Resumen
En España al igual que en muchos otros países, cuando un delito grave se comete automáticamente todo el mundo clama por un endurecimiento de las penas, como si aumentar aún más el castigo, significara que va a haber menos delincuentes y menos víctimas. ¿Cómo va a rehabilitarse un infractor por pasar varios o muchos años en la cárcel, si nunca se llega a arrepentir de sus actos? ¿No sería mejor pedirle que haga algo por la persona a la que causó el daño o por la sociedad? En un primer momento causar daño a quién te lo ha hecho a ti, puede resultar muy positivo para la víctima, pero pasado el primer momento de euforia, al final esto no llena la perdida sufrida por la víctima.
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Para el resto de la población que no es ni victima primaria ni secundaria, puede resultar suficiente este daño-condena de muchos años en la cárcel, pero para los verdaderamente afectados, este vacío no se llena nunca. Lo más curioso es que los países que tienen más nivel de inseguridad empiezan a sentir que esta justicia que castiga, sin exigir al delincuente nada más, no es suficiente.
Entre estos países uno puede encontrarse con algunos a los que el alto nivel de delincuencia ya no les afecta, se han acostumbrado a desayunar, leyendo periódicos en cuyas portadas se puede ver que se han cometido un numero muy considerable de delitos violentos. Sus habitantes ya no sienten ningún tipo de indignación, o empatía o cualquier otro sentimiento hacia estos hechos tan graves que todos los días acaecen en su entorno más cercano. Simplemente piensan que a ellos no les va a pasar o rezan para tener más suerte que las pobres víctimas. Han convertido algo que no es norma o no debe verse como normal, en una costumbre.
Mientras otros países con altas tasas de criminalidad empiezan a ver la necesidad de buscar alternativas u otras soluciones a esta problemática. No se resignan a esta situación y tratan de buscar formulas que faciliten la prevención del delito, ayuden a la víctima y promuevan la rehabilitación del infractor. Esto puede resultar paradójico a la luz de países como el nuestro con una moderada tasa de delincuencia pero realmente cuando la situación llega a limites insospechados, cualquier intervención novedosa se puede ver como una salvación ante un sistema de justicia penal que ha demostrado por activa y por pasiva que penas mas duras, no implica una reducción del numero de delitos.
Es humano que la comunidad y en especial las victimas clamen por que haya más castigo, sin embargo no se puede o no se debe tomar en cuenta estas reclamaciones para proponer una reforma y endurecimiento de las leyes. Obvio que políticamente supone una gran campaña que favorece la captación de votos pero esta opción de legislar a golpe de demanda social es muy peligrosa.
No se puede cuando las ánimos aún están crispados y el recuerdo del delito flota en el aire, proponer un cambio legislativo, si acaso se puede valorar esta opción, una vez que ha transcurrido un tiempo prudencial, cuando la situación se ve con más objetividad, y el daño causado está más lejano.
Es necesario concienciar a los políticos de todo esto para que no se dejen guiar por estos sucesos que tanta alarma social crean y sobre todo se hace importantísimo trasladar al ciudadano que mas castigo no se traduce en menos delitos. Esto es así no sólo por ejemplos prácticos como en EEUU, donde ni siquiera la pena de muerte ha hecho disminuir el porcentaje de delitos sino por una cuestión práctica. El hecho de aumentar las penas puede ser un efecto disuasorio para el delincuente solo si valora como muchas, las posibilidades de que sea detenido cuando comete un delito, y ante esto tenga miedo y decida no delinquir. Pero si este delincuente valora la posibilidad de que sea detenido como muy probable y que por ello ira a la cárcel y a pesar de ello no tiene ningún temor, entonces en este último caso, lo que puede pasar es enormemente perjudicial para las futuras potenciales victimas, porque si el infractor no tiene miedo al castigo por muy duro que sea, al final si comete el delito como no tiene nada que perder, intentará no dejar testigos para no ser delatado e incluso si los hubiere hará todo lo posible para que no vayan a juicio incluso cuando lo que haga para impedirlo sea atentatorio contra la integridad de las victimas. Esto no es un planteamiento teórico sino algo constatado durante años de incorporar delitos, aumentar el castigo y endurecer las penas.
Es necesario hacer otro enfoque ¿si solo castigando no conseguimos que los infractores cometan menos delitos, por qué no intentamos que al menos estos tengan una oportunidad de ver el daño que han causado? No se trata ni siquiera de que no se les castigue al menos en delitos graves, se trata de que su actitud no sea meramente pasiva, que no se limiten a ver cómo son condenados y a cumplir una pena impuesta por el estado. Es importante que realicen alguna actividad en favor de la victima primaria o secundaria porque pueden así aprender que si hacen daño, deben como primera medida hacer lo necesario para compensar, reparar o equilibrar este acto perjudicial, y aunque puede ser visto como un autentico castigo es ni más ni menos que una prestación socialmente constructiva. En definitiva, primero deben cumplir con la victima, luego con la comunidad y por último, solo si acaso, con el estado. Se trata de invertir el orden actual y que la victima no sea la ultima en recibir su compensación o reparación por el daño que la han causado a ella.
Con esta forma de ver la justicia más adecuada las necesidades de la sociedad, podemos llegar a concienciar a muchos delincuentes para que pongan un punto y a parte en su vida y puedan ver un futuro sin delitos. Quizá al principio no sean muchos pero con pocos que asuman sus actos y quieran cambiar, empezaremos a poner la primera piedra hacia una justicia más justa.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.