Resumen
Guantánamo es una población situada al sureste de Cuba donde Estados Unidos tiene una base militar desde el año 1902. Allí está el único campo de concentración existente en occidente desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial ante la complacencia del resto del mundo.
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A raíz de los atentados del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York y Wasingthon, el entonces Presidente de Estados Unidos George Bush ordenó la creación de un macrocentro de retención de sospechosos de terrorismo yihadista. Un macrocentro donde se ignora por completo la Declaración Universal de Derechos Humanos de París de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Nueva York de 1966, los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales de 1945 y la propia Constitución de los Estados Unidos. Barak Obama, Presidente desde hace cuatro años, el hombre de la oratoria brillante, el Premio Nobel de la Paz, mantiene esta situación. Y el resto del mundo mira complaciente.
Las personas retenidas en Guantánamo no tienen la condición legal de detenidos, por lo que no se les aplica ni uno solo de los derechos que toda persona detenida tiene en cualquier estado de Derecho, ni siquiera el plazo máximo de detención fijado, por ejemplo, en España en setenta y dos horas. Muchas personas retenidas en Guantánamo llevan casi diez años privados de libertad. No tienen derecho a asistencia Letrada, los abogados en Guantánamo enturbiarían el ambiente. Da igual, el resto del mundo sigue mirando complaciente.
Ningún Juez o Tribunal tiene abierta causa penal alguna abierta contra los retenidos en Guantánamo. No se les imputa ni acusa de delito alguno. Tampoco ha habido ningún Juez o Tribunal en Estados Unidos que haya ordenado el cierre de esta pocilga de seres humanos ni Fiscal que haya inciado proceso alguno contra esta barbarie. El resto del mundo jurídico mira impasible.
La identidad y estado de salud de los retenidos sólo la saben los gestores del centro. Los presos no pueden recibir visita alguna ni dirigir comunicaciones al exterior. Desde que ingresan en la pocilga ya no son seres humanos, no tienen ni familia ni amigos. Están aislados, amarrados con cadenas y tratados como pedazos de carne con cabeza, cuerpo y extremidades. Algunos de los retenidos son menores de edad. Da igual, ni en Guantánamo rige ley penitenciaria alguna ni ha nacido todavía el defensor del menor que proteste por esta situación.
En Guantánamo se tortura a los retenidos. Ya se habían denunciado estas torturas por muchos medios de comunicación y ONGs, incluida Amnistía Internacional. Comprobada la absoluta impunidad de estos métodos, el director de la CIA Leo Panetta lo ha reconocido públicamente: mediante la tortura de "la bañera" aplicada a un preso rn un interrogatorio se obtuvo la pista para localizar a Osama Bin Laden. Lo peor es que no sólo lo ha reconocido sino que además se muestra orgulloso de ello. El resto del mundo ya no mira complaciente. Ahora aplaude.
Guantánamo es la vergüenza del mundo occidental. Con Guantánamo hemos tirado por la borda muchos de los importántisimos avances alcanzados por la humanidad en materia de Derechos Humanos y esto es absolutamente nefasto. El siglo XX fue, entre otras cosas, el del avance imparable de la ciencia, avance que nos ha hecho a todos mejorar nuestra calidad y nuestras expectativas de vida. El Derecho es una ciencia, una ciencia social. Experimentar una regresión en nuestros derechos supone un gravísimo retroceso del que nos va a costar mucho salir. Claro que también es cierto que esos avances en realidad los hemos disfrutado unos privilegiados, menos de una cuarta parte de la población mundial. La vida en Guantánamo transcurre entre oscuridad, violencia, sufrimiento y soledad. Por lo menos, a los cerdos en las pocilgas se les da comida en abundancia y los sementales y las cerdas retozan satisfechos de sexo. En Guantánamo, a los cerdos se les hace "la bañera" y cantan. Y el resto del mundo aplaude.