Resumen
Vaya por delante algo fundamental: ante todo, se debe respetar la presunción de inocencia sobre los directivos detenidos de la SGAE. Por mucho que las prácticas de esta organización hayan rozado la desverguenza una y otra vez,no se debe caer en la tentación del juicio precoz al que ya nos hemos acostumbrado cada vez que nos topamos con un proceso judicial en el que hay implicado algún alto cargo ya sea del ámbito público o privado.
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Dicho esto, y sea cual sea el final de esta historia, es extraño que hayan surgido varias voces que se muestren sorprendidas por lo sucedido. Era de esperar teniendo en cuenta su especial sistema democrático, más propio de una sistema feudal que de una organización del siglo XXI. Su modo de asignación de votos y las posibilidades de participación que tienen los socios de la SGAE nos indica hasta qué punto su sistema favorece que se forme una cúpula que sea capaz de controlar y renovar con relativa facilidad su cargo.
Dos son los pilares en su peculiar sistema de votación, que Ignacio Escolar explica con claridad: "el sistema de voto de la SGAE es tremendamente complejo, diseñado para que sólo los autores y editores que generan ingresos puedan controlar la entidad. La SGAE tiene ya casi 100.000 socios registrados –96.959 según la memoria del año 2009–, pero sólo una minoría, unas 6.000 personas, puede votar. Todos los autores son iguales, pero algunos más que otros: en función de los ingresos del año anterior, tienen derecho a uno, dos, tres o hasta cinco votos “temporales”, según unas tablas para autores y editores que cada tanto se actualizan." (Enero 2011, Diario Estrella Digital).
Así, son aquellos que generan más beneficio, es decir, aquellos que van de la mano de la industria buscando el beneficio por encima de la calidad del producto los que tienen mayores posibilidades de adquirir derechos. Es evidente que este sistema lleva a dejar sin voz a aquellos que apuestan por una cultura que opta por crear una obra que no sea tan comercial.
Pero esto no es todo, ya que otro detalle en el sistema de asignación de votos es el que promueve que los que manejen el cotarro sean los de siempre. Citando nuevamente a Ignacio Escolar, este nos indica que "existen los votos permanentes, que se acumulan a lo largo de la carrera de cada socio en función de los derechos recaudados y que pueden llegar, en total, hasta 20 por cada categoría. De ese modo, hay autores que no votan, autores que tienen un voto y autores (o editores) que alcanzan a sumar decenas de votos en una sola mano. Sólo los socios con cinco votos permanentes se pueden presentar. Este sistema, sumado a la baja participación, hace que la decisión final sobre quién manda en la SGAE la suelan tomar apenas 700 personas: el 0,7% de los socios." (Enero 2011, Diario Estrella Digital)
¿Y después de todo esto alguien se sorprende de que, teniendo en cuenta que el sistema favorece que unos pocos puedan anclarse fácilmente en la cúspide de la organización, hasta ahora no se haya dado ningún caso de presunta desviación de fondos?
A mí, sinceramente, lo que me sorprende es que a alguien le sorprenda.
Bibliografía
Soy Licenciado en Criminología y Filosofía por la UAB. En 2011 fundé Criminología y Justicia, empresa dedicada a la divulgación de contenido de caracter criminólogico-jurídico que contó con la participación de más de 100 autores hasta su cierre en 2017. Durante ese tiempo se publicaron más de 1000 artículos que han recibido ya más de dos millones de visitas; se publicaron cerca de una treintena de libros, y también se organizaron diferentes eventos y congresos enfocados a divulgar la Criminología.
Ahora mi interés estriba en aplicar toda esa experiencia en el mundo de la divulgación científica a otros ámbitos dentro de la comunicación digital.