Resumen
"El pasado domingo catorce de abril cuando un gran elevado número de corredores participaban en el célebre maratón de Boston explotaron dos bombas que causaron la muerte de tres personas e hirieron a 170, muchas de gravedad con amputaciones de miembros. Los autores fueron identificados y uno falleció y otro tras una larga búsqueda fue finalmente arrestado y se encuentra en el hospital".
Un atentado de estas características genera tras de sí, un gran número de víctimas y grandes secuelas físicas y psicológicas, que serán difíciles de abordar para su tratamiento eficaz. Además de las víctimas directas, las que sufrieron el efecto de las bombas, la sociedad en general cada vez que hay un hecho de estas características sufre y con ello también se convierte en víctima.A nadie escapa que estos sucesos provocan en todos nosotros, incluso los que vivimos a gran distancia del lugar de los hechos, un sentimiento de desconfianza (de que si les ha pasado a gente normal, en cualquier momento nos puede pasar a nosotros)¿Acaso no nos volvemos un poco “paranoicos”?. Imagino a los ciudadanos que más cerca sufrieron el ataque y a los vecinos de los supuestos autores ¿Cómo van a recuperar la confianza en los otros miembros de la comunidad?. Será muy difícil y es lógico que ahora se muestren recelosos de cualquier vecino o persona que aparentemente sea “extravagante” o tenga comportamientos no usuales. Lo normal es que esto, les lleve a ver “fantasmas” donde no los hay.
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Más allá del castigo al que parece único autor vivo, lo más importante es “recomponer” lo más posible la vida de las víctimas, tanto de las directas como las de la sociedad. El propio presidente de los Estados Unidos así lo ha adivinado, cuando dijo que lo más importante ahora es ayudar a las víctimas a que obtengan respuestas, especialmente por qué (esto es lo que más las puede estar atormentando),es la pregunta que más habitualmente suelen hacerse las víctimas de cualquier delito y que generalmente no logran responder, lo que las causa más frustración, si cabe.
Por eso, la Justicia Restaurativa debe aplicarse en estos casos, por ser necesaria su forma de abordar el delito, poniendo prioridad en las víctimas y en la prevención de nuevos delitos similares. No hablo de encuentros restaurativos entre victimas e infractor, esto es una herramienta de esta justicia y en este caso es poco probable que el infractor asuma el delito y el daño que causó y quiera mitigarlo, aunque nunca debe descartarse del todo porque puede ser necesario para algunas víctimas y puede ser importante que este delincuente vea las consecuencias de su delito y el daño que causó a personas inocentes.
Estoy apostando por una justicia penal con enfoque restaurativo que atienda a las víctimas, a la comunidad y al propio infractor a través de la prevención de nuevos delitos.
Las víctimas necesitan saber por qué, entender por qué suele ser algo esencial para la mayoría de ellas y un aspecto importante en el proceso de recuperación del trauma del delito sufrido. En este caso con mayor motivo, pues el sin sentido de estos ataques terroristas, causan más frustración y las puede llevar al aislamiento y la soledad absoluta. Los sentimientos como venganza e ira pueden surgir y es lo más probable ya que como seres humanos que somos, el dolor no nos deja indiferentes. Partiendo de estos sentimientos negativos, la Justicia Restaurativa ayuda a las víctimas a ir transformando estos sentimientos negativos y normales en otros más constructivos y positivos, que las va a ayudar a superar o al menos “comprender” que han sufrido un delito, que no merecían sufrirlo pero que su entorno y la sociedad en general comprenden su dolor, empatizan con ellos y no estarán solos en el arduo camino de rehacer sus vidas. Por eso, lo esencial es que la Justicia Restaurativa favorece la reconciliación de las víctimas con el mundo ( que dejó de ser un lugar idílico para ellos), con la comunidad ( ya que uno de sus miembros les ha causado un gran daño), con sus allegados ( porque suelen sentir que ellos no comprenden por lo que están pasando) y con ellos mismos (especialmente es importante que no se “echen la culpa” por haber sufrido el delito, por su cabeza a buen seguro rondaran ideas como: “ si no hubiera ido”, “si me hubiera quedado en casa”. Todo esto es necesario erradicarlo para favorecer esta reconciliación-recuperación). Desde el momento que alguien sufre un delito, se convierte en víctima y en ese momento empiezan a pensar como le gustaría que se recordara lo sucedido y lo que sucederá. Esta justicia reparadora por ser más humana y cercana a las víctimas y a la sociedad en general, ofrece a las victimas una visión del delito que genera solidaridad, empatía y gran respeto hacia las que sufren el delito. Esto las ayuda a transformar los sentimientos negativos de los que hablaba, en otros liberadores como de la humillación al honor y de la ira a la superación. Gracias a esto, las diferentes paradas en el camino hacia la restauración emocional de las víctimas será más fácil de sobrellevar. Y al final del camino, la víctima dejará de serlo, para pasar a ser un superviviente.
La comunidad en especial, la más cercana a donde sucedieron los hechos necesita recuperar la confianza en sus vecinos y en el ser humano en general. Necesitan despejar de su mente la idea que el mundo es ahora un lugar peligroso y que detrás de cada aparente “amable” vecino, puede haber un asesino en potencia. Debemos evitar radicalizarnos y que esta desconfianza ante el temor de sufrir un delito de esas características, domine nuestra vida. Esta “radicalización” puede llevarnos además a cometer injusticias contra todo el que consideremos “sospechoso” o con comportamientos “raros”.
La Justicia Restaurativa con su forma de abordar los efectos del delito dando voz a los afectados favorece la recuperación de la seguridad y la confianza de la comunidad y fomenta la recuperación del equilibrio y la armonía individual y social (fortalece el tejido social, haciéndolo más unido ante el dolor pero confiado en que la justicia tratará de evitar que estos sucesos vuelvan a ocurrir, pero sabrán que si suceden, el que los sufra, tendrá todo el apoyo, ayuda y solidaridad necesaria para seguir adelante)
Y ¿qué puede hacer una justicia penal con enfoque restaurativo respecto a infractores tan crueles?
Esta justicia no se centra solo en castigar y en cómo sucedieron los hechos, el delito es tristemente un acto pasado que ya ha causado mucho dolor, por eso lo más necesario es evitar otros hechos futuros similares y nuevas víctimas. Para ello es esencial el ¿por qué? Esta simple pero complicada pregunta ayuda a las víctimas directas también a otras futuras potenciales víctimas y evitaría que muchos posibles delincuentes “den el salto” y se conviertan en criminales.
Es esencial acudir al origen de estos delitos, qué puede llevar a chicos aparentemente normales a cometer crímenes tan terribles. Entender el origen de su radicalización, sea por cuestiones políticas, religiosas o de otra índole puede ser un arma fundamental no solo para prevenir nuevos delitos sino para “rescatar” a jóvenes con perfiles potencialmente aptos para sumergirse en entornos radicales que les conduzcan al delito.
Es desolador ver lo influenciables que son algunas personas, especialmente jóvenes, a la hora de cometer y justificar delitos tan terribles, en aras a un fin que ellos suelen considerar loable. Probablemente la familia y la educación que reciben en su tierna infancia, puede ser decisiva para sus futuras tendencias a delinquir. A pesar de que puedan no reconocer el daño que hicieron, el conocer la historia de sus víctimas puede ser algo bueno para intentar llegar a la humanidad y empatía que todas las personas deberíamos tener. Sólo si la empatía no surge, y aunque lógicamente el castigo deben recibirlo, es cuando tendremos que pensar en otras formas para reinsertar a estos delincuentes cuyo fanatismo, parece nublar su visión de la realidad. La Justicia Restaurativa por todo esto, permite la atención a los afectados de una forma que promueve la recuperación de la armonía social, individual y espiritual.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.