Resumen
El Juez Garzón tiene problemas. Está formalmente acusado en tres procedimientos penales y en los tres se le acusa del mismo delito: prevaricación. El "Juez Campeador", tal y como lo califica desde hace años el periodista Miguel Ángel Aguilar, el adalid del Estado de Derecho, la pesadilla de terroristas, narcotraficantes y genocidas, el Juez que sacó el GAL de las cloacas del Estado y procesó a Pinochet, se va a sentar tres veces en el banquillo de los acusados.
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La trayectoria de Garzón en los muchos años que ha sido titular del Juzgado Central de Instrucción número cinco de la Audiencia Nacional ha estado marcada por su ambición, por su afán de protagonismo y por sus coqueteos con la política, y un Juez puede ser ambicioso, pero el afán de protagonismo y el ejercicio de la política son radicalmente incompatibles con la Judicatura.
La prevaricación judicial está tipificada en el art. 446 del Código Penal y sanciona al Juez que, a sabiendas, dicta una resolución injusta.
Contra el Juez Garzón se han presentado muchas denuncias en los Juzgados y en el Consejo General del Poder Judicial. Hay que tener en cuenta que muchos de los procedimientos que ha instruído se seguían contra personas muy poderosas tanto política como económicamente. Siempre salió indemne de esas denuncias. El Poder Judicial es un de los tres poderes del Estado y los Jueces ejercen ese poder por expreso mandato de la Constitución. Por lo tanto, el Juez tiene que estar fuertemente amparado para desempeñar su función con la independencia que requiere su cargo.
Pero el Juez Garzón llevaba muchos años en el Juzgado Central de Instrucción nº 5. Puede que haya llegado a pensar que su inmunidad e impunidad era absoluta. En los últimos tiempos, todas sus actuaciones favorecían los intereses del Partido Socialista. Su descaro llegó a ser tal que se publicó su asistencia a una cacería junto con el Ministro de Justicia y el brindis efectuado por ambos para que el Partido Socialista permaneciese en el poder durante muchos años.
Quizá fuera esa sensación de inmunidad absoluta la que le impulsó a incoar un procedimiento penal contra "los crímenes del franquismo" sin que pudiera ni siquiera dirigir la imputación contra ninguna persona. Con dinero público y vocación arqueológica ordenó la exhumación de numerosos restos humanos enterrados en fosas comunes y pertenecientes a personas pasadas por las armas por el bando nacional durante la Guerra Civil. En plena antología del disparate, Garzón llegó incluso a solicitar la incorporación a la causa del certificado de defunción de Franco. El Fiscal se opuso a todas estas resoluciones y las fue recurriendo en cascada. El Juez Garzón obvió, entre otras cosas, la Ley de Amnistía de 1977. Finalmente, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional resolvió el archivo del sumario.
En su Juzgado se estaba instruyendo una causa por falsedad y otros delitos de cuello blanco contra el presidente del Banco Santander, Emilio Botín. Garzón solicitó una excedencia para impartir unos cursos en Nueva York y no se le ocurrió otra cosa que remitir una carta a Emilio Botín solicitando presuntamente la financiación que necesitaba para la organización de esos cursos en Nueva York. Garzón obtuvo la financiación que necesitaba (a fecha de hoy no se sabe por quién), sobreseyó el sumario que se seguía contra Botín, y se fue a Nueva York a impartir los cursos.
Garzón también instruía el sumario del caso Gürtel, un enorme caso de corrupción que afecta muy gravemente al Partido Popular, especialmente en la Comunidad Valenciana y en la de Madrid. El Juez propinó un impulso a su instrucción ordenando nada más y nada menos que intervenir las conversaciones telefónicas entre los imputados en prisión preventiva y sus Abogados defensores. No cabe mayor ataque al Derecho de Defensa.
Estos son los tres casos por los que Garzón está acusado. En el primero de ellos, no me cabe la menor duda de que va a ser absuelto. Sus resoluciones son disparatadas, pero hay que tener en cuenta dos circunstancias: en primer lugar, el Ministerio Fiscal no le acusa, quien lo hace es una extraña asociación con un transfondo ideológico ciertamente oscuro, y, en segundo lugar, sus resoluciones no causaron daño o perjuicio a ninguna persona en concreto. Por otra parte, el apoyo social que va a tener Garzón durante el juicio, creo que va a ser decisivo.
Igualmente, creo que va a ser absuelto del segundo asunto. No se va a poder probar que el Banco Santander financiase los cursos en Nueva York. Por lo tanto, si no hay causa de la causa, no hay causa del mal causado. El archivo de la causa contra Botín no estaría provocada por una financiación no acreditada y además dicho sobreseimiento no fue recurrido por la Fiscalía. También en este caso el Fiscal pedirá la absolución, la acusación popular estará representada por esa extraña y oscura asociación y tampoco hay un perjuicio concreto para nadie por la actuación judicial.
Más incierto resulta el tercer caso. Este es en el que Garzón va a tener más problemas. En efecto, el Fiscal tampoco le acusa, pero hay Abogados cuyas conversaciones con sus clientes fueron intervenidas que sí ejercen la Acusación Particular, hay imputados del Gürtel que también la ejercen y aquí sí que hay unos daños y perjuicios importantísimos que se van a reclamar sin lugar a dudas. Además, es muy difícilmente justificable que Garzón ordenase las intervenciones de las conversaciones entre los imputados y sus Abogados a no ser que quisiera conocer en todo momento las estrategias de los Abogados defensores. Gravísimo. Yo en este caso, lo tengo muy claro. En un Estado de Derecho, el fin nunca, nunca, puede justificar los medios, pero son imputados presos preventivos los que tienen que conseguir, con la ayuda de sus Abogados, que condenen nada más y nada menos que al Juez Garzón. No lo van a tener fácil. Me inclino también porque va a ser absuelto.
Ahora bien, aunque Garzón sea absuelto en los tres juicios, sus actuaciones en estos tres casos (y en otros, como en el caso Faisán) no se compadecen en modo alguno con lo que debe ser un Juez: Una persona discreta, independiente y que imparta justicia con lealtad a sú función constitucional. Su carrera como Juez, en cualquier caso, ha terminado.