Resumen
En despoblado, cerca de ningún lugar,
al final de esos caminos de terracería
que parecen no llegar a ninguna parte,
donde por todos lados crece la mala hierba,
hay montones de basura y los árboles
se levantan con dosis de malignidad.
Allá, en tierra de nadie,
se cumple con los encargos de la muerte.
VÍCTOR RONQUILLO
Artículo completo
Entre las modalidades de secuestro, de las cuales iré retomando sus características más adelante por cuando son un tema que en lo particular me interesa, me permito hablar, en esta ocasión, sobre el denominado levantón o secuestro por ajuste de cuentas, que es aquél en el que se priva de la libertad a una persona generalmente por parte de bandas o grupos de delincuencia organizada, y también generalmente va dirigido contra grupos rivales o contra autoridades corruptas involucradas en cuestiones de delincuencia organizada. Ahora bien, los levantones tienen como fin el ajuste de cuentas, o sea, "dar lecciones y/o transmitir mensajes" a otros grupos. Por lo regular, esta modalidad de secuestro nunca se denuncia.
Por otra parte, la mayoría de las veces, aunque no siempre, los levantones terminan en homicidio. Por este motivo las autoridades no los investigan y, en el México contemporáneo, aquel donde se inauguró o parece cuando menos haberse popularizado dicha manifestación criminal, no existen cifras sobre el número de levantones que se han dado, ni en cuántos de ellos las víctimas aparecen muertas o en cuantos casos nunca se vuelve a saber nada.
Algo que debe reiterarse y precisarse sobre el levantón es que –en ese México actual– es muy recurrente entre cárteles de narcotráfico, y en segunda, el mensaje final se transmite de una manera no sólo cruel, sino que por despiadada y brutal resulta definitivamente ejemplar: el ejecutado es asesinado con violencia, causándole sufrimiento extremo, desfigurándolo con ácido, cercenándole miembros o descuartizándolo.
Como ya se ha explicado, éste va dirigido contra grupos rivales o contra autoridades corruptas, de modo que algunas bandas lo emplean a la usanza del secuestro político de gran extensión y uso frecuente en Latinoamérica. Conviene decir que en el secuestro político se busca presionar al gobierno para que haga cesiones o concesiones a los grupos que ejecutan esta maniobra, y en el secuestro de ajuste criminal de cuentas, la presión se ejerce contra otras bandas lo mismo que contra autoridades corruptas, o incluso contra aquellas que les combaten lealmente, aunque un enemigo leal antes era respetado y actualmente, ya no –aquí la lealtad se entiende, en la jerga criminal, como el hecho de combatir al crimen organizado sin admitir sobornos a cambio de su complicidad ni corrupción, pero ello es motivo de otro artículo–.
Sin embargo, el levantón tiene un fin indirecto más: sí, en efecto busca dar lecciones y/o transmitir mensajes a otros grupos así como a autoridades tanto federales como locales. Pero aquí, además, la ejemplaridad –y ferocidad– en su aplicación es una amenaza velada contra la sociedad: una especie de advertencia, “por si me traicionas…” “por si piensas combatirme…” “por si piensas armar tu propia banda…” “por si me delatas o denuncias…” No soy todólogo ni poseo clarividencia, pero ante un hecho tan crudo, se pueden pensar las peores cosas, y no estarán del todo infundadas…
Así es como los policías y los políticos corruptos, los que se enrolan con el narcotráfico y después lo traicionan; los miembros de otras bandas; los miembros de las bandas que traicionan a las suya o que les infligen alguna ofensa, mueren. Pero en México, la criminalidad cada día se supera y crea nuevos paradigmas dignos de estudio criminológico. Hoy, morir a la mexicana no concluye en un fuego cruzado y una bala perdida gracias al sueño de un fascista convertido en mandatario, o a manos de un asaltante que no nada más se busca el sustento por la vía “fácil”, sino que ya ha perdido todo respeto por la dignidad humana. Hoy, a la mexicana, se muere con terror. El levantón constituye, apenas, una modalidad al respecto. Sobre las otras y sobre el terrorismo en México… ya seguiremos hablando.
Bibliografía
Psicólogo y Criminólogo, apasionado del conocimiento, aprendiz del pensamiento y lógicas criminales. Critico del poder.
Pienso que la Criminología es una ciencia quijotesca, siempre se enfrentará con gigantes-molinos de viento, por lo tanto el Criminólogo debería ser un loco sin dios y sin diablo, más cercano a la ciencia que a la política.
Lic. en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Tesis, "Homicidas seriales: una visión sociopsicoanalítica".
Maestro en Criminología y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE).
Criminólogo en una prisión capitalina mexicana (Reclusorio Sur).