Resumen
Desde hace tiempo existe el conocimiento de que hay una relación negativa entre el desempleo y la salud. (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, 2012).
Para muchas personas el trabajo es una seña de identidad, por la que encontrar un lugar en la sociedad. Gracias a él, podemos sentirnos útiles, sentir que nos proporciona un status social, entenderlo como un medio para entrar a formar parte de la dinámica de la vida, ser así participes y desempeñar un rol social con el que identificarse.
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Debido a ello, el desempleo supondrá una causa de aislamiento social (tanto en un sentido económico, como también psicológico), no solo se pierde el contacto con las personas con las que se relacionaba profesionalmente, sino, que el parado, tiende a encerrarse en sí mismo dejando de relacionarse con los demás.
Son múltiples los mecanismos por los que se produce estas circunstancias no llegando a estar del todo claros. A continuación haremos mención de los que pueden considerarse como los más relevantes:
Por una lado, se habla de la privación económica como la pérdida de capacidad monetaria y las secuelas que ello conlleva (peor alimentación, peor respuesta ente necesidades extraordinarias (gastos en medicamentos, atención sanitaria, etc.), las peores condiciones de vida (alojamiento, higiene, etc.), la actividad laboral como sistema de control del resto de las actividades o como parte reguladora de la vida diaria, el estrés (el más utilizado para justificar los problemas relacionados con la salud mental que presentan los desempleados y las elevadas tasas de suicidio), el ambiente de trabajo, las funciones latentes (que relaciona las aportaciones del trabajo en la oportunidad de contacto con otras personas), o el soporte social (que señala las dificultades en la inserción social que conlleva el desempleo y los efectos que estas carencias tienen sobre la salud). Todos ellos vienen a señalar aspectos importantes que pueden explicar en menor o mayor medida la influencia negativa del desempleo sobre la salud.
Junto con todo lo dicho, no hemos de olvidarnos que el desempleo tiene unas formas de afectar a la salud de las personas muy distinta, ya sea en calidad y cantidad, y según los países por motivos sociales, culturales y económicos. (Desde estudios llevados a cabo por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública se quiere reflejar que la población desempleada tiene peor salud mental que la población activa. Así nos lo deja entrever en su trabajo sobre los efectos del desempleo sobre la salud).
La falta de trabajo suele provocar en las personas tristeza, lo que a un nivel más elevado puede derivar en lentitud del lenguaje, del pensamiento, del movimiento y la falta de interés. Dicha situación también puede desencadenar pensamientos de indefensión, sentimientos de culpabilidad, desprecio hacia uno mismo, disminución del autoestima, dificultad en la toma de decisiones, insomnio, pérdida de apetito (con ello de peso), fatiga y ansiedad… Todos estos síntomas pueden llevar a una persona ante una depresión (los trastornos depresivos son los que con mayor frecuencia se manifiestan entre las personas paradas). Ej.; Señora de 63 años que en su momento estaba dada de alta como autónoma pero que con las crisis ha tenido que cerrar su negocio viéndose con el tiempo inmersa en una depresión.
Las investigaciones realizadas hasta ahora al respecto, demuestran que los sujetos sin empleo, presentan mayores puntuaciones en depresión que los sujetos activos. En estas investigaciones se ha puesto de manifiesto que tanto la duración del desempleo como las veces que se ha estado en la misma, constituyen dos variables moduladoras de la intensidad de los síntomas. (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública y el Elergonomista.com),
Por otro lado, un tema muy a tener en cuenta por el aumento que se está dando en la actualidad, dada la situación de crisis en la que se halla España es la relación significativa que encontramos entre el estar parado y el aumento de las tasas de suicidio (la perdida de trabajo priva a la persona de un factor de protección). Dicha circunstancia hace del desempleo uno de los factores de riesgo del suicidio. Esa gente que ante una situación de desempleo, sin medios para llevar a cabo una vida al menos, en algo similar a la que podían llevar antes, deciden no poder hacer frente a sus problemas económicos y psicológicos tomando como “solución” el suicidio.
Desde el año 2008 el suicidio es la principal causa de muerte externa en España, lo últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) recogen que en 2010 se quitaron la vida 3.145 personas (casi nueve al día). Desde que estalló la crisis se miraba de reojo a la situación económica como posible causa para entender por qué alguien decide poner fin voluntariamente a su existencia. Seria en el Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado en Bilbao donde se reveló que los problemas económicos son el origen del 32% de los suicidios. De hecho, la crisis se alza como la principal causa, seguida del desamor y los problemas de pareja (25,8%), problemas psiquiátricos (19,1%) y conflictos familiares (11,2%).
El periódico de la Vanguardia, en Andalucía, nos alerta del paro y las hipotecas como causas “fundamentales” del incremento del suicidio, y como ello ha supuesto un aumento de demandas de consultas medicas por depresión.
Tras llevar bastante tiempo buscando empleo, una joven inglesa de 21 años decide quitarse la vida como salida a su frustración al no ser capaz de encontrar trabajo. La chica había realizado más de 200 entrevista a los largo de dos años, sin éxito.
Un hombre de 54 años el cual regentaba una papelería y que iba a ser desahuciado por problemas económicos se quita la vida.
Entre otras, no hemos de olvidarnos también de la estrecha relación que puede llegar a darse entre la inactividad laboral y las adicciones. La práctica clínica en este campo de adicciones nos muestra que en numerosas ocasiones la falta de empleo, y las dificultades económicas, son un factor desencadenante de una conducta de desempleo, con las consecuencias negativas que ello comporta, constituyéndose así como factor de alto riesgo para desencadenar una conducta adictiva. En la mayor parte de las ocasiones el no trabajar, unido a las circunstanciaos que conlleva la situación. Provoca una importante desestabilización en las relaciones familiares. La familia podrá ser tanto origen de tensión como de apoyo social.
Por tanto y a modo de conclusión, el desempleo constituye un riesgo muy importante para la salud, tanto física como mental, incrementando la mortalidad por todas las causas, la mortalidad infantil y perinatal, la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, así como los suicidios y la autopercepción de una mala salud. También es responsable de un aumento de los factores de riesgo de mala salud, del tabaquismo, consumo de alcohol y de drogas.
Las repercusiones psíquicas del desempleo son muy importantes y aumentan con el tiempo, van desde trastornos del sueño, depresiones, etc., llegando incluso al suicidio.
Queda claro que esta población sufre un doble castigo, la falta de trabajo junto con la marginación económica y social que conlleva y los problemas de salud que agravan esta situación de marginación social
La solución de los problemas de salud de los desempleados solo podemos hallarlas en políticas activas de empleo que disminuyan el paro y favorezcan la reinserción social y no así en el sistema sanitario que solo puede realizar actuaciones para paliar sus efectos.
Por todo lo señalado hemos de dejar claro que la falta de empleo, no es solo un problema social y económico, sino además un serio problema de salud pública, en el cual los individuos muchas veces se pueden encontrara en una situación de olvido o desamparo.
Bibliografía
Oviedo (Asturias, 1983)
Licenciada en Criminología por la Universidad de Alicante, previo titulo propio en la Universidad de Oviedo.
Voluntaria en una Asociacion de ayuda a madres o familias con hijos menores de cuatro años en situación de desamparo.