Resumen
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En este artículo se reflexiona sobre qué significa la libertad y la igualdad en un mundo formado por hombres y por mujeres, dando especial relevancia a lo que acontece en el ámbito educativo; se proporcionan pistas y herramientas que permitan al profesorado analizar y revisar su práctica docente con el fin de favorecer que sus alumnas y alumnos se expresen sin el peso de los estereotipos y sin la perspectiva de la desigualdad, lo cual ayudará a mejorar la convivencia escolar y, en último término, a prevenir la violencia de género.
Artículo completo
Antecedentes históricos de la coeducación
La coeducación -educación en y para la igualdad entre hombres y mujeres- es un término que tiene en España una historia muy reciente, ligada a la evolución del concepto de igualdad en el que se asienta. Pero, a pesar de ello, la demanda de educación para la igualdad también ha sido una constante desde el siglo XIX.
La Institución Libre de Enseñanza fue pionera y en el Congreso Pedagógico de 1892 se oyeron las primeras voces en demanda de coeducación, pero lógicamente no en el sentido que hoy entendemos.
Hasta los años treinta del siglo XX, la única posibilidad legal de unir a chicos y chicas en las mismas aulas, se debió a la R.O. de 25 de febrero de 1911. Pero la presión social hizo que su aplicación fuese muy limitada.
Hubo que esperar a la Orden de 9 de septiembre de 1937 que establecía la “coeducación” en la enseñanza primaria. Esta Orden, la más igualitaria que se produjo en este periodo (Cortada Andreu, 1988), no impidió que se siguieran manteniendo diferencias y separaciones, ya que el plan de estudios, publicado con anterioridad, incluía las “labores propias del sexo” exclusivamente para las niñas.
Estas breves experiencias, que deben ser interpretadas en un contexto de igualdad restringida, se truncaron con la Orden ministerial de 5 Mayo de 1939, que abolió la “coeducación” por considerarla antipedagógica y anti-educativa, y reforzó el tradicional modelo escolar segregado.
En 1970, la Ley General de Educación permitió que poco a poco las escuelas se convirtieran en mixtas. Pero era una escuela mixta que, aunque no creaba desigualdad, la legitimaba y la presentaba como natural y aceptable, puesto que lo único que se hizo fue eliminar la cultura doméstica del currículo oficial.
Sin embargo, pocos años después se pasó del reconocimiento de la igualdad de derechos, a todo un marco legislativo en materia de igualdad de oportunidades y no discriminación; y la creación del Instituto de la Mujer en octubre de 1983 supuso el reconocimiento oficial de la necesidad de introducir medidas para acabar con la discriminación en educación y apostar por la igualdad de oportunidades.
En 1984, el Colectivo ‘Por una escuela no sexista’ de Madrid participó en las I Jornadas sobre ‘Mujer y Educación’ celebradas en España después de la dictadura reivindicando una escuela que tuviera en cuenta a las niñas.
En 1987, el Colectivo Feminario de Alicante definió la coeducación como “un proceso intencionado de intervención a través del cual se potencia el desarrollo de niñas y niños partiendo de la realidad de dos sexos diferentes, hacia un desarrollo personal y una construcción social comunes y no enfrentados”.
Fue en 1990, cuando la LOGSE reconocía la discriminación por sexos en el sistema educativo y establecía la necesidad de reconsiderar la actividad educativa e incorporar metodologías para potenciar la coeducación.
Coeducar hoy
La educación en y para la igualdad de oportunidades pretende que la presencia de ambos sexos en una misma escuela no signifique desigualdad, violencia o discriminación, sino una fuente de enriquecimiento mutuo, y una oportunidad para que unas y otros puedan desarrollar al máximo todas sus potencialidades y dispongan de la formación necesaria para ser verdaderamente personas libres y autónomas.
Aunque coeducar sigue siendo hoy en día una labor compleja, ya que hay que corregir en varios años lo que se había construido durante siglos, sabemos que la escuela es un lugar privilegiado para ello, y la manera más apropiada de hacerlo es desarrollando una metodología vivencial, que combine teoría y práctica, donde la principal función del profesorado sea la de facilitar la reflexión colectiva del alumnado, que emane de su vida cotidiana y de las experiencias que vive en su día a día.
Propuesta didáctica: El Laboratorio coeducativo
En este trabajo se proporcionan actividades con el fin de facilitar tanto la labor coeducativa del profesorado como la interacción y participación del alumnado, así como sensibilizar, de forma indirecta, al resto de la comunidad educativa o entorno social sobre la necesidad de hacer efectivo el principio de igualdad de oportunidades a través de la coeducación, porque coeducando igualamos en derechos y oportunidades.
Para ello se ofrece un conjunto diversificado de actividades dirigidas al alumnado (Figura 1), que permitan incorporar la perspectiva de género, promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y contribuir a unas relaciones entre los sexos basadas en la libertad y el reconocimiento mutuo.
Nuestro blog de actividades -titulado “El Laboratorio Coeducativo”- consta de cinco bloques temáticos (Figura 2). Para la elaboración de estas actividades resultan de interés los Cuadernos de Educación No Sexista del Instituto de la Mujer, concretamente “La química de la cocina” (Solsona Pairó, 2002) y “Los saberes de cada día (Calzón Álvarez y Cerviño Saavedra, 2003), así como la publicación “Fórmulas para la Igualdad” (Peña Palacios, 2007).
Como ejemplo de actividad, destaca en el Bloque: Violencia de Género, el análisis crítico y reflexión del poema en prosa “Mujeres”, de Manuel Vilas en su libro Resurrección (Figura 3). Se pretende que el alumnado reflexione sobre la vida de las mujeres en la sociedad actual; que sean conscientes de que las mujeres hoy día no son meros sujetos poéticos sino seres humanos, aunque aún constreñidas por normas sociales de comportamiento.
Con las actividades de los diferentes bloques temáticos, se pretende:
Visibilizar y hacer explícito el valor de los saberes cotidianos y compartirlos entre hombres y mujeres.
Superar los estereotipos sexistas, que niñas y niños, hombres y mujeres, no sean ni más ni menos, por cuestión de sexo, que estén igualados en derechos, en deberes y en oportunidades.
Reconocer la diferencia sexual a través del lenguaje y en la práctica cotidiana.
Reconocer y dar valor a las cualidades que se atribuyen a las mujeres y niñas -como la sensibilidad, la intimidad, la comunicación y el diálogo- y reconocer su capacidad de ser adoptadas tanto por mujeres como por hombres (Lomas García, 2004).
Intentar rescatar el protagonismo de las mujeres en el pasado, hacer visible su aportación histórica (Montoya Ramos y Cantonero Falero, 2005), ya que, además de sostener el hogar como madres y cuidadoras, han realizado una importante labor en el desarrollo político, científico, social y económico que la historia -escrita por los hombres- ha invisibilizado.
Posibilitar que tanto los niños como las niñas actúen de forma libre, eligiendo lo que quieren ser y no únicamente respondiendo a las expectativas que ponemos en ellas y ellos, dejando que se desarrollen con creatividad.
Erradicar el modelo de masculinidad violento y hacer visible la violencia existente en cada centro educativo sin ocultarla, tergiversarla ni minimizarla, lo que significa reconocer la propia violencia.
Reconocer autoridad a las mujeres y, en la medida de lo posible, llevar la autoridad y no el poder a cada aula.
Ir más allá de la tolerancia y facilitar la reflexión y toma de conciencia de una realidad en la que existen tanto desigualdades, injusticias y violencia como posibilidades de cambio y esfuerzos individuales y colectivos por superar estos problemas.
Conclusiones
La educación escolar hoy ni es ni puede ser la solución a todos los problemas sociales emergentes, pero, no deja de ser, sin embargo, el espacio privilegiado para la construcción de una nueva ciudadanía, que requiere una educación en igualdad.
Afrontar la educación en igualdad, en estos momentos, en los centros educativos significa disponer de herramientas que permitan:
Contribuir a fomentar la superación de los estereotipos asociados a los roles tradicionales de género, y rechazar aquellos que supongan discriminación entre hombres y mujeres.
Garantizar que el alumnado adquiera los conocimientos y habilidades necesarios para responder a las responsabilidades familiares y cuidados de las personas.
Ilustrar las múltiples desigualdades que perduran en nuestra sociedad entre hombres y mujeres, derivadas de una larga historia de segregación y de una escuela mixta que no había sido diseñada para un colectivo que aportaba experiencias desiguales.
Visibilizar la aportación de las mujeres a lo largo de la historia.
Abrir importantes debates y reflexiones que permitan reconsiderar nuestros propios modos de pensar y actuar en relación con la construcción social de género.
Concienciar al profesorado de la importancia de tener una escuela igualitaria que responda a criterios democráticos y de justicia, para lo que se necesita una predisposición favorable por toda la comunidad educativa.
Intentar que las profesoras y los profesores sepan ver y nombrar la violencia allí donde se da, en vez de actuar como si en realidad se tratara de otra cosa.
Tomar conciencia de que la violencia contra las mujeres ejercida por el alumnado no es un ‘simple juego de niños’, sino algo de gran transcendencia, ante lo cual es necesario intervenir, educar y prevenir.
Visualizar la presencia de las mujeres y niñas a través del lenguaje no sexista (Instituto de la Mujer, 1987). Como Mercedes Bengoechea (1994) apunta: “El lenguaje refleja y, muy especialmente, ayuda a construir, nuestra concepción del mundo y la realidad. Es decir, los términos, las frases y el lenguaje que la gente usamos para describir la realidad, las cosas y las personas organizan nuestra estructura interpretativa de las mismas. En ese sentido, el poder y la capacidad de influencia del lenguaje público son trascendentales”.
Poder trabajar por una sociedad más justa en la que nuestros alumnos sean más afectivos y lo demuestren, y nuestras alumnas luchen por su autonomía y por su sitio en la sociedad.
Referencias bibliográficas
Bengoechea, M. Influencia del uso del lenguaje y los estilos comunicativos y la formación de la identidad personal. Recuperado el 25 de Julio de 2011 de www.emakunde.es/images/upload/Mercedes_Bengoechea.pdf
Calzón Álvarez, J. & Cerviño Saavedra, M.J. (2003). La química de la cocina. Propuesta didáctica para educación secundaria. Serie de Cuadernos de Educación No Sexista nº 16. Instituto de la Mujer.
Cortada Andreu, E. (1988). Escuela mixta y coeducación en Cataluña durante la 2a República. Madrid: Ministerio Asuntos Sociales. Instituto de la Mujer.
Feminario de Alicante (1987). Elementos para una educación no sexista. Guía didáctica de la Coeducación. Valencia: Víctor Onega.
Instituto de la Mujer (1987). El sexismo en los libros de texto. Madrid: Instituto de la Mujer.
Lomas García, C. (2004). Los chicos también lloran: identidades masculinas, igualdad entre los sexos y coeducación. Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Montoya Ramos, M. & Cantonero Falero, J. (2005). En femenino y en masculino: la diferencia sexual en el aula. Recuperado el 25 de Julio de 2011 en http://www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras/tablas/Wmedios1.XLS.
Peña Palacios, E. M. (2007). Fórmulas para la igualdad. Fundación Mujeres. Editada por la Mancomunidad de Municipios Valle del Guadiato.
Solsona Pairó, N. (2002). La química de la cocina. Propuesta didáctica para educación secundaria. Serie de Cuadernos de Educación No Sexista nº 13. Instituto de la Mujer.