Resumen
Probablemente la mayoría de ustedes hayan visto ya las imágenes del teatro que el señor Ratko Mladic (lo de señor lo digo por educación, algo de lo que carece este hombre) montó ayer en el Tribunal de la Haya y que acabó con su expulsión de la sala.
De toda la escena una imagen me quedó grabada en la cabeza: el gesto de Mladic levantándo el pulgar con sorna a los familiares de las víctimas. Un gesto así solo puede calificarse de extremadamente cruel e inhumano. No es de extrañar luego que los familiares de las víctimas deseen en muchas ocasiones lo peor para el acusado, y es que ya no es solo el hecho de que no exista arrepentimiento por parte del autor de tales crímenes, sino que ni siquiera existe respeto alguno por el dolor de aquellos que han sufrido la pérdida de sus seres más queridos.
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En el campo de la Justicia Restaurativa (que la colaboradora y especialista Virginia Domingo conoce mejor que un servidor) se ha venido comprobando en los últimos años la importancia que puede tener para la víctima el reconocimiento por parte del agresor del hecho delictivo, el cual, acompañado del arrepentimiento ayuda a reportar un cierto grado de satisfacción para la víctima que en muchas ocasiones ni siquiera una condena le puede proporcionar.
Pero en este caso es evidente que ni habrá arrepentimiento, ni reconocimiento del señor (repito que lo digo por educación) Mladic de los crímenes y atrocidades de las que es responsable, ya que para él el asesinato de 8.000 bosnios musulmanes en la matanza de Srebenica en 1995 fue un acto totalmente justificado.
Ante esto, tan solo nos queda observar como cae el peso de la ley en sus carnes y recibe el castigo correspondiente, que siempre, y a pesar de que nuestros instintos más primitivos lleven a clamar venganza contra tan repugnante persona, deben mantener esa condición de condena humana, condición que él perdió hace ya mucho tiempo.
Bibliografía
Soy Licenciado en Criminología y Filosofía por la UAB. En 2011 fundé Criminología y Justicia, empresa dedicada a la divulgación de contenido de caracter criminólogico-jurídico que contó con la participación de más de 100 autores hasta su cierre en 2017. Durante ese tiempo se publicaron más de 1000 artículos que han recibido ya más de dos millones de visitas; se publicaron cerca de una treintena de libros, y también se organizaron diferentes eventos y congresos enfocados a divulgar la Criminología.
Ahora mi interés estriba en aplicar toda esa experiencia en el mundo de la divulgación científica a otros ámbitos dentro de la comunicación digital.