Resumen
“Pido el indulto para el amigo, que mató a mi hijo. La madre que perdió a su hijo, se rebela contra la condena de quién conducía cuando se produjo el accidente mortal. No es un criminal. Si encarcelan a David, nuestra herida se hará, aún más grande”
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Cuando leí esta noticia, hace aproximadamente un mes, se me pasaron por la cabeza muchas cosas, y sobre todo se agolparon ante mí, muchos sentimientos. Está claro, que más allá del delito cometido, existen persona, seres humanos, que se ven afectados por el daño.
Y es que esto es así, a pesar de que el delito, se describe en nuestras leyes como una violación de las normas, es mucho más, el delito causa daños a las personas. A partir de aquí, la visión de la justicia penal, se torna muy legalista y se olvida del aspecto emocional. ¿Por qué, digo esto? Pues porque en lugar de centrarse en “recomponer” el daño, que el delito ocasiona, la justicia penal se centra, de forma casi exclusiva, en valorar si el infractor ha cometido o no el delito, y cómo va a ser castigado. De esta forma, el Estado, entiende que la pena sirve para mostrar la solidaridad de la comunidad con la víctima. A pesar de estas variables, las verdaderas necesidades de las víctimas suelen quedar en un segundo plano. Tal parece que el estado tiene “miedo” de las víctimas, porque piensan que para ellas, sus principales reclamaciones son penas más duras. Y a pesar de todo, y aunque no es así, esta imagen de víctimas sedientas de venganza, parece calar en nuestro entorno. Esto es algo que me parece muy paradójico, porque por un lado, tenemos la imagen de la víctima como alguien vulnerable, incapaz, necesitada de protección y de que alguien decida por ella cuestiones esenciales tras el delito y por otro lado, pensamos en víctimas, deseosas de venganza. Y realmente ninguna de estas dos imágenes, se corresponde con la realidad.
Las víctimas necesitan sentir que se hace justicia, y este hacer justicia, en muchas ocasiones, no se corresponde con la idea de obtener una sentencia, lo más dura posible. Las víctimas necesitan sentir, que alguien se responsabiliza del daño que han sufrido, y que se las pueda compensar o aliviar este dolor.
Que el infractor vaya o no a pasar muchos años en prisión, puede saciar momentáneamente los sentimientos negativos, que produce el haber sufrido un delito, pero la realidad es que tras estos primeros sentimientos negativos, normales, por otro lado, las víctimas necesitan recuperar el equilibrio y comenzar un camino, más o menos largo, hacia su recuperación personal y emocional. Para esto, es importante poder escucharlas, darlas voz y sobre todo, que obtengan una reparación del daño, adecuada a sus verdaderas necesidades.
Y no olvidemos, además, que esta reparación va más allá de la de carácter material, trata de una reparación moral y psicológica. Como se puede ver en el caso, con el que he empezado, esta pequeña reflexión, las víctimas de este delito, necesitan mitigar el dolor que han sufrido con la muerte de su hijo y para esto, entienden que no puede pasar porque el amigo, que causó la muerte de su hijo, vaya a prisión.
La señora, lo ha explicado de maravilla, y es que devolver daño por daño, lo único que va a hacer , es ahondar más en el dolor.
Es que las víctimas no son tan punitivas, como los que nunca hemos sufrido un crimen, al contrario, sus necesidades como he dicho, tienen más que ver con reequilibrar las consecuencias del delito. Y este reequilibrio, para ellas, implica, no doblar la cantidad de sufrimiento sino aminorarlo un poco. El delito “duele” y la justicia debe “sanar”. (Braithwaite 2005)
La justicia tradicional, se centra en devolver al infractor, el mismo daño que causó, sin tener en cuenta que a veces, este sufrimiento se duplica, no solo para los infractores sino para las personas de su entorno, y en algunos casos, como en el que he puesto de ejemplo, incluso para las propias víctimas. Por eso, el enfoque restaurativo, tiene en cuenta variables importantes, a la hora de gestionar el delito, como las necesidades reales de las víctimas, a través de su participación activa en el proceso, si ese es su deseo, la responsabilidad voluntaria del infractor por el daño causado y su voluntad de querer compensar el dolor, devolviendo algo bueno por lo malo que hizo. Para esto, se puede utilizar en contra de lo que piensan, algunos penalistas, lo que la legislación nos deja y que ya contempla. Qué mejor forma de otorgar un indulto, si la víctima está de acuerdo, y el infractor quiere hacer algo productivo, por la sociedad y por la víctima. Estoy convencida, que el enfoque restaurativo debería tenerse en cuenta en la justicia penal de menores y de adultos, así tendremos sentencias más justas y no sólo, ajustadas a derecho.
Y lo más importante, tendremos víctimas satisfechas con la justicia y que pueden dejar de sentirse como tal, infractores que se responsabilizan por sus acciones y una comunidad que se siente mejor, porque es menos probable que se convierta en futura potencial víctima. Por eso, la Justicia Restaurativa, y sus diferentes herramientas no son métodos alternativos de solución de conflictos, no trata de evitar el juicio, al menos en delitos leves, trata de dar una segunda oportunidad a víctimas e infractores, trata de sanar y curar “heridas” y sobre todo implica ayudar a los realmente afectados por el delito, a superar o al menos comenzar, su camino hacia la recuperación.
Todo esto se puede hacer, respetando la legalidad vigente y dignificando y empoderando a los realmente protagonistas del delito: los afectados por el daño, que el crimen ha causado.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.