Resumen
(El mayor horror de la historia de la humanidad desde la óptica del Cine)
Dedicado a quienes sufrieron en sus propias carnes la sinrazón de la crueldad humana.
Artículo completo
"El Holocausto” en el Cine parecía un tema ya agotado, pero no es así, pues la última película sobre esta temática estrenada en las carteleras españolas el fin de semana de 14-16 de enero de 2016, sobre esta temática, titulada “El hijo de Saúl” de László Nemes, demuestra, que el tema aun suscita el interés del público. Esta es una película húngara, que ha sido galardonada con distintos premios y está nominada a los premios Oscar, como mejor película de habla no inglesa, lo que demuestra que a pesar del tiempo transcurrido desde esa ignominia que fue el “Holocausto” (71 años) no han dejado de producirse películas exitosas que afrontan ese horrendo crimen nazi del siglo XX, que tantas víctimas causó.
I. La cinematografía del “Holocausto”
Con el nombre de “Holocausto” se identifica el intento de los nazis de exterminar a la totalidad de la población judía de Europa, que culminó con la muerte de más de cinco millones de judíos. Entre los métodos utilizados para consumar dicho exterminio, estuvieron las cámaras de gas venenoso (Zyklon-B), los fusilamientos, los ahorcamientos, los trabajos forzados, el hambre y el frio, los experimentos pseudocientíficos, las torturas y los golpes, etc; cometidos en los ignominiosos campos de exterminio, como los de Auschwitz, Mauthausen, Dachau y Treblinka (los nazis construyeron más de 1.000 de estos campos). Los nombres de estos campos nos evocan escenas terribles de crueldad humana, como la de esos cuerpos famélicos, que eran verdaderos esqueletos andantes, las montoneras de cadáveres apilados en fosas comunes, los barracones con cuerpos hacinados en catres de madera con la mirada perdida, propia de unos ojos hundidos por el hambre y el sufrimiento, chimeneas echando cenizas de los crematorios, que se alimentaban de los gaseados en las cámaras instaladas en estos campos de exterminio, etc.
Todas estas imágenes y, otras muchas, las tenemos bien grabadas en la retina de nuestros ojos gracias al CINE, que ha tratado este tema en centenares de películas, algunas de las cuales, quiero traer a la memoria del lector, por haber sido las que mejor han reflejado el horror de este episodio de la historia de la humanidad y las que con más realismo han retratado toda la crudeza y desolación de la sinrazón nazi; entre esas películas, podemos citar: “El diario de Ana Frank” (Geroges Stevens, 1959), emocionante relato de la hija de la familia Frank en la ciudad de Ámsterdam, en el mes de julio de 1942. Con objeto de escapar de la Gestapo, la familia Frank se esconde en la buhardilla del señor Krater. Allí convivirán con otro grupo de judíos, la familia Van Daan. Todo quedará reflejado en el diario de la hija pequeña de los Frank (La película consiguió tres Oscar). “La decisión de Sophie” (Alan J. Pakula, 1982). La película destaca las tremendas secuelas que dejaron en los supervivientes las experiencias vividas en los campos de exterminio nazi. “La vida es bella” (Roberto Benigni, 1997), una conmovedora, tierna y bella fábula que demuestra que la ironía y el sentido del humor pueden ser, también, eficaces armas contra la barbarie (tres Oscar obtuvo este film). “Los falsificadores” (Stefan Ruzowitzky, 2007),Berlín, 1936. Sorowitsch (Karl Markovics), el rey de los falsificadores de moneda, es un judío sin escrúpulos que cree que "la manera más rápida de ganar dinero es fabricar dinero" y no le preocupa en absoluto lo que está sucediendo a su alrededor, ni siquiera la situación de los judíos. Sin embargo, esta situación les plantea a algunos un grave dilema moral: cooperar con sus verdugos equivale prolongar la guerra y facilitar la victoria de la Alemania nazi. “El niño con el pijama de rayas” (Mark Harman, 2008), adaptación de la novela de John Boyne. Berlín, 1942. Bruno (Asa Butterfield) tiene 9 años y desconoce totalmente el significado de la Solución Final y del “Holocausto”. No es consciente de las pavorosas crueldades que su país está infligiendo a los pueblos de Europa. Todo lo que sabe es que su padre (David Thewlis) ha ascendido en su trabajo y que ha pasado de vivir en una confortable casa de Berlín a una zona aislada en la que no hay mucho que hacer y sobre todo nadie con quien jugar. Pero todo cambia cuando conoce a Shmuel (Jack Scanlon), un chico que vive una extraña existencia paralela al otro lado de la alambrada y que, como todos los que habitan allí, viste un uniforme similar a un pijama de rayas. La amistad de Bruno con Shmuel marcará el fin de su inocencia infantil. Sus encuentros secretos desembocan en una amistad cuyas consecuencias serán devastadoras. “El último tren a Auschwitz” (Joseph Vilsmaier, Dana Vávrová, 2006)Alemania, 1943. Los nazis se proponen eliminar definitivamente a todos los judíos de Berlín. Más de 70.000 ya han sido deportados. En abril de 1943 sale de la estación de Grunewald hacia Auschwitz un tren con 688 judíos. Durante seis días, los pasajeros tendrán que sufrir calor, hambre y sed. En “Hijos del mismo Dios” (Yurek Bogayevicz, 2001) Mientras las tropas de asalto nazis entran en Cracovia, Polonia, en el otoño de 1943, Romek (Haley Joel Osment). de once años de edad, es ayudado a escapar de su familia judía, condenada a muerte, por un granjero que accede a esconderle. “El escape de Sobibor” (Jack Gold, 1987). Sobibor es un pequeño pero activo campo de concentración, donde la única esperanza de salvación es la huida. Existe un plan para sacar de ese infierno al mayor número de personas posible, pero hay que tener en cuenta que, de prosperar la fuga, los alemanes tienen como norma eliminar a tantos prisioneros como hombres consigan escapar. Y así, podríamos citar hasta varios centenares de Films, que directa o indirectamente, han abordado en sus guiones el tema del “Holocausto”, porque la fuerza de este tremendo drama ha dado mucho de sí en la cinematografía, hasta convertirse en uno de los primordiales para el género del séptimo arte.
A conocer mejor la realidad del “Holocausto” contribuyeron mucho los documentalistas y fotógrafos que acompañaban a las tropas estadounidenses, británicas y soviéticas que liberaron algunos campos de exterminio (Auschwitz, Dachau…), que registraron gráficamente la extrema crueldad de las condiciones de vida de quienes habían sido allí confinados. Como se sabe, esas filmaciones servirían como prueba en los juicios de Nüremberg contra los jerarcas nazis, de los que también existe una estupenda película. En esta línea documentalista, el gran director francés Alain Resnais filmó en el año 1955, con un descarnado realismo, un documental bajo el título “Noche y Niebla” en los lugares del “Holocausto”, que sin ahorrar detalles, nos enseña imágenes de pilas de zapatos, montañas de cabello, apilamientos de personas en barracones de madera etc. También, sin concesiones, en 1985, Claude Lanzmann realizó su épico documental de nueve horas y media “Shoah”, que es el nombre hebreo del “Holocausto” y que significa catástrofe, destrucción. Se considera la obra cumbre sobre el genocidio judío en el Cine, tal vez no pueda existir una película tan llena de verdades y emociones como ésta; es una película abrumadora que apenas puede contemplarse sin eludir el llanto.
Precisamente, en la estela de los documentales se planearon los mejores trabajos del Cine de ficción, más o menos libremente inspirado en eventos históricos, textos, biografías o cartas y testimonios de supervivientes. Así en 1990, Agnieszka Holland contó en la película “Europa, Europa” la historia verdadera de Salomón Perel, un niño judío alemán que se camufló de nazi para seguir vivo y al acabar la guerra casi pierde la vida por haberse disfrazado de lo que no era; en semejantes términos en la premiada película “La lista de Schindler”, de 1993, Steven Spielberg construyó una metáfora grandiosa y universal del sufrimiento humano, al recrear el caso real de un salvador de judíos en la Europa ocupada; asimismo la película “El Pianista” (Roman Polanski 2002), llevó a la gran pantalla la historia real de Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío que vive huyendo de la barbarie nazi en una Varsovia en ruinas; es una estremecedora historia de supervivencia, soledad y tesón ante el espanto y la muerte. También, la película “Campos de esperanza” (Lajos Koltai, 2005) está basada en la autobiografía de Imre Kertész, quien fue deportado a Auschwitz y luego a Buchenwald, en donde los judíos eran obligados a hacer trabajos forzosos y en muchas ocasiones eran exterminados.
La Televisión también ha hecho aportaciones importantes a la temática del “Holocausto”, bástenos recordar la miniserie de cuatro capítulos, titulada, precisamente, “Holocausto”, basada en una novela homónima de Gerald Green. Su director, Marvin Chomsky, asume el reto de representar la tragedia del exterminio judío utilizando los medios de la televisión comercial norteamericana. “Holocausto” fue la primera serie de Televisión en la que el tema era el genocidio nazi de los judíos, su proceso de estigmatización, persecución y exterminio, desde la perspectiva de sus víctimas interpretadas por conocidos actores del celuloide. La serie sigue un patrón narrativo clásico de la ficción histórica, que enlaza las historias personales de personajes inventados -la familia judía Weiss y la nazi Dorff- con los acontecimientos históricos de Alemania y Europa entre los años 1933 y 1945 (las leyes de Núremberg, la Noche de los Cristales rotos, Buchenwald, la matanza de Babi Yar, Auschwitz, etc.). En esta serie resulta, especialmente destacable, el desarrollo del personaje de Erik Dorff y el proceso de transformación de un pacífico abogado sin ideas políticas en un sanguinario asesino sin escrúpulos. La evolución de este personaje que ingresa en la SS únicamente movido por la necesidad de encontrar un empleo, pero que poco a poco se convierte en un genocida; es una excelente metáfora sobre el ascenso del nazismo en Alemania. Se estima que más de 500 millones de personas en todo el mundo vieron la serie “Holocausto”, que marcaría el inicio de la incorporación de la memoria del “Holocausto” judío a la cultura popular. En España la serie se emitió entre el 22 y el 29 de junio de 1979, alcanzando, al igual que en otros países, una enorme repercusión (obtuvo un TP de Oro a la mejor serie extranjera).
Y en este recopilatorio llegamos a la última mirada cinematográfica sobre el “Holocausto”, hasta la fecha, “El hijo de Saúl” (László Nemes, 2015), que narra cómo en el campo de exterminio de Auschwitz, en el año 1944, Saúl Ausländer (Géza Röhrig), un deportado judío de origen húngaro que forma parte de la Sonerkommando en este campo de concentración, grupo, al que llamaban los “portadores de secretos”, vive aislado del resto de los prisioneros y es obligado a trabajar como mano de obra al mando de los nazis en la logística del campo de exterminio. Su tarea es limpiar los crematorios, quemando todos los cadáveres de los judíos asesinados en la cámara de gas. En este horror de la maquinaria de exterminio nazi, Saúl trata de salvar del crematorio el cuerpo de un joven muchacho, que cree que es su propio hijo. Es entonces cuando decide hacer lo imposible para que un rabino le dé sepultura adecuada.
II. Los temas del “Holocausto” abordados desde la Gran Pantalla
Mientras la historia ha califica el “Holocausto” como el mayor genocidio del siglo pasado , el CINE ha acercdo su óptica a este penoso capítulo de la humanidad desde muy diferentes puntos de vista, relatando multitud de historias dramáticas, que han llegado a millones de espectadores. Las temáticas más frecuentes abordadas por la cinematografía han sido, entre otras, las condiciones de vida en los campos de exterminio, las deportaciones masivas de judíos en los trenes, la vida en los guetos y lo actos de resistencia y rebelión de los judíos.
1. Las condiciones de vida en los campos
El “Holocausto” está directamente asociado en la mentalidad popular a los llamados “campos de exterminio”; aunque no todos los judíos que murieron a causa de las políticas nazis lo hicieron en estos campos, lo cierto es que en ellos se pusieron en práctica de forma concentrada todos los sistemas y métodos de exterminio, especialmente, el uso de las famosas cámaras de gas, que constituyen la manifestación de la crueldad más extrema contra los judíos que desplegó el nazismo.
Cuando los prisioneros llegaban al campo, debía entregar su ropa y efectos personales, sus cabellos eran rapados y recibían como vestimenta un uniforme a rayas de prisionero y un par de zuecos de madera. La vida de los recluidos en los campos de exterminio nazis era un verdadero infierno; la gente moría a diario y solo los aptos para el trabajo tenían una oportunidad de sobrevivir. El tifus, la disentería, la sarna o el escorbuto eran las enfermedades más frecuentes en los campos y se cobraban la vida de los prisioneros a miles diariamente, morían irremediablemente al carecer de cualquier tipo de asistencia médica -caer enfermo era el final-. Como alimento, por lo general, sólo podían contar con una sopa insípida de algún vegetal y media hogaza de pan -alimentación insuficiente para quienes realizaban pesadas tareas- que les llevaba a un estado de completa extenuación y debilidad, de tal modo que apenas podían moverse y comunicarse. Esta alimentación tan escasa llevaba a los presos del campo a morir de hambre y, a otros, antes de llegar a la muerte a enloquecer de sufrimiento, sin duda, dejaban de ser personas. Los presos estaban recluidos en barracones en pésimo estado, donde las condiciones higiénicas provocaban el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de epidemias mortales. Dormían en literas de madera, apretujados unos con otros y sin intimidad alguna. No podían moverse por las noches debido al escaso espacio con el que contaban y debían soportar al compañero de al lado mientras tenia diarreas, ataques de tos o incluso cuando estaba muerto. Los nazis apenas los dejaban dormir unas cuantas horas, pues les obligaban a hacer recuentos en mitad de la noche, uno de los momentos más aterradores pues los prisioneros debían permanecer en posición de firmes, sin posibilidad de moverse, a menudo por varias horas a la intemperie, quien desfallecía debido al agotamiento, era asesinado. Estas crueles condiciones de vida de los campos se reflejan en la mayoría de las películas, que abordan el tema del “Holocausto”.
La abrumadora mayoría de los prisioneros que llegaban a los campos de exterminio estaban condenados a morir gaseados de inmediato, particularmente, los ancianos, mujeres embarazadas y niños iban directamente estas cámaras de gas, nada más llegar al campo, una vez que les sacaban a golpes de los vagones de los trenes que los transportaban hacinados como ganado. La disposición de estas cámaras de gas buscaba no levantar sospechas entre los recién llegados al campo, a quienes se les informaba, que iban a ser desinfectados antes de recibir ropa limpia y que sus objetos de valor les serían devueltos al salir. Las cámaras de gas tenían la apariencia de habitaciones con duchas. Es digna de mención esa escena de la película “La lista de Schindler” (Steven Spielberg), donde se produce el milagro que supone que de las duchas salga agua en vez del consabido gas. Tras esta cruel ejecución de las cámaras de gas, el comando de limpieza de campo formado por otros prisioneros se encargaba de retirar los cuerpos húmedos de sudor, heces, orina y sangre y transportarlos al crematorio para ser incinerados, no sin antes arrancarles los dientes y los empastes de oro.
La estructura jerárquica de los campos era muy semejante en todos ellos, al frente del mismo estaba el "Lagerkommandant" y bajo su mando un equipo de oficiales de bajo rango. Un sistema jerárquico paralelo estaba compuesto de prisioneros, que actuaban de supervisores "Kapos" (kamerad polizei), término que designaba a esos deportados de confianza de los nazis, que gozaban de ciertos privilegios, que dadas las condiciones infrahumanas de los campos les permitían permanecer con vida, mientras que en torno suyo los demás deportados morían como moscas, a cambio de servir incondicionalmente a la SS, en todas las tareas, incluso las de asesinos y verdugos. Entre los "kapos" judíos hubo aquellos que intentaron mejorar la situación de sus correligionarios, aunque no faltaron quienes se ensañaron con sus propios compañeros.
La figura de los "kapos" aparecen en muchas películas, tales como “La vida es bella” (Roberto Benigni), “La decisión de Sophie” (Alan J. Pakula), “Noche y Niebla” (Alain Resnais), “Portero de noche” (Liliana Cavani) “El Escape De Sobibor” (Jack Gold,) y “El pianista” (Roman Polanski). Además, hay una película titulada “Kapò” (Gillo Potecorvo, 1959) que aborda, específicamente, el papel de estos colaboradores de los nazis en los campos (conquistó la nominación al Oscar como mejor película extranjera y fue premiada en distintos festivales). Narra la historia de Edith, una joven judía deportada a un campo de exterminio donde, después de perder la familia, se salva, gracias a la intervención de un médico que la convence a cambiar de identidad para sobrevivir, convirtiéndose en una Kapo, abandonando toda esperanza de piedad humana, Edith se uniforma de la brutalidad despiadada de sus carceleros hasta que se enamora de un prisionero soviético. Fue una de las primeras películas en abordar, sin tapujos, el tema del holocausto judío –sólo habían transcurrido 15 años–, y una de las más realistas en su recreación. Es una película que no puede faltar en todo buen recopilatorio cinematográfico sobre el holocausto judío que se precie de serlo.
2. Las deportaciones masivas de los judíos en los trenes
Las deportaciones masivas en trenes con vagones de carga para el transporte donde eran apiñados los deportados en viajes interminables, sufriendo calor, hambre y sed, perdiendo la vida muchos de los pasajeros, son imágenes frecuentes en muchas de la películas sobre el “Holocausto”, entre ellas la “Lista de Slinder” (Steven Spielberg), donde Oskar Schindler (Liam Neeson), trata de calmar el calor y la sed de los pasajeros regando con una manguera de agua los vagones, atestados de personas, también en “La vida es bella” (Roberto Benigni), aparece la escena del tren para el traslado de los deportados.
Las autoridades alemanas generalmente no les daban a los deportados ni agua, ni comida durante estos viajes, aunque tuvieran que esperar varios días en ramales ferroviarios a que pasara otro tren. Apiñados en vagones de carga herméticamente cerrados y atestados de gente, soportaban intensos calores en verano y temperaturas muy bajas en invierno; no disponían de ninguna instalación sanitaria en los vagones, por lo que el hedor de la orina y de los excrementos se sumaba a la humillación y el sufrimiento de los deportados. Al carecer de comida y agua, muchos de los deportados morían antes de que el tren llegara a su destino; en ocasiones, los trenes debían esperar llenos durante días, hasta que los judíos pudieran ser llevados a las cámaras de gas, que o bien no daban abasto o bien se habían estropeado. Los soldados nazis armados que acompañaban los transportes tenían órdenes de dispararle a cualquiera que intentara escapar.
Todas estas situaciones, por la que pasaban los deportados en sus trayectos hacia los campos de exterminio aparecen reflejadas la película “El último tren a Auschwitz” (Joseph Vilsmaier, Dana Vávrová, 2006), cuyo argumento se basa en la decisión de los nazis, allá por el año 1943, de eliminar definitivamente a todos los judíos de Berlín (más de 70.000 ya habían sido deportados de la ciudad). En abril de ese año 1943, con motivo del cumpleaños de Hitler, los dirigentes nazis deciden sacar de Berlín a los últimos judíos, que aún se encuentran en la capital del Reich. Para esta última deportación, 688 judíos son enviados en tren desde la estación de Grunewald con destino al campo de concentración de Auschwitz. Durante el trayecto hacia el campo, de varios días de duración, se irán poniendo de relieve los dramas personales y familiares de varias de las personas que viajan en el tren. Pronto, el viaje se convertirá en una lucha desesperada por sobrevivir al hambre, a la sed y a la crueldad de los guardianes de la SS que custodian el tren. En su desesperación, algunos intentan huir.
3. La vida en los Guetos
Los alemanes comenzaron a levantar guetos nada más invadir Polonia. Su finalidad inicial era la de concentrar transitoriamente a los judíos, antes de o bien deportarlos hacia el este, o bien recluirlos en campos de concentración de trabajos forzados o de exterminio de la misma Polonia. Para la ubicación de estos guetos, los alemanes generalmente delimitaban las secciones más viejas y más ruinosas de las ciudades, situadas por lo común en la parte más pobre y descuidada de la ciudad, a menudo sin electricidad e instalaciones sanitarias básicas. A veces tenían que desalojar residentes no judíos de los edificios para hacer espacio para las familias judías. Muchos de los guetos estaban rodeados por cercas o paredes con alambre de púas y las entradas eran vigiladas por miembros de la policía local y alemana y de la propia SS (el más grande de estos guetos se estableció en la ciudad de Varsovia a fines de 1940, donde fueron encerrados unos 445.000 judíos).
La vida en los guetos, por lo general era insoportable; el hacinamiento era total; en viviendas carentes de espacio e higiene, las enfermedades contagiosas se propagaban con rapidez; las raciones de comida escasas para el sustento, lo que fomentaba el contrabando en el gueto, que era castigado por los alemanes con severas medidas, incluso con la muerte. Durante los largos inviernos, el combustible para calefacción escaseaba y mucha gente carecía de ropa adecuada, por lo que enfermaba fácilmente, debilitada por el hambre y la exposición al frío. Estas terribles condiciones de vida llevaron a una muerte lenta a muchas personas por enfermedad, inanición y frío (para escapar de una vida sin esperanza, algunos se suicidaban). A pesar de las condiciones inhumanas se llevó a cabo en los guetos, por medio de organizaciones comunitarias e instituciones de ayuda, un esfuerzo concentrado para preservar la vida y satisfacer las necesidades de la comunidad.
La vida en uno de estos Guetos se narra en la fabulosa película “La lista de Schindler” (Steven Spielberg, 1993). Posiblemente, la gran película sobre el Holocausto judío y, también muy posiblemente, de Steven Spielberg. Siete Oscars se llevó la historia que retrata los esfuerzos de Oskar Schindler (Liam Neeson), un empresario alemán, para salvar las vidas de los cientos de trabajadores judíos empleados en su fábrica de Cracovia. Una película estremecedora y de una calidad técnica y humana incuestionable.
4. Resistencia y rebelión de los judíos
A pesar de las trágicas circunstancias en que se desarrolló la existencia de los judíos durante la ocupación nazi, fueron muchos los actos de oposición y lucha de estos judíos bajo el régimen nazi. Durante esa época hubo manifestaciones admirables de ayuda mutua, de lucha por la supervivencia, autosacrificio y defensa activa. Los judíos no se dejaron masacrar como corderos, que les llevan mansamente al matadero, tanto en los guetos como en los campos, realizaron actuaciones demostrativas de un verdadero y admirable heroísmo e imaginación en su intento de preservar no sólo la vida, sino su condición humana y sus valores morales básicos. La comprensión de que estaban frente a un crimen horrendo y sistemático contra ellos, sin precedentes en la historia de la humanidad, azuzó la conciencia de los miembros de muchos movimientos clandestinos, que comenzaron a organizarse para la lucha armada contra el régimen nazi. Esta lucha defensiva se realizó en varios frentes diferentes: rebeliones en los campos y los guetos; fugas y contrabando de judíos de los pueblos y ciudades a los bosques para incorporarse a unidades de partisanos; ocultamiento de personas en todo tipo de escondites y rescate de grupos enteros de personas y salvamento de niños.
Precisamente, en la película titulada “Resistencia” (Edward Zwick, 2008), se narra cómo los judíos de Europa Oriental están siendo masacrados a millares y en la Bielorrusia ocupada, los hermanos Bielski (Daniel Craig, Liev Schreiber y Jamie Bell) logran escapar de una muerte segura y se refugian en los frondosos y familiares bosques que circundan su casa. A partir de entonces, lucharán no sólo por su propia supervivencia frente a los nazis, sino que salvarán a miles de personas. A medida que se extienden los rumores sobre su coraje, otras personas de toda clase y condición se unen a ellos y se muestran dispuestos a arriesgarlo todo por un instante de libertad.
En concreto, la resistencia en los guetos se materializaba mediante la creación de organizaciones clandestinas que abarcaban todos los aspectos del quehacer humano, hasta el punto de llegar a protagonizar sublevaciones, como la ocurrida en el gueto de Varsovia, donde en abril de 1939, vivían 350.000 judíos confinados por los nazis en unas condiciones extremas, condenados a enfermar y a morir de hambre, que se relata en la sensacional película “Rebelión en Polonia – Sublevación en el Gueto” (Jon Avnet, 2001), que narra cómo al ver que la mayoría de sus amigos y familiares mueren a manos de los soldados alemanes, algunos judíos crean un grupo de resistencia, la denominada “Organización de Lucha Judía” (OLJ), fundada por los profesores Mordechai Anielewicz, Yitzhak Zuckerman y la joven Tosia Altman. A pesar de saber de la existencia de este movimiento clandestino de oposición, los nazis fueron sorprendidos por la fiereza de la lucha y por el hecho de que todos los habitantes del gueto participaran en la rebelión, escondiéndose en búnkeres, sótanos y áticos previamente preparados. Las posiciones de los combatientes estaban situadas en distintos lugares del gueto, mientras que las de la Unión Militar Judía estaban concentradas en la plaza Muranow, donde trataban de impedir los intentos de los alemanes de irrumpir adentro del gueto. Al arreciar la lucha y ante la dificultad de obligar a los judíos a abandonar sus escondites, los alemanes comenzaron a incendiar los edificios en forma sistemática convirtiendo al gueto en una trampa ardiente. La oposición se prolongó cerca de un mes hasta que los alemanes lograron reprimir la lucha. Ésta fue la primera rebelión popular realizada en un ámbito urbano en la Europa ocupada por los nazis, que sirvió de ejemplo para otros guetos, aunque los levantamientos realizados en otros lugares no fueron de tanta envergadura como éste de Varsovia.
También en los campos de exterminio estallaron rebeliones; una de ellas se produjo en el campo de Sobibor, en Polonia Oriental, a finales de 1942. En la película el “Escape de Sobibor” (Jack Gold, 1987), se nos relata cómo mientras los sanguinarios oficiales de la SS, junto con los guardianes ucranianos del campo, se dedican a organizar la matanza de miles de prisioneros en las cámaras de gas, un reducido grupo de prisioneros liderados por el judío León Feldheller (Allan Arkin) y el prisionero ruso Alexander Pechersky (Rutger Hauer), planea efectuar una audaz fuga en masa para liberar a los 600 prisioneros del campo; fue el único caso conocido en el que un levantamiento masivo en un campo de exterminio se saldó con éxito. La revuelta estalló el 14 de Octubre de 1943, cuando los prisioneros pudieron hacerse con varias armas de fuego, matar a una decena de guardias de la SS y escapar por la puerta principal del campo. Alrededor de 300 prisioneros lograron evadirse, y aunque sólo algo menos de un tercio de los fugados, escaparon definitivamente, Himmler dio órdenes de cerrar el campo, demoler las cámaras de gas, y eliminar cualquier evidencia de la existencia de las construcciones de Sobibor.
III. Valoración final
El Holocausto judío fue algo tan espeluznante y atroz, que ha requerido de un imprescindible recordatorio para que algo así no se vuelva a repetir nunca jamás, por ello la ONU (Organización de Naciones Unidas) ha fijado, desde el año 2005, una fecha -el 27 de enero- como el “Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto”, para rendir homenaje a las muchas víctimas de esa barbarie humana, por ser precisamente ese día 27 de un ya lejano año 1945, el día que tuvo lugar la liberación del campo de exterminio de Auschwitz (Polonia). Y, sin duda, el CINE ha tenido mucho que ver en la incorporación de la memoria del “Holocausto” judío a la cultura popular y, es que nunca mejor que este caso, para poder afirmar aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Y mientras continuemos recordando lo ocurrido, evitaremos que se repita otra infamia como aquella.
Bibliografía
Javier Nistal Burón, es licenciado en Derecho y diplomado en Criminología. Pertenece al cuerpo funcionarial de juristas de Instituciones Penitenciarias. Ha publicado más de un centenar de artículos doctrinales en distintas Revistas especializadas; asimismo, es coautor de varias publicaciones y autor de algunos libros sobre la temática penitenciaria.