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Pocas situaciones de la realidad social se han escapado a la mirada del Cine, tampoco lo ha hecho la cárcel, con todos y cada uno de los tópicos que la rodean. Películas sobre la temática carcelaria hay muchas y muy buenas, dado que la mayoría suelen tener como cualidad innegable la credibilidad de los hechos que narran.
1. Planteamiento general
El género de cine, que podemos calificar de carcelario, está compuesto por un gran número de películas que versan sobre la temática de las prisiones, porque siendo, como es, la cárcel una de las consecuencias de la actividad criminal, dada la importancia de esta trama entre los argumentos de la ficción cinematográfica, es normal, que desde la detención del culpable, pasando por su enjuiciamiento, hasta la ejecución de la sentencia, salga a relucir el tema de la cárcel en algún momento del guión de la Película, hasta lo ha hecho el propio “Torrente” en la última de sus entregas «Torrente 4 Lethal Crisis» (2011) de Santiago Segura.
Sin embargo, películas que expresamente dediquen su guión íntegramente a mostrar las condiciones de vida de los reclusos hay menos, porque la mayoría de las películas sobre cárceles no desarrollan una trama específicamente penitenciaria, sino otro tipo de temática, por ejemplo: la del error judicial, la de la pena de muerte, la de la tortura y los malos tratos, la de hechos históricos etc. Son claros ejemplos de ello películas como: “En el nombre del Padre” (1993) de Jim Sheridan, “La Milla Verde” (1999) de Frank Darabont, “Pena de muerte” (1995) de Tim Robbins, Ejecución inminente (1999) de (Clint Eastwood), “Salvador” (2006) de Manuel Huerga etc., donde estando la cárcel presente en la estética de la película, no es el argumento principal del guión.
Las películas de género carcelario, que suelen tener todas ellas un tinte dramático y en algunas ocasiones incluso trágico -el cine carcelario cómico es escaso- suelen abordar el tema penitenciario bajo el prisma cinematográfico de la evasión, argumento muy habitual en este tipo de cine. De ellas, las mejores desde mi punto de vista y en relación con la temática argumental que abordaremos en este artículo, serían las siguientes:
- “Expreso de Medianoche” (1978) de Alan Parker.
- “Papillon” (1973) de Franklin J. Shaffner.
- “La leyenda del indomable” (1967) de Stuart Rosenberg.
- “La fuga de Alcatraz (1979 de Don Siegel.
- “El hombre de Alcatraz (1962) de John Frankenheimer.
- “Brubaker” (1980) de Stuart Rosenberg.
- “Cadena perpetua” (1994) Frank Darabont.
Aunque todas las citadas son películas americanas, el género de cine carcelario es universal, también existen muchas y muy buenas películas fuera de este cine, quizás la mejor sea la película brasileña “Carandiru” (2003) de Héctor Babenco. También, en el Cine español existen cintas de este género, sin duda interesantes, podemos destacar: “Carne Apaleada “ (1978) de Javier Aguirre, “La fuga de Segovia” (1981) de Imanol Uribe, “Todos a la cárcel” (1993), de Berlanga, “Entre rojas” (1995) de Azucena Rodríguez, “Horas de luz” (2004) de Manolo Matji, “El patio de mi cárcel” (2008) de Belén Macías y la última, hasta la fecha, “Celda 211” (2009) de Daniel Monzón.
Pero de todas las películas que abordan la temática carcelaria es preciso destacar la de “Cadena perpetua”, como la que mejor narra la vida en prisión. En sólo 142 minutos nos relata todos los estereotipos de la vida carcelaria con una gran maestría y sencillez, sin duda, la podemos considerar como la película más paradigmática del cine carcelario.
Título original: The shawshank redemption
Dirección: Frank Darabont
País: Estados Unidos
Año: 1994
Duración: 142 min.
Género: Drama
Este Filme, a través de un sencillo argumento en el que el protagonista Andrew Dufresne (Tim Robbins), un joven banquero es enviado a la prisión de Shawshank para ser encerrado de por vida, todos y cada unos de los valores de la subcultura carcelaria y sus tópicos, en los términos que vamos a poder comprobar a continuación.
2. El reflejo de los estereotipos de la subcultura carcelaria en la película “Cadena perpetua”
Quizás el tópico más repetido del cine penitenciario sea el de las degradantes condiciones de vida que se producen dentro del recinto carcelario, que se muestran de muy diversas formas y en muy diversas situaciones. Todo empieza en el momento del ingreso en prisión, que reflejan casi todas las películas que tratan de esta temática, donde se resalta la diferencia entre la vida que se deja y la que se comienza.
El ingreso de una persona en prisión supone su aislamiento afectivo y social, lo que conlleva la pérdida de vinculaciones familiares y sociales y produce el aislamiento respecto a todo lo que se dejó fuera. Se puede observar lo que decimos en esta reflexión de “Redd”.
La primera noche es la más dura, no cabe la menor duda, te dejan desnudo como el día que naciste con la piel quemada y medio ciego por el asqueroso desinfectante y cuando te meten en la celda y te cierran los barrotes en las narices es cuando te das cuenta que es de verdad, en un abrir y cerrar de ojos toda tu vida se a ido al carajo no te queda nada excepto todo el tiempo del mundo para reflexionar.
Las restricciones que se viven a partir de ese instante serán constantes, la cárcel se convierte para el recluso en un nuevo “sistema social alternativo” que funciona de manera autónoma con sus propias normas, sus diferentes patrones de comportamiento, sistemas y códigos de comunicación, estilos de vida, su propia economía sumergida, sus grupos de presión, sus agentes de control formales e informales. Esto es lo se denomina “la subcultura carcelaria”, cuyos valores son bastante comunes y universales, adoptando la forma del llamado “código del recluso”.
El “código del recluso” está integrado por normas no escritas, ajenas y en oposición a las reglas oficiales de la prisión, que regulan las relaciones entre los presos entre sí y de éstos con el personal penitenciario. Estas normas constituyen severos modelos de conducta, rígidos e inflexibles para los reclusos que se establecen para defender sus intereses. La violación de estas normas lleva aparejado el desprecio de los compañeros de internamiento e incluso un riesgo para la propia vida. Una de estas reglas, que se configura como estrategia de supervivencia, es la denominada “ley del silencio”, la no delación del compañero, aunque abuse de ti o de otros. Este supuesto compañerismo solidario, que se ejercerá siempre bajo los correspondientes liderazgos, se manifiesta siempre frente a la institución, pero no entre los propios presos.
Este comentario que hace “Redd” sobre las constantes agresiones y abusos que Andrew Dufresne debe soportar de algunos compañeros “maricones” que no cesan de violarle e intimidarle, evidencia de lo que estamos hablando.
La cárcel no es un cuento de Hadas él (Dufresne) nunca dijo quien lo hizo, aunque todos los sabíamos.
Sin embargo, el efecto más evidente de la subcultura carcelaria es la “prisionización”, que acaba sufriendo del recluso y que consiste, básicamente, en la progresiva asunción de los valores de una nueva forma de vida que hace que “se viva la prisión no sólo en la prisión”, con una dependencia por completo del régimen de ésta. Lo vemos en la reacción que tiene «Brooks” (James Whitmore) -un preso que lleva 50 años encerrado- cuando le comunican la libertad, que no es otra que la de querer cortar el cuello a un compañero para seguir encerrado. Este comentario de “Redd” lo evidencia con toda claridad.
Brooks no está loco, sino institucionalizado. Ese hombre se ha pasado aquí dentro cincuenta años, no conoce otra cosa. Aquí dentro es un hombre importante, culto. Fuera de aquí no es nada. Un viejo inútil con artritis en las manos…. Créeme, estos muros embrujan: primero, los odias. Luego, te acostumbras. Y al cabo de un tiempo, llegas a depender de ellos. Eso es institucionalizarse, te cierran de por vida, y eso es justo lo que te quitan.
Esta prisionización trae como consecuencia inevitable la dificultad de adaptación del individuo a la sociedad cuando salga en libertad, pues pasa de la cárcel, donde se le dice todo lo que tiene que hacer, cómo hacerlo y dónde hacerlo, a una situación -la libertad- en la que ha de tomar sus propias decisiones. Esto es lo que le pasa a “Brooks” que una vez en libertad, será incapaz de adaptarse a la modernización de la sociedad y a su ritmo de vida acelerado, lo que se evidencia en algunos de los comentarios que “Brooks” hace por carta a sus compañeros de prisión.
Queridos amigos, lo que han cambiado las cosas, y lo rápido que se mueve todo aquí fuera. Cuando era niño vi. una vez un coche, pero ahora están por todas partes. Este maldito mundo va demasiado deprisa.
Me he pasado 40 años pidiendo permiso para mear, y me es imposible hacerlo sin que me lo den, esa es una realidad durísima.
La ausencia de expectativas de futuro le avocará al suicidio – “Brooks was here” (Brooks estuvo aquí) rezaba su mensaje dejado escrito en una pared-. Esta ausencia de expectativas de futuro en personas privadas de libertad durante largo espacio de tiempo es natural, porque quien ni si siquiera pudo controlar su presente, mucho menos podrá planificar su futuro.
Lo mismo le toca pasar a “Redd”, cuando sale en libertad, tal y como lo pone de manifiesto en esta reflexión.
Todo lo que hago ahora es pensar en maneras de violar mi condicional para que me envíen de vuelta. Es algo terrible vivir con miedo. Brooks Hatlen lo sabía, lo sabía muy bien. Lo único que quiero es volver al sitio en donde todo tenía sentido. Al sitio en donde no tengo que tener miedo todo el tiempo. Lo único que me detiene es esa promesa que le hice a Andy.
Otro de los estereotipos que trasladan las películas de cárceles suele ser la actitud de rechazo de los presos hacia la Institución y de desconfianza a la función que ésta presta. Esto se evidencia en una magistral escena en la que “Redd” es evaluado, una vez más, por la Comisión de libertad Condicional, cuando quien la preside le pregunta si cree que está rehabilitado, a lo que contesta:
Si estoy rehabilitado?. Pues déjeme pensar… para serle sincero no tengo ni idea de lo que eso significa. Para mí sólo es una palabra inventada por políticos para que jóvenes como usted tengan trabajo y lleven corbata. ¿Qué quiere saber en realidad?. ¿Si lamento lo que hice?. No hay día que pase que no me arrepienta. No porque esté preso, ni porque usted crea que tendría que hacerlo. Pienso en cómo era yo entonces. Un chico… joven y estúpido que cometió un crimen terrible. Y quisiera hablar con él. Me gustaría que entrase en razón. Decirle cómo son las cosas. Pero no puedo. El chico se fue hace años, y este viejo es lo único que queda. He de vivir con eso. Rehabilitado… es sólo una palabra de mierda, así que rellene sus formularios, hijo, y no me haga perder más el tiempo, porque si le digo la verdad, me trae sin cuidado.
Después de tanto tiempo en prisión y ante la carencia de expectativas de futuro a “Redd” le de ya igual que le concedan o no la libertad, es más, prefiere que no se la concedan, de ahí esa contestación tan despectiva hacia algo que para él ya no tiene interés alguno. Lo hubiera podido tener en otros momentos anteriores, pero en esas ocasiones se la habían denegado.
Otro de los estereotipos que se destaca en las películas de género carcelario son las relaciones de los reclusos con los guardianes, que suelen aparecer en el guión argumental como colectivo corrupto, carente de escrúpulos y como torturadores de los reclusos. Más en concreto, el Alcaide al que se le suele asignar un papel destacado en estos vicios y corruptelas, con la honrosa excepción de “Brubakerer” -la cámara suele juzgar la cárcel desde la óptica de los reclusos y no de los guardianes-.
3. Recomendación personal
La película “Cadena perpetua” que si bien no obtuvo, en su momento, ningún “Oscar”, aunque fue nominada, nada menos, que para siete estatuillas de la Academia del Cine, merece estar entre el selecto club de las grandes obras maestras y debería ser material didáctico obligatorio en todos los Centros de formación del personal penitenciario, para que los trabajadores pudieran tener una explicación visual para el estudio de los valores de la subcultura carcelaria.
Si alguno de los lectores de este artículo no ha tenido la oportunidad aún de disfrutar de ésta cinta no dejen de hacerlo, merece la pena, sobre todo si tienen interés por el mundo carcelario.
Javier Nistal Burón, es licenciado en Derecho y diplomado en Criminología. Pertenece al cuerpo funcionarial de juristas de Instituciones Penitenciarias. Ha publicado más de un centenar de artículos doctrinales en distintas Revistas especializadas; asimismo, es coautor de varias publicaciones y autor de algunos libros sobre la temática penitenciaria.