Resumen
Cuando miro la televisión y veo a víctimas reclamando penas más duras, no creo ni por un momento que sea porque son muy punitivas. Simplemente, reclaman más castigo porque por regla general, los infractores no reconocen el daño que han causado, y el castigo es la única respuesta que encuentran de la Justicia tradicional (y lo cierto es que las víctimas suelen reclamar precisamente como una necesidad importante: que alguien aparezca como responsable del daño que han sufrido, y esta necesidad rara vez se atiende por la Justicia Penal actual)
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Las víctimas sufren un delito y como consecuencia surge el trauma, obviamente cada víctima es distinta de la otra, igual que cada persona somos diferentes de otra. Lo que sí está claro, es que la Justicia Restaurativa y sus herramientas pueden ayudar a la víctima en su camino hacia la recuperación de este trauma o su sanación. Teniendo en cuenta que todo trauma que no se cura se transfiere, es importante tener una justicia más humana que se ocupe prioritariamente de las personas que han sufrido el delito. Sin duda, la Justicia Restaurativa consigue una forma mejor de abordar el delito y su impacto, atendiendo de una mejor manera las necesidades de las víctimas.
Es cierto que cuando se sufre un delito, se genera una serie de crisis en las víctimas, que se pueden traducir en crisis de identidad (en quién se puede confiar) y crisis de concepción acerca del mundo. Estas crisis generan una serie de necesidades entre ellas, la venganza, aunque con ello, las víctimas lo que demandan, es lo que ya había comentado, que haya una persona responsable por el delito y así poder reequilibrar la balanza a su favor, recuperando con ello el control de su vida. Sin embargo, pocas veces la Justicia Penal actual favorece la responsabilización, a veces me doy cuenta que nos hemos preocupado por desarrollar, reconocer y resaltar los derechos que todos tenemos, incluidos los infractores (lo cual está muy bien) pero nos hemos olvidado de agregar que todos los derechos llevan aparejados una serie de responsabilidades.
La Justicia tradicional contribuye con las normas a la “vergüenza” de la víctima y no favorece la rendición de cuentas del infractor, esto genera en las víctimas más ansia de venganza, como medio para recuperar su “honor”.
Cuando un infractor se compromete a través de un proceso de Justicia Restaurativa, a hacer lo correcto, a reparar el daño causado, implica que está asumiendo su responsabilidad, está diciendo: “estoy tomando responsabilidad y no fue tu culpa”
Esto, además, hace recuperar a las víctimas directas y las indirectas como la comunidad, el sentimiento de seguridad. Con esta responsabilización voluntaria será más probable que el infractor no vuelva a delinquir, ya que ha visto y ha conocido el impacto que el delito tuvo en la víctima y en la sociedad en general. El pensar en este sentimiento de seguridad, que perdemos cuando sabemos que se ha cometido un delito me ha llevado a hacerme una pregunta: ¿Qué nos puede resultar más fácil, pensar en un infractor como alguien diferente al resto de las personas o como alguien normal, como cualquiera de nosotros pero que en un momento dado ha cometido un delito?
Si vemos al infractor como alguien diferente, casi como decía Lombroso, genéticamente predispuesto al delito, quizá para las víctimas en un primer momento sería más tranquilizador, porque la respuesta sería neutralizar a estos infractores, separarlos de la sociedad y evitar así que vuelvan a delinquir. Esto, sin embargo, no cubriría las expectativas de las víctimas a largo plazo, siempre desconfiaran de las personas que las rodean, pensando si son de esos seres “diferentes” que sin duda, van a cometer delitos. Todos nos volveríamos un poco paranoicos y desconfiaríamos del resto de los miembros de la comunidad. La crisis de concepción acerca del mundo nos afectaría a todos víctimas directas e indirectas.
Sin embargo, si valoramos que el infractor es alguien normal como cualquiera de nosotros que en un momento dado, cometió un delito, la forma de gestionar el delito se enfocaría en el porqué del delito (haciendo frente a las causas del daño) y a la reparación del daño (a través del fomento en el infractor de valores restaurativos, que le hagan responsabilizarse por su conducta).
De esta forma, las cosas se harán bien para las víctimas (favoreciendo que comiencen su camino restaurativo para su “curación” y para poder quitarse el rol de víctima) para el infractor (evitando la losa de ser considerado un delincuente, sin remedio) y para la comunidad (que recuperará su sentimiento de seguridad y de confianza en sus miembros).
Sin duda, la Justicia Restaurativa es una forma de hacer Justicia más humana pero también más responsable que consigue una respuesta al delito más satisfactoria para todos los afectados.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.