Resumen
En la vida de cualquier persona se va pasando por etapas, por periodos. Habrá quien diga que estas etapas son simples fases de un orden rotatorio, ciclos, que se van dando uno tras otro para volver a llegar al punto de inicio. Yo, no obstante, creo que estas etapas son fases de nuestra vida de las que vamos aprendiendo, que superamos y avanzamos para enfrentarnos a nuevos retos, los cuales podremos vencer (o no) por todo lo aprendido en periodos pasados. A su vez, cada etapa está formada por pequeños escalones, igualmente importantes para avanzar, que nos permitirán dar nuevos pasos, ya sea de forma ascendente o descendiente, pero raramente en línea recta.
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Igual que la vida de las personas está formada por etapas, algunas más costosas que otras, la vida de las ciencias tiene que avanzar siguiendo el mismo patrón. Toda ciencia, y en especial las ciencias sociales, deben superar periodos, uno tras otro, para poder ir perfeccionando el conocimiento generado por ésta, y evidentemente su aplicación a la práctica y al día a día social. Cabe destacar, no obstante, que las ciencias sociales no residen en un espacio geográfico concreto, como sí lo hacen las personas, sino que están presentes en múltiples espacios con características socio-culturales completamente diferentes, lo que genera una evolución desigual de cada ciencia en cada contexto concreto. En el caso de la Criminología, resultante bastante evidente la observación de dichas desigualdades en diferentes contextos, no sólo en cuanto a la creación de conocimiento, sino sobre todo a la aplicación del conocimiento creado. En este sentido, encontramos diferencias destacables entre el uso de la Criminología que se hace en la vida pública de países como el Reino Unido o Estados Unidos, y en países como España o México, donde la aplicación del conocimiento criminológico por parte de los poderes públicos se podría decir que es todavía residual.
Llegados a este punto, y estando de acuerdo que la Criminología debe subir todavía muchos escalones, y consecuentemente superar muchas etapas, para lograr formar parte de la vida social y política de nuestro país, creo que todo lector tendrá bastante claro que el mayor peldaño (o peldaños) que se nos presenta hoy por hoy como necesario de rebasar es la normalización de la profesión. Y para normalizar la ocupación del criminólogo, o al menos avanzar hacia ese fin, resulta evidente y necesario saber, en primer lugar, quién es y quién no criminólogo. Y aquí presento la primera conclusión insultantemente lógica del día: para ser criminólogo hay que ser criminólogo.
Todos nos hemos encontrado algún día que al encender la televisión a la hora de comer aparece algún personaje autodefiniéndose como criminólogo, y suele coincidir que justo después de tu asombro (mezclado con un corto aliento de felicidad), la persona en cuestión suelta alguna gilipollez, incluso contraria a los resultados de la investigación empírica en Criminología, que tumba por suelo toda la energía que te había provocado ese rótulo debajo de su nombre. Acto seguido, te dispones a contrastar la información sobre su formación cuando observas que, en el mejor de los casos, la persona ha realizado un curso formativo de 6 meses en alguna institución privada sin competencias para ofrecer titulaciones oficiales. Y a continuación la segunda conclusión insultantemente lógica del día: esa persona no es un criminólogo.
Para normalizar la profesión del criminólogo es imprescindible que abramos un debate interno, y lo hagamos muy seriamente, sobre quién es y quién no criminólogo. Es muy importante que nos hagamos preguntas como: ¿Qué formaciones deben ser aquellas que permitan a una persona autodenominarse criminólogo? ¿Puede una persona con formación elemental en ciencia criminológica hablar en nombre de la profesión? ¿Es criminólogo una persona con formación universitaria en una disciplina X que haya realizado un máster o un posgrado en Criminología? ¿Y un doctorado? ¿Es criminólogo una persona que haya acabado un título propio en Criminología? ¿Y una diplomatura? ¿Y una licenciatura? ¿Y un grado? Nos guste o no, son preguntas que nos debemos hacer, que debemos debatir y consensuar, por el bien de la Criminología. Y, por qué no decirlo, por el bien de nuestro futuro como criminólogos.
En relación a la creación de los primeros Colegios Oficiales de Criminólogos, nos encontramos con la misma tesitura, que también deberá ser tratada con la seriedad que merece. En unas semanas hará un año de la aprobación del primer Colegio Oficial de Criminólogos de España, el de la Comunitat Valenciana, donde se optó por que sólo puedan colegiarse licenciados/as y graduados/as en Criminología. Así queda recogido en la LEY 2/2013, de 4 de julio, de la Generalitat, de Creación del Colegio Oficial de Criminólogos de la Comunitat Valenciana: “En cuanto a la titulación profesional u otros requisitos para la incorporación al colegio, se exigiría estar en posesión de la Licenciatura en Criminología, recogida por el Real Decreto 858/2003, de 4 de julio, por el que se establece el título universitario oficial de Licenciado en Criminología, o título oficial de Grado en Criminología.” Éste es un debate que deberá darse en todas y cada una de las Comunidades Autónomas en las que se quiera constituir en Colegio Oficial y, en mi opinión, deberá hacerse de la forma más consensuada posible.
Para concluir, me veo en la obligación de decir que, dada la necesidad que tenemos a día de hoy de plantear un debate extenso en este sentido, y que es de gran importancia alcanzar entre nosotros un consenso sobre quién es y quién no criminólogo, una vez se haya llegado a un asentimiento de la comunidad de criminólogos, se deben plantear mecanismos para prevenir en el mayor grado posible que se cuele en mi televisor al mediodía un personaje que se hace llamar criminólogo y que no tiene puta idea de lo que habla; y, todavía más importante, promover herramientas para evitar que estos no-criminólogos dejen de ofrecer formación no reglada en Criminología a precio de sangre de unicornio.
Y aquí la última conclusión insultantemente lógica del día: yo ya tengo mi opinión formulada al respecto, tengo muy claro quién es criminólogo y puede hablar como tal ¿y vosotros?
Bibliografía
De profesión: investigador predoctoral de la Universidad de Manchester y colaborador del Centro Crímina para el estudio y prevención de la delincuencia de la Universidad Miguel Hernández.
De formación: Graduado en Criminología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Máster en Análisis y Prevención del Crimen por la Universidad Miguel Hernández y estudiante de doctorado en la Universidad de Manchester.
De pasión: amante de la literatura, el arte y la política, pero sobre todo de la relación entre los anteriores.