Resumen
El objetivo de la Ciencia es adquirir conocimientos acerca de la realidad, por lo que elegir el método adecuado para cumplir el objetivo citado deviene fundamental. Así, el método inductivo se asocia generalmente a la investigación cualitativa mientras que el método deductivo se asocia con la investigación cuantitativa. La investigación cuantitativa es aquella en la que se recogen y analizan datos cuantitativos sobre las variables estudiadas; la investigación cualitativa evita la cuantificación.
Lo que diferencia esencialmente ambas metodologías es que la cuantitativa estudia las relaciones entre variables cuantificadas, mientras que la cualitativa estudia esas relaciones en sus contextos situacionales. La cualitativa se dirige a penetrar en la naturaleza profunda de las relaciones observadas, mientras que la cuantitativa pretende determinar la fuerza de esas relaciones entre variables.
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Debido a la tradición, el uso de la metodología cuantitativa la logrado una mayor aceptación entre la comunidad científica, relegando a la cualitativa a un empleo en segundo plano y mucho más cuestionado, desde el punto de vista del rigor científico. Sin embargo, ambas metodologías son fundamentales pues, como se ha indicado, el método es una elección esencial según sea la realidad a investigar.
Si la investigación científica es un proceso metódico y sistemático dirigido a resolver problemas científicos, el método elegido para dar respuesta a los interrogantes planteados es el primer dilema que debe encarar el investigador.
Si el problema a resolver es el esclarecimiento de un delito violento, pongamos por caso una agresión sexual o un homicidio, el analista de conducta se encuentra en la disyuntiva de elegir el método que mejor se ajuste a la resolución del problema, o lo que es lo mismo, la identificación del presunto autor del crimen.
Se abren al analista de conducta varias posibilidades. Puede, por un lado, emplear todos sus conocimientos y habilidades para analizar el caso en cuestión y extraer todos los datos pertinentes, para confrontarlos con el cuerpo de conocimientos existentes extraído de casos anteriores ya conocidos y esclarecidos, lo que pude hacerse incluso empleando programas informáticos ya desarrollados y que le devolverán una conclusión sobre las características más probables del agresor investigado, un perfil psicológico, en definitiva.
Puede, por otro lado, emplear todos sus conocimientos y habilidades para analizar el caso en cuestión y extraer todos los datos pertinentes que, mediante un proceso lógico en el que empleará tres métodos de pensamiento lógico, la abducción, la deducción y la inducción (los tres tipos de razonamiento son las tres etapas que hay que recorrer en el proceso de indagación lógica necesario para el esclarecimiento de un delito. La primera etapa la cubre la abducción al proporcionar una sugerencia que adquiere la forma de perfil psicológico del supuesto autor del delito; la deducción inferirá una predicción que será puesta a prueba mediante la inducción, etapas éstas que serán desarrolladas en posteriores artículos) para elaborar hipótesis sobre las características más probables del agresor al que investiga.
En la primera opción, el fundamento de la conclusión proviene del análisis estadístico de casos ya estudiados; en la segunda, el fundamento de la conclusión sobre el caso concreto, único en su contexto es la habilidad del investigador para extraer buenas hipótesis a partir únicamente de los datos existentes en ese contexto.
Ambas posibilidades tienen sus ventajas e inconvenientes, pues la estadística ofrece una realidad que se cumple en la mayoría de los casos, pero que no abarca, evidentemente, todo el universo de casos posibles, en el que cabe la posibilidad que encaje el caso investigado; mientras que el caso único depende exclusivamente de la pericia del perfilador psicológico para extraer buenas conclusiones a partir de su análisis, aunque, por el contrario, sitúa en su contexto peculiar y único al caso investigado y utiliza este valor como un dato más en su análisis, un dato que resulta extremadamente potente para elaborar hipótesis.
Así pues las cosas, ¿nos encontramos ante una disyuntiva? ¿Hay que optar necesariamente por un método u otro?
Si el método de caso único es fuerte en validez interna pero débil en validez externa, es decir, sus conclusiones no son generalizables a la población general, y el método estadístico es fuerte en validez externa pero débil en validez interna, es decir, no sabemos si mide lo que quiere medir, la disyuntiva, en mi opinión debe desvanecerse como el espejismo de un charco de agua sobre el asfalto de la carretera en un día caluroso, pues la respuesta a las preguntas planteadas sólo puede ser una, emplear ambos métodos para investigar cada caso.
Esta opción integradora, lejos de ser una solución factible, se convierte en una dificultad en sí misma, ya que obliga al perfilador psicológico a extremar la bondad de su curriculum porque ha de dominar ambos métodos si desea encarar su objeto de estudio con rigor. De ahí lo interesante que resulta que la investigación psicológica de un delito sea llevada a cabo por un equipo de investigadores más que por un analista individual.
La conjunción de ambas metodologías, a su vez, implica que el campo de conocimientos a aplicar debe pertenecer a la realidad que se investiga, en el sentido de que los estudios estadísticos que emplee para confrontar con el caso concreto se refieran a poblaciones coherentes con él y no a otras sobre las que se dude acerca de su extrapolación.
Además, el análisis del caso único debe ser capaz de integrarse en el cuerpo de conocimientos como un caso más, con sus peculiaridades correspondientes, por supuesto, al objeto de perfeccionar el anterior con nueva casuística convenientemente tratada y analizada.
No debemos olvidar, bajo ningún concepto, que el objetivo final de la investigación psicológica del delito no es incrementar la autoestima del analista de conducta, ni agrandar su ego al ser capaz de acertar, con mayor o menor precisión, el perfil de agresor. El único y verdadero objetivo es hacer que quien vulnera la ley sea puesto ante la Autoridad Judicial, pues sólo así, se procederá al reproche penal procedente y, lo que es más importante, prevenir el sufrimiento de nuevas víctimas.
No obstante, el debate existe y, si el analista de conducta desea hacer ciencia, es decir, ser riguroso en sus métodos de investigación para asistir a los investigadores policiales con herramientas potentes, no debe eludirlo en absoluto, siempre que lo haga con humildad y espíritu científico.
Bibliografía
Tres décadas de experiencia en la aplicación de la Psicología y la Criminología en la investigación criminal. Creador de la Sección de Análisis de Conducta en Policía Nacional de España y del Método VERA de perfilación criminal. Actualmente, es Coordinador Académico del Máster Universitario en Investigación Criminal de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).