Resumen
La semana pasada presentaba un modelo de cárcel un poco utópica a los ojos de muchos de nosotros, no tanto por las instalaciones o por el lugar en sí, (porque muchas de otras prisiones tienen las mismas comodidades) sino por el espíritu que guía la convivencia y las normas en su interior. Lacárcel de Bastoy en Noruega, es claramente una prisión cuyos presos viven de acuerdo a los principios y valores de la justicia restaurativa.
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Acabé el artículo preguntándome si la sociedad, todos, estamos preparados para un cambio de mentalidad. Palabras como que se “pudra en la cárcel”, “las cárceles no son hoteles de cinco estrellas” y muchas otras las hemos oído y muchos las hemos pensado en más de una ocasión, especialmente ante el horror y la impotencia que nos causan determinados crímenes y algunos delincuentes. Esta pregunta de si estamos preparados, es realmente complicada de responder. Por eso, he buscado un modelo de cárcel totalmente opuesta a la de Bastoy, para buscar dos extremos opuestos e intentar encontrar el medio que nos dé un poco luz en este dilema. Hay una cárcel en Arizona en la que los presos, viven en tiendas de campaña a 50º a la sombra en verano con trajes a rayas, ropa interior rosa y grilletes. Su creador es Joe Arpaio, sheriff del Condado de Maricopa , muy orgulloso de ser el más duro de EEUU y el “azote” de los indocumentados.
Podría pensarse que este hombre es la excepción pero realmente no es así y que siga en el cargo, reelegido por los ciudadanos es porque goza de apoyo tanto él como persona como sus políticas de dureza extrema. Muchos creen que la estancia en la cárcel debe ser un “tormento”, una forma de hacer “pagar” al delincuente, creyendo que de esta manera cuando salgan no delinquirán por no querer volver a un sitio tan terrible como la cárcel. Estas dos argumentaciones no son, aunque muchos no quieran verlo, correctas en toda su extensión.
Primero, la estancia y la vida en la cárcel no debe ser un castigo y una tortura encubierta porque la verdadera condena, es la privación de libertad que se produce cuando se ingresa en los centros de internamiento y/o penitenciarios. Si aspiramos a una comunidad más segura y pacifica, es la obligación de todos procurar que cuando salgan de prisión lo hagan rehabilitados o al menos debemos intentar que cuando la abandonen, tengan la intención de no volver a cometer más delitos. Cuando pedimos penas más duras y más largas como único objetivo, nos estamos olvidando de que llegará el día que salgan, quizá no en un corto plazo pero sí, en un futuro lejano y si nosotros no estábamos seguros y tranquilos con ese infractor en libertad, si no intentamos su rehabilitación ¿qué seguridad tendrán las generaciones futuras?. Los problemas deben abordarse en el momento que ocurren e igual con la criminalidad, solo confiando en que el tiempo en prisión y cuanto más mejor, vaya a hacer que no delincan en el futuro en libertad, es una ilusión y una forma de “lavarnos las manos”, pasando “el problema” a los que vengan.
La segunda argumentación consistía en que solemos creer que el miedo a entrar en prisión otra vez, hará que no vuelvan a delinquir, de ahí que las prisiones de Arpaio se muestren como un lugar donde vivir en condiciones extremas es la norma. Este razonamiento podría funcionar si el delincuente tiene miedo de ser capturado, y valora su vuelta a prisión como algo negativo. Quizá muchos infractores a los que les quede sentimientos, expectativas de futuro y de vida valoren esto y no delincan. ¿Pero qué pasa con aquellos que al ser tratados no como personas sino como animales han perdido la esperanza? Pues que muy probablemente, no tendrán nada que perder y por eso ante la idea de delinquir , ser “pillados” y volver a la cárcel, no sólo volverán a cometer crímenes sino que harán lo posible para no ser capturados, como “eliminar “pruebas e incluso víctimas (por supuesto, que muchos se volverán más agresivos). Esta es una realidad que nosotros los seres humanos que sufrimos con el dolor de las víctimas, no podemos valorar puesto que tal parece que el ojo por ojo es el único atisbo de justicia y la única fórmula de responder al daño que causó el delincuente. Sin embargo, más allá de estos sentimientos normales, la experiencia demuestra que las víctimas una vez que son escuchadas y atendidas, su voz es tenida en cuenta y la reparación del daño que se la causó se torna en el objetivo primordial, dejan de tener estos sentimientos de venganza y a lo que suelen aspirar es que estos delincuentes no vuelvan a delinquir.
Es la sociedad, la que como víctima indirecta al no ser reparada, al no sentir esta justicia restaurativa como algo suyo, sigue clamando por penas más duras como un medio de vengarse del infractor.
Si atendemos a que la necesidad prioritaria de las víctimas es que los infractores no vuelvan a hacer daño, lo mejor para conseguirlo es por supuesto, que cumplan la pena impuesta, pero que esta pena, siguiendo los parámetros restaurativos como en la cárcel de Bastoy les proporcione todas las herramientas (asistencia psicológica, por qué no escuchar de forma directa a la persona que hizo mal…) que les puedan hacer reflexionar y querer cambiar. Para ello es importante que sigan viéndose como personas, que en la cárcel se les trate como seres humanos porque si la cárcel como la de Arpaio, les trata como “animales”, como un número, les ridiculiza, les estigmatiza como alguien que no merece llamarse ser humano, es complicado que puedan reflexionar y quieran cambiar, porque les estamos diciendo que una vez que han delinquido su vida ya no vale nada. Como decía Maslow, “si tu única herramienta es el martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo”, por eso, demos más herramientas a los presos para que ellos se vean a sí mismos como personas, también vean a la comunidad como humana, la misma que les va a dar una segunda oportunidad y sobre todo se den cuenta de que la víctima es un ser humano real, sólo así, hay posibilidad de que se conciencien y valoren no reincidir. Esta tarea no es fácil pero si dotamos al sistema penal y penitenciario de un enfoque más restaurativo y humano esto será más posible, barato y eficaz.
Joe Arpaio, creó su cárcel-campamento precisamente para evitar que Arizona y el gobierno americano se gastaran millones en la construcción de una cárcel al uso. En este extremo, estamos de acuerdo con Arpaio, construir más y más cárceles es muy costoso y además, me suelo preguntar, si no será un negocio suculento para muchos.
Sin embargo, es lo único en lo que coincidimos con este sheriff, pues me espanta los argumentos que da para justificar las condiciones infrahumanas de su prisión. En verano las temperaturas de esa zona son altísimas y los presos se han quejado en varias ocasiones, a lo que Arpaio responde: “Tenemos entre 48 y 50º en Irak, nuestros soldados allí también viven en carpas, caminan todo el día bajo el sol, cargados con sus pertrechos de guerra, encima les disparan y ellos no han cometido ningún crimen, así que cállense la boca”.
Después de que la prensa denunciara estas condiciones bajo el sol, Arpaio obligó a los reclusos a quitarse la ropa y ponerse unos calzoncillos rosas. Tras el castigo les puso un traje con camiseta rosa. Se defiende el sheriff así: “los criminales deberían ser castigados por sus crímenes no vivir a todo lujo, hasta que salgan en libertad, solo para que cuando lo hagan, cometan más delitos y volver para seguir viviendo del contribuyente y disfrutar cosas que los contribuyentes no tienen” . Este señor no cree en la vergüenza reintegrativa que propugna la Justicia Restaurativa, por medio de la cual el delincuente va a recibir el reproche social y del sistema, va a ser castigado pero se les va a dar una oportunidad de cambio si lo desean y se les va a ayudar en este proceso. Es cierto que no todos podrán o querrán cambiar pero por lo menos debemos intentarlo, con unos pocos que se reinserten, todos viviremos más seguros. Además hay que valorar cada preso de forma individual, como dicen las leyes, “pronóstico individualizado y favorable de reinserción social”, este tratamiento más humano y restaurativo del interno, hará que se pueda lograr una reinserción más eficaz.( Igual que en otras ocasiones he hablado de la atención más cercana a las víctimas como medio de lograr su recuperación, de por qué no también de su reintegración en la comunidad, no como víctimas si acaso como supervivientes, hoy vemos el otro punto de vista, el del infractor). Por eso la Justicia Restaurativa está por y para las víctimas, pero también ayuda a los infractores, lo que repercute positivamente en las futuras y potenciales víctimas, esto es por tanto, un círculo de beneficios recíprocos.
Sin embargo, estas palabras y cárceles como las de Bastoy, inspiradas en la justicia reparadora o restauradora chocan con el pensamiento y prisiones como las de Arpaio. Este hombre además tiene en su prisión como presos a una mayoría de indocumentados que han tratado de cruzar la frontera, con lo que la cárcel se está convirtiendo de forma literal en escuela de delincuentes, muchos sino la mayoría entran sin serlo y saldrán de ella graduados “con honores” y víctimas de un sistema excesivamente represivo e inhumano.
Me preocupa el apoyo popular a prisiones como la del ejemplo y a políticas de dureza extrema, no entiendo muy bien ¿por qué vende esta fórmula tan negativa para todos? Si la mayoría de la sociedad noruega ha sabido ver los beneficios de este enfoque más humano, ¿por qué no podemos verlo los demás?
Quizá debamos encontrar un punto intermedio, huyendo de extremos que se alejan de la realidad, y así lograr un sistema penal y penitenciario menos destructivo, más humano y reparador.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.