Resumen
Viendo todo lo que ha acontecido con el caso de Marta del Castillo y lo que continua sucediendo con los imputados, la verdad es que no me extraña nada en absoluto quela gente afirme con rotundidad que no hay justicia. Simplemente y a primera vista ya se aprecia un gran desequilibrio entre victimas e infractores ¿Por qué digo esto?
Los infractores tienen un montón de derechos (lógico y normal por otra parte porque por eso nuestro país es un estado social y democrático de derecho): tienen derecho a no declarar contra si mismos, no confesarse culpables, a un juicio con todas las garantías y un largo etcétera, mientraslas victimas tan sólo tienen derecho a declarar en el juicio como testigos, sin tener apenas nada que decir durante todo el proceso. Algo que debería cambiar puesto que una de las necesidades de las víctimas es la de sentirse informados, poder decidir como quieren que continúe el proceso y sobre todo sentir que alguien es responsable del hecho y que además del castigo, este infractor no volverá a hacer lo mismo a otra persona.
En el caso de Marta del Castillo es indignante ver como la falta de humanidad de la justicia actual, el “ceñirse de forma estricta a la literalidad de la ley” y sobre todo y como dicen muchas personas “el hecho de que quién hace la ley hace la trampa” ha llevado a que este juicio parezca una representación teatral por parte de los imputados y lo que más me espanta es que escuchándolos, tan siquiera parece que estuvieran hablando de un ser humano, una chica y mas concretamente una amiga a la que han matado, claro está de momento hasta que acabe el juicio, presuntamente.
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Para colmo, todo este juicio está siendo seguido por los familiares de Marta, victimas por partida doble o si me apuran triple, primero pierden a su hija asesinada por sus supuestos amigos, luego la vuelven a perder porque estos delincuentes se niegan a decir donde está su cuerpo, algo que ayudaría enormemente a sus padres y familiares para poder al menos mitigar este dolor y empezar a curar sus heridas, y por último el estado les ofrece un proceso judicial en el que todo se vuelve a revivir y para más inri, los protagonistas son los supuestos asesinos, ellos las victimas meras estatuas a merced de un desarrollo judicial que no entienden y no acaban de comprender porque no se ajusta a lo que es de sentido común. (Quizá sería hora de hacer leyes más cercanas y que todos los ciudadanos pudieran comprender, por cuanto tengo claro que cuando un caso de estos sucede, las personas de a pie no entienden los entresijos judiciales, les resultan extraños y lejanos y por tanto al no comprenderse, tampoco se aceptan de ahí, las muchas criticas a la Justicia. Otra opción sería, sino leyes más cercanas, al menos invertir un poco en informar al ciudadano porque aunque todo es gestionado por los profesionales, no está de más, que los miembros de la comunidad, tengan un conocimiento al menos mínimo del funcionamiento de la justicia, ya que el saber bien dicen que no ocupa lugar).
Este caso es claramente un ejemplo de que seguir la estricta legalidad sin estar al caso concreto y sus circunstancias y la excesiva protección a los infractores en detrimento de las víctimas, se convierte en otro daño irreparable para estas últimas. El objetivo principal de la Justicia debería ser lograr la reparación o compensación de las víctimas, (en este asunto recuperar el cuerpo de Marta), si queremos que la Justicia sea más humana y justa. Esta reparación o compensación debe ser tanto material como psicológico, y debería decidirlo la víctima de acuerdo con sus necesidades y prioridades. En esta caso la falta de empatía y sentimientos de los imputados, haría imposible una petición de disculpas o cualquier reparación moral, a estas alturas lo único que podría mitigar el dolor y supondría un punto y aparte para intentar recuperar lo que pudieran de su vida, sería encontrar a Marta, sólo así más allá del castigo o la pena a los infractores, estos padres, familiares y amigos sentirán que se ha hecho por fin, Justicia.
Por eso cada vez, tengo más claro que la justicia tal y como la conocemos debe cambiar, no ya para que los delincuentes reciban menos castigo, como unos dicen o para que se endurezcan las penas, como otros propugnan ¿Por qué siempre se está pensando en si los infractores deben recibir más o menos castigo? Es lo último que nos debería preocupar, antes debemos centrarnos en las personas que han sufrido un daño, en las víctimas tanto directas como indirectas del delito. Es necesario que la prioridad fundamental sea qué necesitan, qué desean, cómo se puede disminuir el dolor y por supuesto que si el infractor (desgraciadamente en el caso de Marta no ha sido así) estuviera dispuesto, debería permitírsele que él mismo reparara este daño, aprendiendo así que esta actividad es una prestación socialmente constructiva y un primer acercamiento a su rehabilitación. La sociedad necesita esta justicia, llamada restaurativa, restauradora o reparadora.
Además de cambiar hacia una justicia restaurativa penal, viendo la “sangre fría” de estos imputados, chicos jóvenes, veo también más necesario que nunca que los principios de esta justicia restaurativa, como filosofía que educa y previene conductas violentas, empiecen a enseñarse a los niños y jóvenes en los colegios y familias, ilustrándoles acerca de valores como la comunicación, el dialogo y sobre todo la empatía para que sus relaciones con sus semejantes sean respetuosas y humanas. Solo así podremos evitar generaciones de jóvenes sin empatía ni escrúpulos, como estos señores, que no han sabido ponerse en el lugar de estos padres y aunque conocen que podrían aliviar su dolor, no revelan el paradero del cuerpo de su hija. Está claro que es algo que también debería cambiar o renovarse al menos para prevenir experiencias de revictimización de las victimas tan extremas como este caso.
Y ha quedado claro que sólo con penas más duras no se consigue este cambio ¿por qué? Porque el hecho de que el delincuente sepa que si hace algo malo, va a ser castigado duramente, solo surte efecto, si teniendo en cuanta esto, calcula el riesgo y tiene miedo. Sin embargo, si este razonamiento falla y delinque, la amenaza que estaba destinada a disuadirlo de cometer el delito, hará que quiera escapar del castigo, llegando incluso a negarlo o minimizarlo. En este caso concreto, este razonamiento junto con la falta de toda empatía hace que no confiesen que han hecho con el cuerpo (siguiendo el razonamiento, saben que no tienen nada que perder, y el descubrimiento de Marta arrojaría más luz al caso y supondría para ellos quizá mayor condena por eso siguen callados)
Concretando todo lo dicho, creo que es hora de pensar en las victimas con un enfoque penal restaurativo, empezando por darnos cuenta que la justicia está tratando con personas y vidas, y no con normas y leyes. Y como no se trata de ciencias exactas, se debería aliviar el excesivo rigorismo y formalidades, y el estricto apego a la literalidad de las leyes, para que así las victimas sientan más cercanía y apoyo y sobre todo que son respetadas y comprendidas.
Por otro lado, y como complemento y prevención de futuros seres sin “alma”, la idea de fomentar la justicia restaurativa como cultura entre los chicos y jóvenes en los colegios, es muy importante, y así se enseñaría a nuestros niños que no se debe dañar a otras personas, no ya porque si lo hacen serán castigados, sino porque no se debe hacer a otros lo que no quieras que te hagan a ti. Y si a pesar de todo se causa un daño, se les debe hacer entender que deben repararlo, como muestra de arrepentimiento y porque es lo justo.
Quizá solo quizá, evitemos que casos tan tristes e indignantes como este se repitan de forma continuada en el tiempo y que no abandonen a su suerte a unas victimas sin poder superar el trauma y jóvenes infractores, sin muchas posibilidades de reinserción, al carecer de empatía y sentimientos para con sus victimas y familiares y para con sus comportamientos negativos y violentos. Solo así la Justicia podrá ser cuando menos casi Justa.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.