La poca fiabilidad de las investigaciones criminológicas constituye un escollo para el reconocimiento científico de la Criminología que sigue estando presente en nuestros tiempos, aunque los integrantes de la llamada Estadística Moral o Escuela Cartográfica ya evidenciaron cierta falta de rigurosidad a mediados del siglo XIX.
Aquellos investigadores trataron de ser objetivos y exactos, y en definitiva, intentaron aportarle a la Criminología un cientificismo muy necesario; eso sí, con no pocas dificultades, porque el que puede considerarse el nacimiento de la Criminología científica quedó bastante eclipsado por el “mito Lombrosiano”, teoría que irrumpió con mucha fuerza entre los estudiosos de esta disciplina y a la que costó lo suyo destronar.
La falta de fiabilidad de los trabajos en Criminología parecía uno de esos problemas que se solucionarían por sí solos con el tiempo, pero por desgracia, no ha sido así.
Un ejemplo relativamente reciente de nuestro país, puede observarse en el “Atlas de la Seguridad de la Ciudad de Madrid” (Ayuntamiento de Madrid, 2007), que pese a constituir un documento de más de trescientas páginas, apenas cuenta con siete de texto (cuatro de las cuales corresponden a una introducción), quedando reducida la exposición del proyecto y su fundamentación científica a dos páginas y media.
A decir verdad, este documento es tan poco riguroso desde el punto de vista de la Criminología científica, que la palabra criminología no se menciona ni una sola vez, y todo lo anterior pese a contar con sesenta y cuatro referencias bibliográficas.
El resto de páginas que componen este informe, se corresponden con una serie de pobres representaciones geográficas de estadísticas policiales del año 2006, así como con dos aplicaciones reales de la CPTED (Crime Prevention Through Environmental Design), que al igual que el resto del informe, dejan mucho que desear.
En la bibliografía ni siquiera aparecen los máximos exponenetes de la Criminología Ambiental, como Ray Jeffery, el padre de la CPTED (y la persona que acuñó el término en 1971), ni David Farrington o Kate Painter, a los que muchos consideran los principales representantes de la Criminología Ambiental europea; aunque más sangrante puede considerarse el trato que se da en este informe a Oscar Newman y Jane Jacobs, a los que se llega a citar en un párrafo del texto y después se elimina sistemáticamente por medio de la omisión bibliográfica de sus trabajos.
En otras ocasiones, es la presentación y lectura de las datos lo que plantea problemas, como este ejemplo de 2007 de la agencia de noticias Europa Press:
El condenado medio en España es un hombre de 34 años y autor de un delito contra la seguridad del tráfico… La mayoría residen en Andalucía (con un 19,8% del total) y Cataluña (16,2%).
El error aquí radica en que, si bien la mayoría de los delitos cometidos por varones aquél año estaban relacionados con la seguridad vial, tanto los datos para obtener la media de edad de los infractores, como los datos sobre la Comunidad Autónoma donde tuvieron lugar los hechos, se obtuvieron del total de crímenes, sin importar su tipología, lo que incluía asesinatos, lesiones graves, abusos y agresiones sexuales, criminalidad de cuello blanco, etc.
¿Qué se puede hacer para evitar la falta de rigurosidad y por ende, de fiabilidad, de las investigaciones criminológicas?
Para responder a esta cuestión debemos remontarnos de nuevo a los tiempos de la Escuela Cartográfica y atender a una recomendación básica que ya dieron algunos de sus principales exponentes: para corregir la poca fiabilidad de los trabajos en Criminología hay que desarrollar una base teórica sólida y bien definida, y para ello se debe analizar la realidad de la forma más objetiva posible.
Si hay una parte integrante de la Criminología que hay que rescatar en pos del cientificísmo que debe caracterizar a nuestra disciplina, esa es la Estadística.
Las Matemáticas y posteriormente la Estadística cobraron importancia en el campo criminológico gracias a las aportaciones de matemáticos como Joseph Fourier o Carl F. Gauss, contribuciones que supieron aprovechar muy bien para aplicarlas a sus investigaciones, los precursores de la Estadística Moral, Adolphe Quetelet (matemático) y André-Michel Guerry (estadístico).
A mediados del siglo XIX, el cálculo de probabilidades era el método científico base de la mayoría de los estudios criminológicos, pero las teorías de Fourier impusieron el uso de la ciencia estadística, lo que permitió a Quetelet ser pionero en estudios criminológicos que combinaban datos estadísticos y cifras de criminalidad, por ejemplo a través de la formulación de sus famosas “Leyes térmicas”.
Por su lado, Guerry fue el primero en combinar estadística, tasas de criminalidad y geografía, publicando los que se consideran los primeros mapas europeos de la criminalidad, así como el que fue su estudio inicial, realizado junto al geógrafo Adriano Balbi, en el que relacionaba el factor criminógeno con el nivel educacional de varias ciudades de Francia.
La estadística se puede considerar la base científica de la Criminología, y no cabe duda de que ésta, combinada con la geografía, da como resultado un buen método científico para estudiar el fenómeno criminal, pero entonces, ¿porqué seguimos teniendo problemas con la poca fiabilidad de algunas investigaciones?
En primer lugar cabe destacar que la etapa positivista y ciertos acontecimientos históricos posteriores (como la Guerra Civil española), hicieron mella en el ya de por sí maltrecho cientificismo criminológico, hasta el punto de que nos encontramos iniciando de nuevo la andadura para implantar una ciencia que antaño gozó de buena reputación en nuestro país (véase la que muchos consideran la época dorada de la Criminología española, con Ginés de los Ríos creando el Instituto Español Criminológico, e insignes como Quintiliano Saldaña o Fructuoso Carpena realizando todo tipo de publicaciones criminológicas).
Más allá de los escollos pretéritos, hay que añadir a lo anterior que el curso que ha tomado la moderna Criminología en nuestro país está marcado por el Derecho Penal, y no por la Sociología como ocurre en otros países donde el desarrollo de esta disciplina ha sido más fructífero; esto se ha traducido en lo que parece una excesiva carga legal de los temarios de Criminología en nuestras universidades, mientras que las asignaturas dedicadas al estudio de la Estadística o la Geografía son prácticamente inexistentes, ciencias sin las cuales la validez de nuestros estudios puede ponerse en entredicho.
Viendo la situación actual, cabe preguntarse si no se estará perdiendo -o se ha perdido ya- lo que otrora consiguieron referentes del ámbito criminológico como Guerry y Quetelet: una Criminología científica, basada en datos objetivos, amparada por una base teórica sólida y respaldada con disciplinas como las Matemáticas o la Geografía.
No obstante, no todo está perdido, y para demostrarlo conviene tener presente que en la actualidad hay numerosas investigaciones sobre prevención criminal cuya fiabilidad nadie ha puesto en duda por ahora. ¿El secreto?: que emplean las Matemáticas como base.
Un buen ejemplo es el trabajo desarrollado por Kim Rossmo, que ha dado un giro al cálculo de probabilidades para adaptarlo a la perfilación geográfica por medio de una fórmula matemática, a través de la cual puede predecir con resultados bastante satisfactorios, dónde vive un agresor serial.
Otro ejemplo lo encontramos en el estudio llevado a cabo por J. Brantingham, Andrea Bertozzi y Martin Short, que mediante un modelo matemático ayudan a la policía de Los Ángeles a reducir la criminalidad, especialmente disminuyendo los llamados puntos negros.
Dicho modelo se basa en un algoritmo que guía a la policía en el análisis de patrones de criminalidad de casos sin resolver, de forma que los resultados apunten a la banda criminal que más probablemente estuvo implicada, y dado que en el 80% de los casos, este método señala los patrones de entre uno y tres clanes, las probabilidades de detectar a los culpables son bastante elevadas.
Actualmente, hay varios modelos matemáticos que se están implantando cada vez más en el estudio de la prevención criminal, como la minería de datos y las ecuaciones diferenciales.
El uso de éstas y otras técnicas mencionadas, junto con la Informática, puede suponer un importante avance en Criminología, pero la cuestión es, ¿estaremos a la altura los criminólogos? ¿o nuestra ciencia será desarrollada en un futuro próximo por estadísticos, matemáticos y expertos en programación?
Una vez más, de nosotros depende.
Madrid / España - 1985
Carlota Barrios comenzó su andadura por el mundo de la Criminología en 2004, cuando inició los estudios universitarios que la llevarían a licenciarse en 2009 por la Universidad Camilo José Cela.
En la actualidad comparte sus trabajos de divulgación e investigaciones independientes a través de su web y actualiza habitualmente el blog 'Sociedad de conocedores del crimen', con el que pretende dar a conocer la Criminología y aportar su granito de arena al panorama criminológico español por medio de proyectos como el MEC (Mapa Español de la Criminología).
Los artículos que publica son una forma de dar salida a las ideas que se arremolinan en su cabeza, y que cobrarán la forma de iniciativas para promover la Criminología en España en un futuro próximo.