Resumen
“Charlie Hebdo” sale hoy tras los terribles atentados de la semana pasada en Francia, con un mensaje claro “Todo está perdonado”.
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Ayer en mi blog, hablaba precisamente de esto: perdonar o no perdonar algo muy discutido y muy debatido. Bien lo sabemos los que nos dedicamos a la Justicia Restaurativa pues frecuentemente, más de lo que quisiéramos, se asocia la Justicia Restaurativa con este perdón. Y desde luego que perdonar no es el objetivo de la Justicia Restaurativa pero si es cierto que puede propiciarse a través de estos procesos. La pregunta que me surge es clara ¿Perdonaría a una persona que cause la muerte violenta de un ser querido o de alguien muy cercano? Realmente es algo complicado de responder, ya que la cuestión del perdón está llena de matices. La primera respuesta y siendo sincera es que seguramente a priori, no sería capaz de perdonar, porque el dolor por la pérdida, haría florecer sentimientos muy negativos. La sed de venganza es un sentimiento habitual. El error, a veces, nos lleva a considerar como “malo” y “negativo” estos sentimientos de ira y venganza ya que somos seres humanos y como tal, es lógico y normal que surjan en nosotros aunque sean “políticamente no correctos”. Pero el tiempo va modulando esto, y la Justicia Restaurativa es también una gran ayuda para que las víctimas pasen de la hostilidad a la reconciliación (atendiendo a sus necesidades, escuchándolas y valorándolas)
Volviendo al perdón, a priori no perdonaría pero sin duda, tarde o temprano creo que si lo haría, no por los infractores sino por mí misma. Para adentrarme más y en profundidad en este perdón ¿cómo se puede definir? Robert Enrich dice que es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido sobre ella. Uno puede perdonar al infractor pero no reconciliarse con él. Este hecho es algo muy personal y depende de cada víctima. Muchas veces las personas que van a participar en un proceso restaurativo, me preguntan si tienen que perdonar al infractor, es en este momento, cuando deben saber que esto es algo que depende solo de ellos, y que nadie los va a juzgar tanto si lo hacen como si no.
Erróneamente suele asociarse el hecho de perdonar como olvidar el mal que te han causado, lo cual supondría quitar responsabilidad al infractor pero el perdón no implica olvido ni tan si quiera como dice la Biblia “poner la otra mejilla”.
En cambio, estoy convencida que perdonar puede ayudar enormemente a las víctimas. Para éstas, este perdón es liberador. Desde que nacemos nos relacionamos con otras personas, vivimos en relación con los demás. Algunas relaciones las elegimos nosotros y otras nos vienen “dadas”, este caso es el del delito. Tras él, víctima e infractor quedan más unidos que nunca, aunque parezca lo contrario, el delito no las aleja sino que hace crecer los lazos que las unen. Sin embargo, esta relación es perjudicial y de dependencia, y hace que la víctima tenga siempre el delito y el dolor en su mente y en su día a día. Esto no la deja avanzar en su camino restaurativo hacia la “recuperación” por eso, el perdón es liberador porque rompe esta “relación” desestabilizadora que une a ambos. Con el perdón, la víctima recupera el control de su vida y se desliga del infractor, no se va a borrar el mal que el infractor causó pero si aprenderá a recordarlo sin dolor.
Habrá reescrito su “historia”, incorporando al delito sufrido como un aspecto más de su vida, lo recordará pero sin amargura porque gracias a este perdón habrá podido “cicatrizar” las heridas que el delito la causó.
Para muchas víctimas, el primer paso de este perdón, es perdonarse a sí mismas. Las víctimas deben darse cuenta que lo sucedido no es su culpa, y que no merecía sufrir el delito. Se debe valorar como persona para que el proceso de perdón sea eficaz y verdadero. Se trata, en definitiva, de que la víctima se reconcilie consigo misma y con su entorno para que el perdón produzca los beneficios deseados. La conclusión es que este hecho de perdonar que unos “aborrecen” y otros “alaban” es algo que depende de cada uno de nosotros. Debemos aceptar a aquellos que decidan hacerlo y a los que no por igual. Pero sin lugar a dudas, son más los beneficios para las víctimas que para los infractores.
Los procesos de Justicia Restaurativa favorecen que el perdón pueda darse aunque como dije, no sea su objetivo, lo que si debe ser nuestro objetivo tanto a través de la Justicia Restaurativa como en la vida en general es apoyar a las víctimas, que se sientan respetadas y arropadas, para que puedan así recuperar su vida, o los pedacitos de ella para recomponerlos.
De ahí, que siempre diga que la Justicia Restaurativa es algo más que encuentros restaurativos o mediación penal, y a veces, el espíritu y los valores de esta Justicia nos pueden ayudar en los “obstáculos y las tragedias” que en ocasiones y de forma inevitable, surgen en el mundo en el que vivimos.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.