En cierta ocasión, el filósofo alejandrino Hermes Trismegisto dijo que toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; (…)la suerte o el azar no son más que el nombre que se le da a la ley no reconocida. Todos los datos que se mencionan en este post son ciertos y han sido contrastados con diversas fuentes de información, prensa de la época, biografías y la prestigiosa Enciclopedia Británica.
Artículo completo
Si Abraham Lincoln fue elegido congresista en 1846, John F. Kennedy obtuvo su escaño para el Congreso en 1946. En ambos casos, los dos políticos llegaron a ser presidentes de los Estados Unidos: Lincoln en 1860 y Kennedy, 100 años más tarde. Esa pauta del siglo se mantiene también con sus respectivos vicepresidentes: en el primer caso, Andrew Johnson (un sureño nacido en 1808) y, en el segundo, Lyndon B. Johnson (también del Sur y nacido en 1908). Durante sus mandatos, la Casa Blanca se preocupó especialmente por el desarrollo de los Derechos Civiles de los estadounidenses y, por ello, ambos se granjearon numerosos enemigos, incluso dentro de las filas de sus propios partidos, por el modo de gestionar cuestiones tan importantes como la esclavitud y la Guerra de Secesión o los Derechos de la comunidad afroamericana y la crisis de los misiles rusos en Cuba, respectivamente.
Al final, como ya sabemos, Lincoln murió asesinado de un disparo en la cabeza en un palco del Teatro Ford, de Wáshington, en 1865; y a Kennedy le dispararon, también en la cabeza, durante una visita a Dallas en una limusina descapotable de la marca Ford, modelo Lincoln, pero en 1963 y no en 1965, como suele afirmarse para que cuadren las fechas con un siglo de diferencia.
Lo que también es cierto es que ambos líderes fueron asesinados en viernes, delante de sus esposas y por presuntos magnicidas que tampoco llegaron a ser condenados por sus actos ya que ambos –John Wilkes Booth y Lee Harvey Oswald, respectivamente– fueron asesinados por los disparos de Boston Corbett y Jack Ruby antes de llegar a juicio.
Sin entrar en juegos cabalísticos –como que los nombres de los dos magnicidas tienen 15 letras y los apellidos de las víctimas, 7; o que Lincoln murió a los 56 años y Kennedy con 46– ¿podría pensarse que le estamos buscando tres pies al gato? Imagino que si pretendemos encontrar similitudes entre diversos acontecimientos históricos puede ser que las encontremos, no lo sé; pero que coincidan tantas, a priori, es verdad que parece difícil. En todo caso, lo que sí que sería realmente preocupante es que un joven político, comprometido con los ciudadanos, fuese elegido congresista en los EE.UU. en 2046 y que llegara a la Casa Blanca en 2060 con un vicepresidente sureño nacido en 2008 que se apellidara Johnson. Entonces sí que tendríamos razones para asustarnos.
Por cierto, ya que últimamente solemos hablar de las plusmarcas del crimen: cuando Jack Ruby le disparó a Lee Harvey Oswald el 24 de noviembre de 1963, era la primera vez en la historia que la televisión retransmitía en directo un asesinato.
Bibliografía
Valladolid (Castilla y León | España 1969).
Escritor (director de Quadernos de Criminología | redactor jefe de CONT4BL3 | columnista en las publicaciones La Tribuna del Derecho, Avante social y Timón laboral | coordinador de Derecho y Cambio Social (Perú) | colaborador de noticias.juridicas.com); ha publicado en más de 600 ocasiones en distintos medios de 19 países; y jurista [licenciado en derecho y doctorando en integración europea, en el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Valladolid | profesor de derecho constitucional, política criminal y DDHH (UEMC · 2005/2008)].
Sus últimos libros son Las malas artes: crimen y pintura (Wolters Kluwer, 2012) y Con el derecho en los talones (Lex Nova, 2010).
Este blog te acercará a lo más curioso del panorama criminológico internacional de todos los tiempos; y, si quieres conocer otras anécdotas jurídicas, puedes visitar el blog archivodeinalbis.blogspot.com