“No reciten versos a la criatura del umbral; ¡Que arda en la luz pura!; Luz que dura; Luz, dura” (Pérez, 2015)
España es eliminada de la Eurocopa, el opio del pueblo se ha esfumado cual nebulosa de arena desértica disgregándose poco a poco en nuestra sociedad. Ahora ya nos podemos ocupar de profundizar en la debacle político social de este país, o tal vez no, aún nos quedan unos meses de playa, hardcore y balconing (Palma, 2016). Mientras tanto, un activista sin techo protesta por la invisibilidad de los mismos “50.000 sin techo no han votado hoy” dictaba la pancarta en Génova durante la celebración de la victoria electoral (ElHulffPost, 2016). El infortunio no es la ausencia de sus votos, obviamente este es el reclamo más visible en el momento contractual más oportuno. La tragedia de este colectivo camina entre un continuum desde el padecimiento de los acerados sevillanos al rojo vivo tras jornadas completas a 45º C hasta la más profunda carestía de alimentos en una sociedad en la que a diario podemos observar atentos como se arrojan miles de alimentos por el mero hecho de que tenemos sustento económico suficiente para podernos permitir más. Sociedad del riesgo (Beck, 2006), sociedad del consumo (Baudrillard, 2009), sociedad inapelable donde juzgamos a muchos de estos homeless que otrora vestían cuello blanco (Sutherland, 1937 y 1947), sociedad líquida… (Bauman, 2002). Entre tanto, vemos que el Brexit (BBC, 2016) apenas ha mermado aun las cifras de turismo en Magaluf o Salou y que el balconing se ha convertido en un deporte extracomunitario, aunque sigue manteniendo altos sus índices de participación (Palma, 2015). Sociedad del bienestar curiosa esta, que viste sus galas ante quien prefiere un suicidio egoísta (Durkheim, 1989) que a quién se le maltrata institucionalmente hasta llevarlo a la muerte.
¿Qué tiene que decir la Criminología ante este panorama? Si hacemos una reflexión profunda en el panorama español, vemos que esta es una ciencia que no está siendo aprovechada, pero a su vez tampoco la misma está profundizando en algunas temáticas que son de importante calado para entender la etiología criminal. Estamos cayendo en la deriva de Matza (2014), moviéndonos entre mareas de cuantitativismo vs cualitativismo, entre status y beneficios económicos, entre titulitis y PhD’s vacuos. Hemos de creer en nuestro capital criminológico y no caer en aquello que precisamente hemos de evitar. No podemos estudiar la desviación sin salir a la calle, no podemos entender únicamente la fenomenología criminal leyendo, hay que observar, vivir, salir de nuestro entorno de confort. Así como tampoco es válido solo entender el poliedro criminológico (Bernabéu, 2016) desde la experiencia subjetiva y tendremos por tanto que expandir, comparar, replicar, etc. Nuestros resultados. Hemos de dejar de un lado las luchas entre la cátedra de los Stark y la de los Lannister, es tiempo de dejar de vender humo en congresos ante ojos ávidos de conocimientos que constituyen el pilar de nuestro futuro. Somos responsables todos de generar criterio, sensibilidad y buen hacer en el panorama criminológico. Es un imperativo categórico enviar una misiva al leviatán académico para pactar un nuevo escenario donde un doctor entienda que tal status conlleva una responsabilidad para con la sociedad y no solo un aumento meramente monetario, que no es lícito que se impongan unas barreras sobre qué o cuantas temáticas tratar, ya sea explícita o implícitamente, los tabúes totémicos no han de tener cabida en la ciencia de lo desviado y no podemos ni debemos limitarnos a trabajar sobre las mismas temáticas manidas que ya han sido versadas en una infinidad de ocasiones sin aporte significativo nuevo. Hay que frenar también el constante bombardeo por parte de los medios de diferentes tipos de victimización que terminan produciendo hartazgo ante el fenómeno y perjudicando más si cabe a las víctimas (Höijer, 2004). Hemos de ser serios a la hora de abordar un estudio, no podemos basarnos únicamente en un supuesto abstracto que no se acerca a la realidad del líquido amniótico de la urbe o de las fibras de silicio del ciberespacio. Nuestra dirección es, por tanto, desarrollar los principios de esta ciencia en España con criterio y racionalidad para que, ahora sí, sea una tarea irrenunciable para el Estado y sus diferentes poderes el incluirnos y estimarnos necesarios en la amplia amalgama de campos en los que podríamos aportar un sustento importante.
No es lícito de ninguna de las maneras, que mientras cientos de refugiados sirios estén haciendo cola para entrar en nuestro país a buscar al menos un poco de sustento, nosotros estemos preocupados por haber sido eliminados de una competición deportiva. Así como tampoco es racional que teniendo un corpus criminológico con tantas posibilidades en este país, veamos como disponemos de un aparato penal sexista basado en falacias argumentativas sin peso empírico alguno (Manjón, 2009) que se han autoimpuesto como credo a través de una tercera ola feminista corrompida que tras el hartazgo de siglos de sometimientos y de casas con techo de cristal (Burin, 2008) ha decidido luchar por el empoderamiento y no por la equidad. Hay que dar un giro a esta perspectiva y los responsables somos nosotros mismos. Los criminólogos tenemos como misión vital en este contexto espaciotemporal el dar a conocer la problemática real, el aportar soluciones y sensibilizar con racionalidad a la población. Mas ello no lo podremos hacer si partimos de una base sesgada, de un idiotismo cultural implícito, de un habitus tóxico que nuestros infantes absorben desde su niñez (Bourdieu, 1986 y 1989).
“No hemos de escandalizarnos”, he oído en algún que otro congreso, “lo mismo que ocurre aquí sucede en otros muchos países”. Es cierto, solo tenemos que observar como el inefable presupuesto para medidas de seguridad durante la competición futbolística francesa y su diferencia con las ayudas efectivas a los ya citados refugiados (Núñez, 2016), la amplia difusión del Mein Kampf (Hitler, 2003) en Alemania (Valero, 2015) o el xenófobo Brexit británico (CNN, 2016) son solo algunos de los ejemplos de países en los que precisamente nuestra ciencia está más reconocida y evolucionada. Lo que nos ha de llevar a dilucidar de forma crítica, el cambio no ha de ser solo a nivel nacional, sino supranacional. Hemos de volver a las raíces de la Criminología, al estudio de campo de la Escuela de Chicago, al interés estadístico de Quételet, a la prostituta lombrosiana, a la certeza de la legalidad de Beccaria o el estudio de las instituciones totales de Goffman o Foucault. Pureza, conocimiento, contacto con la realidad, extrapolación, elaboración de políticas preventivas y tratamientos reinsertadores, etc. Si bien es cierto que debemos adaptarnos a nuestros tiempos y que nuestra ciencia debe mutar necesariamente para acotar fenomenologías como la del ciberespacio (Margalef & Silva, 2016), si también es cierto que el individuo ha trascendido en cyborg (Pérez, 2016), también lo es que debemos de erigir una barrera impertérrita para que las consecuencias negativas de una macrosociedad capitalista divagante no haga mella en nuestro rumbo, no podemos convertirnos en una suerte de piezas de una maquinaria de ideologías sistémicas impregnadas de un burdo mercantilismo (Briggs, 2016). No podemos permitirnos dejarnos seducir por un despacho, por un status en la comunidad científica erigido sobre pilares de barro, por un sueldo exagerado o unas intrigas que nos permitirán hablar por encima del hombro a nuestros colegas, más centrados todos en el propio desarrollo del iter victoriae que en la entidad más íntima y principal de la Criminología, el estudio de los demás ya fueren agresores, víctimas o comunidad. Más aún cuando todas estas metas sociales por las que podemos llegar a prostituir los postulados ontológicos de la Criminología no dejan de ser una obsolescencia programada (Briggs, 2016), son metas absolutamente perecederas y vacuas.
Pero ¿de qué valdría venir a un entorno como Criminología y Justicia a hacer una reflexión como la anterior sin a cambio no hacer nada? Como diría alguno de nuestros compañeros “Criminólogo no hay camino, se hace camino al andar” (Gómez, 2012). Por ende, nosotros vamos a aportar un grano de arena al llevar a cabo un proyecto hasta ahora inexistente en España, crear un espacio donde lo esencial sea la divulgación de conocimientos sin ataduras académicas, despojados totalmente de interés alguno o de influencias socio políticas, institucionales o de cualquier otra índole, vamos a centrarnos en hacer Criminología sincera, con contenido y entidad. Por tanto, os animamos a adentraros en esta primera edición de lo que hemos llamado “Criminología y Justicia Refurbished”. Un espacio donde multitud de autores os llevarán de la mano con criterio y rigor por temáticas de muy diversa índole, muchas de las cuales no se acostumbran a tratar actualmente en España o parten de un prisma alternativo. Seremos, pues, la primera revista divulgativa, crítica, filosófica, etc. Entorno a la Criminología en este país y, a su vez, será un reclamo obligado a estudiantes y profesionales de este y otros ámbitos poder penetrar en la metanarrativa de cada artículo, en la semiótica del lenguaje más profundo y aceptar los guantes lanzados a modo de duelo. Reaccionando mediante la investigación de nuevas temáticas, adoptando postulados desviados (Silva, 2016) de lo marcado hasta ahora por la academia o incluso animándose a participar con nosotros en este proyecto publicando y haciéndonos a todos partícipes de la magnanimidad del pluralismo ideológico y la transversalidad de nuestra ciencia (Serrano, 2009). Como decíamos en el título, recuerda que puedes morir, ergo eres mortal. En este contexto, recuerda que nada es para siempre, que no hay una verdad absoluta e imbatible, es necesario aunar conocimientos y dejar de recitar a la criatura del umbral que debe o no debe hacer cual soliloquio mundano y tóxico para centrarnos en prender la auténtica llama de conocimiento criminológico y hacer que la misma perdure dotada de un dinamismo híbrido que aporte solidez deontológica y constante adaptación a la fenomenología delictual. Sean bienvenidos al inicio del cambio.
Bibliografía
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(Sevilla, 1989). Es graduado en Criminología por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) con mención de premio extraordinario, maestro en investigación antropológica y doctorando en Antropología Social por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Actualmente, es profesor de Criminología en la Universidad Europea de Madrid y ejerce de etnógrafo y metodólogo principal en el Grupo de Conocimiento Investigación en Problemáticas Sociales (GCIPS) de dicha entidad. Sus áreas de especialización son: epistemología y metodología etnográfica; ética en investigación social y; género, desviación y ciberespacio. Ha coordinado recientemente la obra Nuevos Horizontes en la Investigación Criminológica. Ultra Realismo.