Resumen
Este artículo surge catapultado por la lectura que mi amigo Carlos Pérez Vaquero publicara en este mismo Web el miércoles 16 de febrero de 2011 y que se titula “El lunfardo: dialecto de ladrones”. Además, tiene una base filológica porque, en efecto, cada círculo social tiene su propio argot. Los habitantes de cada nación tienen su propio lenguaje. Más aún, por regiones, la jerigonza no es igual incluso en un mismo país. México es un ejemplo de ello.
Artículo completo
Vaya como ejemplo que en el norte y occidente para hablar de un joven o un niño, se refieren al “morro”, al “vato”, al “huerco”, y en el centro del país, al “chamaco”, al “escuintle”, incluso se habla del “mocoso”. Se habla del “chico”, el “muchacho”. En el caribe se habla del “chibolo”, y la mayoría de esos términos se aplica a las mujeres. Del mismo modo, cada círculo, gremio, banda, pandilla, club, etc., usa palabras cuyo significado entienden ellos y les es, si no exclusivo, al menos sí, peculiar, distintivo.
Los médicos, en el México tradicional, recetaban “papeles” (grageas), “cucharadas” (jarabes), etc. Actualmente, los carniceros hablan de “cortes” (carnes selectas); los mecánicos, de “piezas” (refacciones y autopartes); los abogados, de “casos” (procesos en litigio); los economistas, de “números” (cifras, estadísticas), etc. Por desgracia, del mismo modo, los pederastas hablan de “lolas” (adolescentes, púberes y niñas usadas o susceptibles de uso como objetos sexuales); los drogadictos, de “arponazos” (drogas inyectadas), “pastillas” (fármacos y drogas sintéticas), “líneas” (cocaína en polvo), “jalones” (inhalación de cocaína o sustancias que se disuelven y cuyo gas produce un efecto enervante); los sicarios, de “levantones” (secuestro con fines de ejecución y/o venganza, sobre todo de manera ejemplar), “camellos” o “burreros” (que son quienes trasladan la droga de un lado a otro), etc.
Cuando en México se usan términos que hagan referencia a la policía de cualquier orden (federal, estatal, municipal), sea vial, preventiva, etc., se hace alusión a ellos como “los cuicos”, “los cerdos”, “los polis”, “los tecolotes”, “los tamarindos”, “los perros”,. Al referirse a los escoltas de una persona, que son eso, escoltas, se les llama “guardaespaldas”, “guaruras”, “guarros”. Y si se habla de elementos de fuerzas armadas, sean de tierra, agua o aire, se les llama “pelones”, “zardos”.
De igual modo, la corrupción tiene un lenguaje. Se habla de “mordida” cuando alguien da una dádiva en efectivo a un funcionario o servidor público como soborno a cambio de “hacerse de la vista gorda”, o sea, fingir que no se cometió una falta o delito, o para cumplir con un deber (con el que de todos modos tenía que cumplir). El funcionario en cuestión “se mocha”, “se mutila” con “los de arriba”, es decir, parte de esa “mordida” se la comparte a sus mandos o superiores. A estas actividades que dejan dinero indebido o ilícito, en el argot popular y el de los corruptos se les llama “negocios”. Cuando alguien dice “hice una finanza” es que hizo un “negocio”. Una “movida” también es una acción indebida, pudiendo ser “un negocio”, “ponerle los cuernos a alguien” (o sea, adulterio) u otra cosa.
Entonces un auto es “chocolate” cuando “no tiene papeles” (una importación ilegal, por ejemplo) o puede “estar chueco” (o sea, puede ser robado, o venderlo “sin papeles” es un fraude). El problema es que el argot de la corrupción es cada vez más el lenguaje de todos los días, el lenguaje del pueblo, de toda la gente. Y cada día nos sorprende menos… En la siguiente entrega se verá la génesis así como las causas de ese argot.
Bibliografía
Valladolid (Castilla y León | España 1969).
Escritor (director de Quadernos de Criminología | redactor jefe de CONT4BL3 | columnista en las publicaciones La Tribuna del Derecho, Avante social y Timón laboral | coordinador de Derecho y Cambio Social (Perú) | colaborador de noticias.juridicas.com); ha publicado en más de 600 ocasiones en distintos medios de 19 países; y jurista [licenciado en derecho y doctorando en integración europea, en el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Valladolid | profesor de derecho constitucional, política criminal y DDHH (UEMC · 2005/2008)].
Sus últimos libros son Las malas artes: crimen y pintura (Wolters Kluwer, 2012) y Con el derecho en los talones (Lex Nova, 2010).
Este blog te acercará a lo más curioso del panorama criminológico internacional de todos los tiempos; y, si quieres conocer otras anécdotas jurídicas, puedes visitar el blog archivodeinalbis.blogspot.com