalidad objetiva, generar beneficios económicos y fomentar el intercambio de relaciones sexuales o afectivas, es igualmente cierto que el consumidor de este tipo de productos tiene la oportunidad de revertir dichos objetivos a conveniencia, algo que deviene racional en el entorno dinámico ciberespacial (Pérez, 2016). Así, veremos como una de las opciones que proponen alguna de estas aplicaciones, el seguimiento geográfico en tiempo real de cada usuario (Farrés, 2015), se puede ver infectada por la toxicidad de la homofobia, la xenofobia, los abusos y agresiones sexuales, etc. Por otra parte, aplicaciones que se han destinado a defender el status de la mujer en la sociedad combatiendo determinadas lacras socio-patriarcales se ha convertido en medio de discriminación masculina o medios que estaban pensados para el mero contacto social se han terminado utilizando incluso para el mercadeo de sexo.
De todo lo anterior se extrae, que el método de seducción del cyborg es abierto a potenciales desviaciones como paralelamente sucede con la praxis en la vida física. He aquí uno de los puntos en los que se aprecia la necesidad de criminólogos especializados en ciberdelincuencia para la asistencia de los anteriormente denominados hacedores oligárquicos, chamanes del código y alquimistas del bit. No obstante, podemos vislumbrar como la etnografía virtual (Hine, 2000) no ha tenido desarrollo en materia criminológica en España, siendo este un método muy válido para entender profundamente las capacidades ciberamatorias y las estrategias de seducción actuales.
4. Perversiones ciberespaciales y tormentos físicos
Como dijimos anteriormente, la depravación a la que se puede acceder a través de la red es infinita. Por una parte, hemos de pensar que en principio lo que se realizaría en el ciberespacio no son más que extrapolaciones de lo que realizamos en el mundo físico, empero la cuestión es algo más compleja. Es veraz que en el mundo físico se puede llevar a cabo un bukake y que a través de Internet los mismos pueden verse representados en salas de chat donde decenas de individuos se masturban compulsivamente desde un lado de la pantalla, mientras otr@ cumple los oscuros deseos del ente masturbatorio. No obstante, también es cierto que si la conducta vista de esta forma no se diferenciaría tanto, el factor accesibilidad hacia estos cibercarnavales eróticos son altamente diferenciales. Mientras que es relativamente más complejo o costoso en términos de tiempo y dinero acceder a una de estas prácticas en la vida física, en la vida virtual es más seguro, económico y fácil. Cómputo que conlleva a que la práctica se viralice sin problema alguno. También podemos ver el mismo símil en otras prácticas como la estimulación vibratoria a distancia, permitiendo ahora a un individuo masturbar a otro vulnerando las leyes hegemónicas del espacio-tiempo y pudiendo establecerse como objetivo a un hombre o una mujer que en la vida física estaría realmente lejos de sus posibilidades potenciales o que supongan algún aspecto que colme las fantasías más fetichistas. Podemos ver como se ha mercantilizado todo el mundo del sexo y la perversión en el ciberespacio, venta de ropa interior usada (Cabrero, 2015) o marcada de flujos menstruales (Mendelewitsch, 2015), etc. El más oscuro de los secretos, encerrado bajo encriptación compleja en el disco duro mental del cyborg, es saciable en el ciberespacio. La oferta y la demanda es tan hiperbolesca, que incluso podemos ver como aplicaciones móviles como Periscope han llegado a ser utilizadas para promocionar la prostitución o para corromper a menores sin consentimiento alguno (Ricou, 2016). El cortejo erótico-festivo ha sufrido, por ende, una revolución. Un salto interestelar que sitúa al cyborg ante una perspectiva de compra-venta de placer, de consecución de orgiásticos y utópicos deseos, donde nada está prohibido y todo es posible. Lo será en la Surface o lo será en la Darknet.
Consecuentemente, vemos como en la sociedad del riesgo (Beck, 2006) en la cual vivimos, el cyborg tiene un alto componente activo. Es un temerario en puridad que, por osadía o desconocimiento, se expone sobremanera a peligros que pueden afectar a su software y a su hardware. La instrumentalización de las aplicaciones móviles como elemento propiciador de un abuso sexual, una agresión sexual o física, unas lesiones, etc. Constituyen el futuro tormento, el especial via crucis del cyborg que debe buscar medios para que su sistema no se vea afectado por los virus. No es difícil imaginar a un grupo de homófobos utilizando Grindr para hallar la ubicación de un individuo gay y someterlo. Como tampoco lo es el uso de Happn para que una pareja celosa siga al otro miembro del binomio amoroso y termine coaccionándole o el acoso sexual a un individuo atractivo por parte de una otredad perversa y enfermiza.
5. Profilácticos de silicio
¿Qué antivirus es entonces el más efectivo para que el nuevo skyline cyborg no se vea afectado de virales ETS cibernéticas? ¿Cuál es pues el anticonceptivo premium? ¿El profiláctico de silicio más competitivo pasaría por controlar y regular la actividad en red? En nuestra opinión, habríamos de tomar como referencia el modelo bioecológico de Bronfenbrenner (Bronfenbrenner & Ceci, 1994) actuando desde las diversas esferas vitales del cyborg para conseguir una prevención realmente eficaz. Si algo ha demostrado el empirismo criminológico, es que la marea regulativa y el populismo punitivo no ofrecen beneficios fácticos a la comunidad (Calvo & Picontó, 2012), ergo habremos de educar bien al cyborg, enseñarle a ser responsable, a respetar, a establecer ciertas limitaciones, a llevar a cabo políticas criminales eficaces, etc.
Es necesario que en una familia los progenitores estén formados y actualizados en el uso de aplicaciones móviles (RED.es, 2015), el control informal jugará un importante papel en la prevención a la victimización del infante o el adolescente (Andrés, 2011). Por otra parte, la educación ya sea a menores, adultos o ancianos ha de realizarse de forma continua, porque el dinamismo ciberespacial así lo exige (Pérez, 2016). Las políticas públicas han de adaptarse racionalmente y deben imponer el criterio rector que establezca la participación de los criminólogos a este respecto. Las políticas criminales habrán de adecuarse estableciendo tratamientos y programas sujetos a las peculiaridades del cyborg, así como ha de buscarse la generación de un capital social virtual (Fukuyama, 1995) que si bien tenga ciertos criterios en tanto a seducción, herramientas amatorias o nebulosa lúdico-sexual, también mantenga una cierta conducta ético-moral que no permita la victimización de la otredad. Todo y ello siempre que el sujeto pasivo de la victimización sea precisamente eso, un sujeto pasivo que no quiere ser victimizado, distinto caso sería el de aquél que mercantiliza precisamente ese estado.
Hemos de tener en cuenta, a su vez, que no habrá una víctima ideal (Christie, 1986) en esta fenomenología por lo que el baremo de criterios demográficos será obtuso. No obstante, se requerirá siempre los criterios genéricos del cyborg y habrá determinados factores sociodemográficos o culturales que despunten en algunos tipos de victimización más que en otros, verbigracia pertenecer al colectivo LGTB, tener un físico atractivo, ser inmigrante, etc. Por tanto, en lo referente a estos colectivos de riesgo, habrá que hacer especial énfasis en la profilaxis silícica aplicando un mayor cuidado o restricciones en tanto a privacidad, localización, etc. en dichas aplicaciones móviles.
6. Conclusiones
El cyborg tiende a extrapolar dinámicas sociales de toda índole desde la realidad física a la virtual, colmando en ésta última las carencias o dificultades que aparecen radicalmente asociadas a la primera. Por otra parte, la optimización en tanto a facilidades y seguridad que aporta el ciberespacio es un medio del cual el cyborg saca provecho con notoriedad y ello conlleva en ocasiones a que una desviación se viralice de forma exponencial, que se desvirtúen los objetivos y finalidades de ciertas aplicaciones o que surjan nuevas formas de tormento que bien puedan darse solo en el medio virtual o bien puedan acontecer también en el medio físico. Se hace, por tanto, de imperiosa necesidad el estudio etnográfico virtual (Hine, 2000) para desentrañar los mecanismos internos de la psique y las dinámicas sociales del cyborg, tanto a nivel individual como a nivel comunitario, y poder así proceder con planes preventivos multinivel que posibiliten determinadas conductas sin ocasionar daños a terceros o atentar contra los derechos más fundamentales. Hemos de aclarar, por último, que estudiar la perversión no se traduce en el campo criminológico a la evitación de la misma, sino en la profundización de su esencia para llegar a comprender que motor las impulsa y, de esta forma, poder prevenir eficazmente aquellas que tengan consecuencias funestas para una otredad con la que no haya una relación contractual implícita o expresa.
7. Bibliografía
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- Calvo M. & Picontó T. (2012). “Sociología Jurídica”. Barcelona: FUOC.
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- Pérez J.R. (2016). “We are Cyborgs: Developing and theoretical model for undersanding criminal behavior on the Internet”. Huddersfield: University of Huddersfield.
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- 50 Shades of Grey (2015). Dirigida por Sam Taylor Wood. USA: Focus Features.
(Sevilla, 1989). Es graduado en Criminología por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) con mención de premio extraordinario, maestro en investigación antropológica y doctorando en Antropología Social por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Actualmente, es profesor de Criminología en la Universidad Europea de Madrid y ejerce de etnógrafo y metodólogo principal en el Grupo de Conocimiento Investigación en Problemáticas Sociales (GCIPS) de dicha entidad. Sus áreas de especialización son: epistemología y metodología etnográfica; ética en investigación social y; género, desviación y ciberespacio. Ha coordinado recientemente la obra Nuevos Horizontes en la Investigación Criminológica. Ultra Realismo.