Los que me conocen un poco sabrán de mi creciente afición por la música electrónica, sobre todo a raíz de la adquisición de una mesa de mezclas hace cerca de medio año que se ha convertido en uno de mis mayores entretenimientos. Si bien antes ya había tenido cierta predilección por algunos grupos de electrónica con una tendencia más comercial (por ejemplo, Digitalism), no fue hasta el pasado 2013 cuando empecé a acudir con más frecuencia a locales en los que se podía escuchar este tipo de música. En una de esas primeras juergas musicales hubieron dos cosas que me resultaron ciertamente llamativas en comparación con los locales en los que me había movido anteriormente, más relacionados con la música Indie o el Rock: el ambiente era tremendamente festivo y jovial; y los viajes al lavabo eran bastante más frecuentes. Y no, ello no tenía nada que ver con problemas gástricos de los presentes en el local. Creo que no iría desencaminado si dijera que cerca del 80% de los que estaban allí habían consumido algún tipo de droga de las conocidas como duras. Incluso, viendo el ambiente festivo que ahí reinaba reconozco que la tentación de probar alguna sustancia estaba muy presente.
Desde ese momento, he sostenido la tesis de que hay determinados estilos musicales que no tendrían el mismo éxito si no fuera por la relación de la misma con el consumo de determinadas drogas. De hecho, una de mis canciones de electrónica favoritas, de Boys Noize,que se titula XTC, contiene una letra que induce descaradamente al consumo de éxtasis, y dice así: «XTC, XTC, XTC, One for me, Take, Take, Take, Take». Y como olvidar al gran Chimo Bayo:
Pero una tesis no es nunca sostenible a partir de la simple experiencia personal, por lo que me dediqué a indagar un poco en busca de algunos estudios que certificaran, o por el contrario negaran, la asociación de un estilo de música determinado, con el consumo de drogas.
Lim, Hellard, Hocking, Aitken y Campbell (2008) llevaron a cabo un estudio en torno al consumo de drogas en un festival de música en Melbourne a personas que comprendían de los 16 a los 29 años. En el mismo, además de mostrarse un mayor consumo de drogas de los asistentes al festival cuando se comparaba con estadísticas de población global (por ejemplo, un 4,5% afirmaba haber consumido cocaína el último mes, frente al 0,7% del grupo control; y del mismo modo sucedía con otras sustancias como la marihuana, con un 46% frente a un 14%,el éxtasis, con un 23% frentes a un 4,1%, y las anfetaminas, con un 20% frente al 3,7% del grupo control) se analizó la relación entre gustos musicales y consumo de drogas. Y los resultados fueron reveladores.
Si bien cuando se les preguntaba por los gustos musicales el 47% afirmaba que su música preferida era la alternativa, muy por encima del dance/house que contaba con un 21% de aficionados, es cuando se analiza grupo por grupo que se observan resultados bastante significativos.
Así, los aficionados al house/dance resultaron ser los que habían consumido más éxtasis en el último mes (un 44% de ellos) anfetaminas (el 36%) y cocaína (un 10%). En cuanto a consumo de LSD se situaban en segundo lugar (85) solo por debajo de los aficionados al rap. Finalmente, en cuanto a consumo de cannabis en el último mes el porcentaje era del 47%, a la par que los aficionados al metal (46%) R&B (42%) y por debajo del rap (62%).
No fue éste el único estudio que se hizo en festivales de música. En 2012 Morten y Sébastien (que no son ningún grupo de pop alternativo) vincularon del mismo modo el consumo de drogas con las preferencias musicales. Entre otras cosas, encontraron una relación muy significativa entre la afición al hip hop y el consumo de tabaco, alcohol y cannabis. Y igual que en el estudio anterior, aquéllos que mostraban su afición por la música electrónica tenían una mayor relación con el consumo de tabaco, cannabis y otras sustancias ilegales. En cambio, aquéllos que mostraban preferencias por la música pop se asociaban con un bajo consumo de todo tipo de drogas. Curioso también fue el encontrar que los fans de la música rock eran los que menos drogas duras consumían.
Otro estudio anterior de Winstock y Griffiths (2001) entrevistó directamente a un grupo de más de 1151 personas que manifestaron haber consumido algún tipo de drogas alguna vez en su vida, de cara a analizar cuáles eran sus patrones de consumo de droga, y que fueron captados a través de la prestigiosa revista MixMag, uno de los mayores referentes de la escena dance/house/electrónica. En el mismo, comprobaron que la amplia mayoría de entrevistados eran policonsumidores, principalmente de éxtasis con alcohol, anfetaminas y cannabis, si bien esta última era comunmente usada para “bajar el morao” hablando en términos coloquiales. El 86% había consumido éxtasis a lo largo del último mes, el 73% había consumido cannabis y un 46% había consumido cocaína. Aparte, un 96% de los entrevistados afirmaron haber consumido éxtasis alguna vez en su vida, un 92% anfetaminas, un 91% cannabis, y un 75% cocaína.
Otro original y muy reciente estudio de Breuner, Pumper y Moreno (2014) analizaba, a través de un estudio longitudinal de tres años, el comportamiento en la red social Facebook de consumidores de “Club Drugs” (Éxtais, Cocaína, Anfetaminas, LSD…) comparándolo con un grupo control de no consumidores.
En dicho estudio, observaron que, del total de Likes que daban los consumidores de “Club Drugs”, un 24,5% estaban relacionados con la música electrónica. En cambio, los Likes del grupo control a cuestiones relacionadas con la música electrónica fueron de un escaso 2,91%.
Del mismo modo, un 70% de los consumidores de droga participó o se unió a eventos de música electrónica en Facebook, frente al 5,88% del grupo control. También resulta llamativa la diferencia en el número de amistades, 920.5 en el grupo de “Club drug users” frente a 548.525 del grupo control.
Revisados los estudios anteriores, la tendencia que se refleja en todos ellos es prácticamente la misma: la asociación de determinado tipo de música (Dance, House, Electrónica…) con el consumo de determinado tipo de drogas parece evidente.
Antes no he terminado de contar la historia. No, no consumí otra cosa que no fuera alcohol, si bien la legalidad de esta droga no guarda relación con lo dañina que es al fin y al cabo. Sigo siendo amante de la música electrónica sin necesidad de consumir drogas duras, aunque parece que no sea la tónica. De hecho, este artículo ha sido escrito mientras escuchaba de fondo a uno de los artistas de referencia en el panorama electrónico, Deadmau5. Juzgad vosotros mismos si es necesario consumir droga para disfrutarlo.
Bibliografía
Breuner, M. G., Pumper, M. A., & Moreno, M. A. (2014). Music to My Ears: Connections Between Club Drugs and Electronica Viewed Through Facebook. Journal of Adolescent Health , 54(2). Retrieved from http://www.deepdyve.com/lp/elsevier/music-to-my-ears-connections-between-club-drugs-and-electronica-viewed-g7X32QzMLn
Demant, J. (2013). Affected in the nightclub. A case study of regular clubbers’ conflictual practices in nightclubs. International Journal of Drug Policy, 24(3). Retrieved from http://www.deepdyve.com/lp/elsevier/affected-in-the-nightclub-a-case-study-of-regular-clubbers-conflictual-vAfJ1rNn1S
LIM, M. S. C., HELLARD, M. E., HOCKING, J. S., & AITKEN, C. K. (2008). A cross‐sectional survey of young people attending a music festival: associations between drug use and musical preference. Drug and Alcohol Review, 27(4). Retrieved from http://www.deepdyve.com/lp/wiley/a-cross-sectional-survey-of-young-people-attending-a-music-festival-7jF46CIyR5
Morten Hesse, & Sébastien Tutenges. (2012). Music and substance preferences among festival attendants. Drugs and Alcohol Today, 12(2). Retrieved from http://www.deepdyve.com/lp/emerald-publishing/music-and-substance-preferences-among-festival-attendants-3vdQ8cjiHT
Winstock, A. R., Griffiths, P., & Stewart, D. (2001). Drugs and the dance music scene: a survey of current drug use patterns among a sample of dance music enthusiasts in the UK. Drug and Alcohol Dependence , 64(1). Retrieved from http://www.deepdyve.com/lp/elsevier/drugs-and-the-dance-music-scene-a-survey-of-current-drug-use-patterns-lM8ioyva07
Soy Licenciado en Criminología y Filosofía por la UAB. En 2011 fundé Criminología y Justicia, empresa dedicada a la divulgación de contenido de caracter criminólogico-jurídico que contó con la participación de más de 100 autores hasta su cierre en 2017. Durante ese tiempo se publicaron más de 1000 artículos que han recibido ya más de dos millones de visitas; se publicaron cerca de una treintena de libros, y también se organizaron diferentes eventos y congresos enfocados a divulgar la Criminología.
Ahora mi interés estriba en aplicar toda esa experiencia en el mundo de la divulgación científica a otros ámbitos dentro de la comunicación digital.