Resumen
Camino Alto y Camino Bajo, estos son los dos “íteres” que el cerebro y el cuerpo utilizan para reaccionar ante la detección de una amenaza. El doctor en neurología Bruce Siddle (Estados Unidos) así lo concluyó en uno de sus concienzudos trabajos.
Artículo completo
Muy resumidamente, el Camino Alto consiste en:
1º.- Mediante los sentidos, principalmente el de la vista, el cerebro recibe información respecto a la amenaza, o lo que es igual, un estímulo que precisa de respuesta. En este punto: se OBSERVA.
2º.- El tálamo, que es una estructura neuronal que se ubica en el centro del cerebro, para quedar protegido, recibe la información que le llega desde el sentido que ha detectado la amenaza. El tálamo es, por tanto, el que ORGANIZA la información recibida. Orienta…
3º.- La corteza cerebral recibe aquellos datos desde el tálamo y comienza a evaluar la situación. En este punto se DECIDE cómo actuar.
La corteza cerebral, denominada también córtex cerebral, está conformada por un conjunto de terminaciones nerviosas localizadas sobre ambos hemisferios cerebrales.
4º.- Por último la amígdala —conjunto de neuronas cerebrales— ACTÚA y ordena al cuerpo la ejecución de una acción, en este caso defensiva o evasiva (la evasión o huída es un medio de supervivencia natural y primario).
Como se puede intuir, cuando el organismo emplea este iter es que la reacción que se precisa no lo es ante un estímulo o ataque súbito o espontáneo, de lo contrario no se consumiría “tanto” tiempo en el ciclo OODA (Observar-Organizar-Decidir-Actuar). Esta es una respuesta cognitiva, o sea “meditada” aunque por muy brevísimo espacio de tiempo, de difícil cuantificación. Aún así, algunos estudios estiman que se consume 1 segundo.
Las cosas cambian cuando se produce un ataque súbito o un estímulo espontáneo (ataque contra un policía, de modo inesperado, ante un servicio normal —pedir permiso conducción a un conductor—, por ejemplo). En estos casos la respuesta del cuerpo debe ser mucho más rápida. Hablamos de supervivencia extrema y hay que economizar tiempo. Los órganos cerebrales que toman cartas en el asunto recortan o anulan funciones en aras de responder con mayor premura. Ergo, los pasos interiores del cerebro se acortan: se toma el “camino bajo”. Ahora es totalmente emocional la respuesta, ya no es cognitiva porque no hay tiempo para meditarla.
Ante una acción hostil por total sorpresa, el iter es el siguiente:
1º.- Como antes, y por lógica natural, el cerebro recibe la primera información a través de los sentidos, casi siempre por la visión: OBSERVA.
2º.- Los datos son remitidos al tálamo, que a su vez y sin pasar esta vez por la corteza cerebral, los manda a la amígdala. El tálamo, como en los supuestos de respuestas meditadas, reflexionadas o cognitivas, ORGANIZA la información que recibe de los sentidos.
3º.- La amígdala de forma inmediata establece una respuesta refleja y ACTÚA. Pero también la amígdala asume las competencias de la corteza cerebral (Decidir), en estos casos de necesidad imperiosa de respuesta rápida. El papel que antes desempañaba el córtex cerebral queda ahora anulado en sus funciones.
En definitiva. En supuestos de emergencia y supervivencia, la amígdala “recorta” los tiempos para aumentar las posibilidades de supervivencia, por ello DECIDE Y ACTUA. El cuerpo experimentará, en estos casos, los primeros cambios fisiológicos… incluso si la alerta era falsa. En esta situación, la respuesta es súbita y emocional.
Los reflejos son actos no controlados por quien los sufre. Son actos involuntarios que de algún modo prevén una defensa. Surgen ante sorpresas, y en determinados casos ayudan o preparan a una persona para la supervivencia. Un típico caso de reflejo o espasmo autónomo es el cierre de la laringe —larigoespasmo—, en las personas que están próximas a ahogarse. El fin es obvio: evitar, en la medida de lo posible, la inundación, por fluido, de los pulmones a través de las vías aéreas.
El OODA es un sistema muy sencillo que aclara los pasos que cualquier persona sigue, quiera o no quiera, antes de tomar una decisión incluso cotidiana. Esto es aplicable en todos los órdenes de la vida, no sólo a nivel táctico militar y policial. De hecho nuestro cerebro actúa de esta forma en cada acción que nuestro cuerpo lleva a término.
El concepto OODA lo puso en boga, tras una amplia experiencia como piloto de combate en la II Guerra Mundial y Corea, el coronel John Boyd de la USAF (United States Air Force). Sabiendo “manejar” este sistema podremos mandar datos erróneos a nuestro contrario y eso, en según qué casos, nos podrá dar la ventaja de anticiparnos a la acción hostil. En realidad, este método lo usamos todos los días, pero cuando se trata de aplicarlo a la defensa táctica, nos cuesta más trabajo entenderlo.
Cuando una persona se sienta con su jefe para negociar las vacaciones o subidas salariales, o incluso cuando va a realizar una venta o transacción de bienes, ya tiene preparadas en la mente una serie de respuestas y preguntas. Esto lo hacemos para no ser sorprendidos durante la reunión o negociación. Pues en el tema de la defensa y reacción es igual… o debería serlo. Tener preparadas distintas respuestas de reacción en la mente puede ayudar de forma muy positiva, cuando somos acometidos sin detectar previos indicios de hostilidad (caso de los policías).
Por cierto. Este piloto, el coronel Boyb, también descubrió en su momento que los mandos de los aviones de combate no estaban diseñados para tal fin. Descubrió que los ingenieros de aviónica diseñaban mandos “atractivos”, pero nada operativos en situación real de total estrés. La habilidad motora fina, digital, se pierde rápidamente durante una situación gravemente hostil. Por ello, cuando un piloto se entregaba al fragor del combate aéreo, no siempre podía manejar con eficacia y soltura los “minúsculos” mandos y botones de aviónica de su aeronave.
Tras este y otros estudios y análisis, el coronel y algunos de sus colaboradores fueron oídos y empleados por el Pentágono, durante décadas. Se convirtieron en imprescindibles asesores de estrategia para combates aéreos.