Resumen
1. Introducción
En el mes de septiembre de 2008, Consulta Mitofsky y la Subsecretaría de Educación Media Superior del Gobierno de México publicaron los resultados de la primera encuesta nacional de exclusión, intolerancia y violencia en escuelas públicas de educación media superior. Fueron interesantes los parámetros de aplicación, pues se efectuó sobre 13 mil 104 estudiantes de nivel superior (de subsistemas federales, estatales y autónomos) a nivel nacional, cuyas edades oscilaron entre los 15 y los 19 años.
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Sin embargo, lo más interesante fueron los resultados, es decir, en algunos casos, la normalidad y familiaridad con que los jóvenes ven a la violencia, la exclusión y el rechazo social a ciertos grupos. Numerosos estudiosos del derecho, la sociología y las ciencias políticas han ubicado a la familia como la base de la sociedad. Por desgracia, la tendencia desde entonces no ha disminuido en lo más mínimo. La violencia, la exclusión, el rechazo, la intolerancia y todo lo que de ellas se desprenda, se ha agudizado.
El entorno que sigue a la familia en las sociedades contemporáneas es el de la preparación para la vida social, de modo que las instituciones educativas son el siguiente ambiente en la formación del individuo. Sin embargo, cuando se habla de la familia y se piensa en cómo prevenir las conductas antisociales poco se ha hecho referencia a este importante aspecto de la vida humana.
Pregunto, entonces, ¿cuáles podrían ser los rubros o ámbitos de la vida escolar que, quizá por no ser demasiado notorios, pueden incidir en la formación de conductas antisociales? El breve análisis que se presenta a continuación pretende ubicar algunos de esos factores o ámbitos, a fin de ubicar una medida en la que se pueda fomentar el civismo desde el espacio municipal y evitar la tendencia de los jóvenes y los adolescentes hacia el delito.
El presente análisis surgió a partir de una discusión sobre el tema del desarrollo local, que por supuesto inicia en el ámbito municipal, y de 2008 a la fecha se ha confirmado la idea que le dio origen: Que el desarrollo local no es solamente un aspecto material, sino también moral.
2. Exclusión y violencia escolar
Uno de los aspectos relevantes de la encuesta comentada es el hecho de que, aprimera impresión, no se está de acuerdo con la violencia, pues, entre otras observaciones, sólo el 16.3% del universo encuestado está de acuerdo con el hecho de que la violencia forma parte de la naturaleza humana. Asimismo, sólo un 16% justifica agredir a alguien que te quitó algo, y apenas un 13% está de acuerdo en pensar que los hombres le pegan a las mujeres por instinto (Székely, 2008:2).
Sin embargo, un alto porcentaje de los jóvenes y jovencitas entrevistados en aquel entonces ha cometido alguna especie de abuso sobre sus compañeros, o ha sufrido dichos abusos. Por otro lado, se presentan niveles altos de estrés y de depresión, en menor medida en hombres que en mujeres, pero en porcentajes no mayores a un 30% de diferencia entre los sentimientos de ansiedad, rechazo, ira o tristeza.
Pero el factor escuela no es aislado. Como demostró la encuesta, el entorno social tiene una influencia importante, pues las críticas y presiones ejercidas por los mayores o desde la casa de los jóvenes, es un elemento que desata o incrementa los niveles de estrés. “Predomina una sensación de rechazo y nerviosismo que se acentúa en el entorno familiar” (Székely, 2008:14), lo cual hace pensar en un círculo vicioso.
En este círculo, la presión social que se vuelve presión familiar, y esta a su vez se vuelve presión social. El problema se ubica en el momento en que se produce el estallido. Cuestiones como la intolerancia, el rechazo, la exclusión y los roces provocados por las diferencias, los abusos y la misma presión estudiantil pueden llevar al estudiantado a situaciones extremas y no deseables.
3. Prevención del delito
Problemas como los que viven nuestros estudiantes se deben al escaso o limitado desarrollo humano de las sociedades modernas, donde la mexicana experimenta una grave crisis de valores y de identidad que se ha ido agravando al paso del tiempo y en lo cual han incidido las crisis económicas y financieras, originalmente, y la inseguridad pública así como la incertidumbre económica y social, más recientemente.
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) se compone de tres dimensiones: salud, educación e ingreso, y cada dimensión es medida a partir de variables establecidas por Naciones Unidas (ONDH, 2008:1). No creo necesario, por el momento, ahondar en cifras para afirmar que la gran mayoría de la población mexicana tiene grandes y serias deficiencias en este índice y en sus tres dimensiones.
Los adolescentes que suelen asistir a instituciones de educación pública también suelen ser los menos favorecidos económicamente, por lo que, a su indefensión familiar (los padres suelen descuidarlos con tal de cuidar o mejorar su empleo y su ingreso) se suman los problemas escolares y sociales propios de su edad, mismos que, no por ser los de una persona de más edad, para sus mayores dejan de ser importantes y hasta críticos.
Por supuesto, las conductas antisociales y las crisis existenciales no son privativas de los chicos y chicas que estudian en escuelas públicas. Así, pues, convendría analizar los problemas de exclusión, intolerancia y violencia escolar, y no sólo escolar, pues suelen tener su génesis en el entorno familiar, ir de éste a la escuela, y de ahí proyectarse hacia el resto del ámbito social. En el mejor de los casos, la génesis se da en la escuela, pero si no se alivia o soluciona en el entorno familiar, la proyección social se vuelve igual de rotunda y perniciosa.
Por ello es necesario observar cuidadosa y detalladamente a nuestros y nuestras adolescentes. Las primeras conductas antisociales no controladas ni subsanadas pronto se vuelven más fuertes, hasta llegar a convertirse en profundos desajustes morales y emocionales, y de ahí, a conductas delictivas. Para evitarlas debe considerarse la prevención. Pero, ¿qué es o en qué consiste la prevención del delito?
Sergio Correa García, Presidente del Comité Técnico del Consejo de Menores Infractores de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno de México señala que “la planificación de la prevención del delito y la justicia penal deben darse en el contexto del desarrollo nacional, entendido este último como calidad de vida producto de la planeación democrática socio-económica y cultural dentro del país” (Correa, 2003:21-22).
Asimismo, y “debido a la transnacionalización del delito y los vínculos con las criminalidades locales”, debe darse “a través de una política internacional, integral e igualitaria entre naciones, que garantice una colaboración eficiente contra la criminalidad en los planos regional y mundial” (Correa, 2003:22). El primer factor a considerar, a mi juicio, debería ser la educación, por cuanto la familia y la escuela son el origen de las buenas y de las negativas capacidades humanas.
Por supuesto, no se habla de la educación únicamente en cuanto a la formación física o intelectual, sino también de corte moral y emocional. Esto se ve confirmado por las opiniones de numerosos expertos en materia criminológica. Uno de ellos, Agustín Salgado, indica lo siguiente (Salgado, 2006:27):
·Una nueva evidencia sobre el papel de la exclusión social en el origen de la violencia así como sobre la posibilidad de detectar su inicio en edades muy tempranas (de 2 a 6 años) se ha obtenido en una investigación realizada sobre el origen de la integración.
·Sus resultados sugieren que desde estas edades es posible detectar en la escuela infantil a niños con un estilo de comportamiento agresivo, que se caracterizan por golpear a los otros niños (aunque éstos lloren), amenazar, insultar, excluir, romper material al enfadarse… problemas que van acompañados de una fuerte necesidad de llamar la atención, escasa empatía, dificultad para estructurar la conducta en torno a objetivos y tareas, y la exclusión de situaciones positivas de interacción con los otros niños.
·Quizá suene crudo e irresponsable referirnos a las escuelas y la familia como las instancias en las que el individuo aprende a delinquir, pero así es. Generalmente se tiene la idea de que sólo son delincuentes aquellos que matan o roban, empero los códigos penales establecen una serie de conductas consideradas delitos, que en su mayoría se desconocen por parte de la sociedad.
El desarrollo es necesario para el adecuado desarrollo local en México. Y para ello es igualmente importante ese factor preventivo.
4. Desarrollo cívico para el desarrollo local
El desarrollo local es definido como el “proceso de concertación entre actores vinculados a un territorio, orientado a mejorar de manera sistemática y permanente la calidad de vida de los habitantes” (Morales, 2008:4). El desarrollo local tiene una piedra angular importante en el desarrollo humano, el cual es definido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD) de la siguiente manera:
El desarrollo humano es un proceso en el cual se amplían las oportunidades del ser humano… a todos los niveles del desarrollo. Las tres más esenciales son disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente. Si no se poseen estasoportunidades esenciales, muchas otras alternativas continuarán siendo inaccesibles (Acosta, 2008:15).
Pero el desarrollo humano no termina allí, indica el PNUD. Otras oportunidades altamente valoradas por muchas personas, van desde libertad política, económica y social, hasta la posibilidad de ser creativo y productivo, respetarse a sí mismo y disfrutar de la garantía de derechos humanos. Entonces, al tener limitadas estas expectativas, las personas empiezan a padecer los estragos de la presión social y aun de la personal.
Si los adultos resentimos estos dolorosos e indeseables efectos, imaginemos lo que sienten las personas más jóvenes. Luego entonces, se requiere de verdad incrementar la calidad de vida para la población en general, cosa que no ha sucedido en los últimos tiempos en México. Asimismo, se necesita medir el índice de exclusión, intolerancia y violencia desde las escuelas para poder estar en condiciones de prevenir el surgimiento y desarrollo de conductas antisociales.
Para ello, se pueden establecer programas municipales de vigilancia y supervisión en la que interactúen padres de familia, profesores y autoridades educativas estatales y municipales, de donde destacarían, entre estas últimas, las de desarrollo social, de seguridad pública, trabajado social, y aún los mismos regidores, especialmente, el o los de la comisión de educación del cabildo. Si el municipio es la base de la organización política y administrativa en México, es por ende el lugar donde la democracia inicia.
Entonces, si el municipio es el principio del Estado mexicano, éste también debería ser el lugar donde comience a construirse la seguridad. Si la niñez es el inicio de la vida humana, desde ésta y a l largo de la adolescencia y la juventud deberían fomentarse valores (como el respeto, la inclusión y la tolerancia, sobre todo a la diversidad cultural, racial y de todos los tipos) que tiendan a contrarrestar o atenuar la presencia de futuras conductas antisociales que, por desgracia, si no se frenan terminan en conductas delictivas.
Si es posible tener esta vigilancia tan estrecha, pero a la vez tan urgente y vital, quizá se puedan empezar a prevenir las conductas delictivas desde su génesis misma, como muchas veces he expuesto, no cortando, sino aliviando el mal desde su origen (Velazco, 2006:15).
5. Referencias
*Acosta Arévalo, Octavio (2008). Vocación municipal para el desarrollo frente a la globalización. Visión, dirección y liderazgo. Ponencia del Módulo II “Construcción de una visión local del desarrollo social y humano” del Diplomado en Desarrollo Local y Planeación Municipal Participativa impartido durante los meses de Mayo a Octubre de 2008.México: INAFED-INDESOL-UAMX
* Correa García, Sergio (2003). Política criminológica (prevención del delito y asistencia victimal). En Proyectos legislativos y otros temas penales. Segundas jornadas sobre justicia penal, de Sergio García Ramírez y Leticia A. Vargas Casillas, pp. 21-25. México: UNAM.
*Morales, Federico (2008). El desarrollo local como proceso complejo de integración de expectativas e intereses de los diversos actores del municipio. Ponencia del Módulo II “Construcción de una visión local del desarrollo social y humano” del Diplomado en Desarrollo Local y Planeación Municipal Participativa impartido durante los meses de Mayo a Octubre de 2008.México: INAFED-INDESOL-UAMX.
*Oficina Nacional de Desarrollo Humano (ONDH, 2008). Índice de desarrollo humano. México: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD).
*Salgado García, Agustín (Mayo de 2006). La prevención del delito y la readaptación social ante la irrupción del crimen organizado en las estructuras pública y social.Puebla, México: Cátedra Iberoamericana de Ingeniería Política.
*Székely Pardo, Miguel (26 de septiembre de 2008). 1° Encuesta nacional de exclusión, intolerancia y violencia en escuelas públicas de educación media superior. México: Secretaría de Educación Pública del Gobierno de México.
*Velazco Gamboa, Emilio (Abril de 2006). Violencia intrafamiliar: mal social, mal universal.Puebla, México: Cátedra Iberoamericana de Ingeniería Política.
Bibliografía
Psicólogo y Criminólogo, apasionado del conocimiento, aprendiz del pensamiento y lógicas criminales. Critico del poder.
Pienso que la Criminología es una ciencia quijotesca, siempre se enfrentará con gigantes-molinos de viento, por lo tanto el Criminólogo debería ser un loco sin dios y sin diablo, más cercano a la ciencia que a la política.
Lic. en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Tesis, "Homicidas seriales: una visión sociopsicoanalítica".
Maestro en Criminología y Política Criminal por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE).
Criminólogo en una prisión capitalina mexicana (Reclusorio Sur).