En este artículo me gustaría destacar la figura de una chica mexicana llamada Marisol Valles García, contaba con apenas veinte años de edad, era madre, esposa, estudiante de criminología en la Facultad de Derecho de la UNAM y directora de Seguridad Pública del municipio de Práxedis Guerrero durante dos meses.
Este municipio perteneciente al estado federativo de Chihuahua, con menos de diez mil habitantes, se encuentra a ochenta kilómetros de la zona fronteriza entre el condado de Hudspeth, Texas, y de la ciudad más peligrosa del país, conocida como Ciudad Juárez. El territorio lleva años siendo objeto de disputa entre los dos de los cárteles más peligrosos del país, el cártel de Juárez dirgido por Vicente Carrillo, y el cártel de Sinaloa, dirigido por Chapo Guzmán.
Según las cifras oficiales aportadas por la Secretaría de Seguridad Pública, han muerto más de 2.500 personas a causa de la violencia derivada de la lucha contra el crimen organizado y entre las dos organizaciones criminales. Esta cifra es una muestra pequeña en comparación con los datos oficiales registrados y que han sido expuestos por varios medios de comunicación, destacando sobre todo CNN México, los cuáles indican que el número total de víctimas a causa del narcotráfico en el país mexicano, asciende a 48.000 desde el 2006, sin contar con las más de 5.000 personas desaparecidas según La Comisión de Derechos Humanos de México (CDHM).
Estas cifras van ligadas junto a lo determinado en el último informe del Departamento de Justicia que trata del 2009, en el cual se aseguraba que las ganancias del narcotráfico eran de 39.000 millones de dólares.
Pero...¿Qué hace tan especial a esta chica para que se la nombre en un asunto de tales proporciones?
Pues bien, la respuesta viene por lo sucedido tempo atrás y que centró la atención de multitud de medios de comunicación a nivel internacional. Esta criminóloga fue amenazada de muerte por tener un sueño, el de ”cambiar el miedo por seguridad”; fue la única persona que aceptó encargarse de la tarea de dirigir la jefatura de policía en uno de los territorios más peligrosos de México. A día de hoy, la situación sigue siendo la misma.
Marisol tuvo la valentía de hacerse responsable de la jefatura y luchar por la gente de su pueblo que vivía una situación de horror, inseguridad, temor constante y sin esperanzas de que algún día pudiese cambiar esa situación.
Su antecesor, Manuel Castro, duró en el cargo solo una semana, después fue secuestrado, torturado y decapitado por la organización criminal presente de aquella zona. El miedo de que le pasara lo mismo a su sucesor, hacía que a nadie se lo ocurriese la idea de estar al frente de la lucha contra los “narcos”. El alcalde de Práxedis, José Luis Guerrero, debía de encontrar un sustituto, ofreció el cargo a personas con gran experiencia dentro del cuerpo de policia, pero todos rechazaron la propuesta y nadie salió voluntario, a excepción de Marisol. Esa estudiante de criminología quería dar tranquilidad y seguridad a su gente, demostrando su gran compromiso con el proyecto que quería llevar a cabo, pero lamentablemente, no pudo finalizar esa tarea con éxito.
Su proyecto criminológico se basaba en lo social, en el diálogo, afirmaba que los principios y los valores eran mejores que las armas e intentaría que las mujeres no fueran armadas, hablaría con la gente para transmitirles confianza, que se sintieran a gusto y que la percepción de inseguridad disminuyera notablemente. Su lucha no era contra el narcotráfico, sino que, su pretensión consistía en instalar programas preventivos tanto en las escuelas como en las colonias, buscar un acercamiento entre la gente, entre los vecinos, formar grupos de vigilancia preventiva y rescatar la seguridad en los espacios públicos que se vieran más afectados.
A los dos meses de estar presente en el cargo, pidió licencia por maternidad y huyó a los EEUU para solicitar asilo político dada la situación en la que se encontraba, bajo amenazas de muerte dirigidas tanto a ella como a su familia, por parte de los ”narcos”. Además, cabe destacar la alegación que ella misma sostuvo sobre la gran corrupción existente dentro del gobierno mexicano, lo que le generaba desconfianza total en el sistema.
Marisol es un ejemplo a seguir y merece respeto por parte de todos aquellos que son profesionales, seguidores de la ciencia de la criminología y de aquellos que no lo son. Si cada uno de nosotros hubiésemos estado en un contexto igual al que ella se enfrentó, ¿Nos haríamos cargo de la jefatura?