Resumen
“El ministro de justicia, Alberto Ruiz Gallardon, no aprecia inconstitucionalidad en la ley de matrimonio homosexual a pesar del recurso de inconstitucionalidad que el PP presentó ante el Tribunal Constitucional en el 2005 y que sigue pendiente de resolución. En declaraciones a la Ser, Gallardón afirma que en todo caso, el Gobierno esperará a que el Tribunal se pronuncie para actuar en consecuencia pero que personalmente no aprecia causa de inconstitucionalidad”
Otra vez el ministro de Justicia es el centro de atención, por opinar sobre un tema que a todas luces ni es prioritario ni es trascendente para mejorar la justicia, lo malo es que esta vez, ha sido de forma un poco injusta y por tan sólo dar una opinión, aparentemente contraria al partido al que pertenece.
Sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, se podría hablar largo y tendido pero para resumir hay que partir de unas variables: los tiempos y la sociedad evoluciona más rápido que el derecho y vivimos para bien o para mal, en un país democrático de derecho, en el que todos somos libres.
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Una vez que he establecido estas aseveraciones, diré que nos puede gustar más o menos esta ley o podemos estar o no de acuerdo pero si realmente es inconstitucional porque contraviene el articulo 32 de nuestra constitución y que habla de hombre y mujer, entonces quizá ya va siendo hora de cambiar esta norma, entre otras cosas porque además también habla de que todos tenemos derecho a una vivienda digna y un trabajo y tantas y tantas cosas que no se cumplen que parece ridículo centrar nuestro interés, en algo que queda en la esfera privada y personal de dos personas.
Efectivamente si acudimos a las definiciones clásicas de matrimonio, esta ley iría contra el más puro derecho tradicional de nuestros antepasados. Modestino, definió el matrimonio como” la unión de hombre y mujer en consorcio de toda la vida y comunicación de derecho divino y humano”. Justiniano afirmó que el matrimonio es “la unión de hombre y mujer con la intención de formar una comunidad de vida indisoluble”. Según estas definiciones el matrimonio es heterosexual, monogámico y vitalicio.
Tengo claro que el artículo 32 de nuestro texto constitucional, parece que se fijó en las concepciones clásicas de esta institución, pero es curioso que para esto si es válida esta definición, pero por ejemplo no para la ley del divorcio, porque si algo deja claro ambas definiciones es que el matrimonio es para toda la vida. Aquí si ha evolucionado el derecho para adaptarse al devenir de los tiempos, y existe incluso el divorcio “expres”, entonces ¿por qué una cosa nos parece lógica y normal y en cambio la unión de una pareja del mismo sexo nos preocupa o al menos a algunos de nosotros?
Y es que yendo un poco más allá, otro concepto que destacan estas definiciones es el de la monogamia del matrimonio, por tanto ¿qué hacemos con los cónyuges infieles? ¿volvemos al delito de adulterio?. Son reflexiones quizá un tanto exageradas pero si nos ceñimos al derecho más puro y clásico esto seria totalmente lógico.
De todas formas, lo que antes era normal ahora ya no lo es tanto y los tiempos han cambiado empezando desde la propia familia: familia con un progenitor solamente, familias con progenitores e hijos de diferentes matrimonios…es solo un ejemplo más.
Por eso el derecho debe avanzar y saber reinventarse y evolucionar con relación a la realidad social, sino ¿Qué hubiera pasado si no se hubieran empezado a contemplar los delitos tecnológicos? Pues esto hubiera sido un caos, y de hecho aún hoy queda mucho por hacer en el ciberespacio para atajar los delitos que van surgiendo según la tecnología va modernizándose.
Para mi este es precisamente uno de los grandes problemas de la justicia, y es su estancamiento en el pasado, con su excesiva burocracia y lenguaje que para el común de los “mortales” resulta incomprensible. No os podéis imaginar la cantidad de personas que me llaman asustadas, cuando reciben una citación a juicio, y leen más o menos lo siguiente: “les parará en perjuicio lo que proceda…”. Para mucha gente la justicia asusta, es inhumana y no está cercana a los ciudadanos de a pie, y es precisamente lo que creo que ocurre con este tema.
El legislador debería ser hábil y darse cuenta de lo que demanda la sociedad, sé que para muchos puede resultar no natural estos matrimonios, pero lo que es evidente es que esto queda en la esfera más privada de dos personas y no nos daña directamente a ninguno de nosotros en absoluto. Cada uno debe buscar su felicidad y además si una persona se casa (por ocultar su verdadera orientación sexual y para guardar las apariencias, como desgraciadamente ocurría en el pasado) de esta forma, entonces si produce daños casi irreparables para su cónyuge, hijos si los hubiere y para la propia persona que al ser infeliz también daña a la comunidad, que tiene que sufrir que un ciudadano esta insatisfecho y resentido con una sociedad que no le comprende.
Esto no significa que yo, particularmente, esté a favor o en contra de esta ley, simplemente estoy a favor de la libertad y de un derecho y unas normas que sepan adaptarse a los nuevos tiempos.
Es igual que lo que ocurre con la Justicia Restaurativa, mientras el legislador no sé de cuenta de que las victimas necesitan tomar voz y que los juicios las quitan el poder de decisión y el protagonismo y las convierte en meros convidados de piedra, no atenderán un necesidad social que ha surgido tras años de constatación evidente de que la errónea política penal, ha llevado a infractores, posiblemente recuperables para la comunidad, no rehabilitados y a victimas si poder curar sus heridas y su trauma y sin recuperar cierta normalidad en sus vidas.
Al fin y al cabo todos aspiramos a una vida normal y feliz por eso no creo que el derecho pueda o deba poner freno a esto, por el simple hecho de que pueda ser inconstitucional. ¿Acaso el derecho no está para proteger y ayudar al ciudadano? ¿Es que no existe un principio de igualdad en nuestra constitución, que dice que todos somos iguales ante la ley con independencia de nuestra raza, sexo, religión…?
Seguramente lo que ocurre es que tenemos una constitución un tanto contradictoria, fruto de la época en que se elaboró y que quizá sea hora de que se reforme y se adapte al siglo XXI.
Tampoco estaría de más, para que la sociedad se adapte también, formar a las generaciones futuras en una cultura que fomente el dialogo, la diversidad, que quite el miedo a lo diferente, que favorezca la comunicación…para que así nadie pueda ver “extraño” o “raro” y se comporte de manera violenta o radical con quién no entra dentro de los estereotipos de normalidad: ya sea por ser parejas del mismo sexo, por ser de otra raza o cualquier otra diferencia. Esto de lo que estoy hablando, no es otra cosa que fomentar la educación en valores principios de justicia restaurativa, no ya aplicada al ámbito penal ( la más conocida) sino como filosofía que debe impregnar nuestra vida cotidiana y nuestras relaciones con los demás.
Seguro que muchos a estas alturas estaréis pensando, “esta chica no tiene en la cabeza otra cosa que la justicia restaurativa”, pues es que realmente si todos tuviéramos en la mente esta justicia, en sentido amplio como filosofía y como forma de vida, tendríamos una mente más abierta hacia lo que es considerado como “diferente” y no nos preocuparía tanto lo que cada uno haga en su vida privada. Y es que ya solo nos falta prohibir que los niños duerman con sus ositos de peluche o sus juguetes preferidos, por si esto puede influir en su futuro sexual y sentimental….
Se que pongo ejemplos extremos pero es para llegar a mi conclusión personal de esta semana:
Mas allá de nuestras creencias, valores y opiniones personales, todos queremos y necesitamos ciudadanos felices, contentos y satisfechos porque estos se va a reflejar en como nos relacionamos con los vecinos, compañeros de trabajo, amigos y nos va a revertir positivamente, por eso es obligación del estado y de la justicia favorecer esto, no prohibirlo, limitarlo y coartarlo.
Bibliografía
Follow @VirginiaDomingo (Burgos, 17 de mayo 1975)
Soy periodista frustrada, estudié derecho, por defecto y a pesar de todo, me gustó. Fui durante más de ocho años Juez Sustituta, lo que me hizo ver la realidad de la justicia y su falta de humanidad, así llegué en el 2004 a la Justicia Restaurativa. Actualmente soy la coordinadora del Servicio de Mediación Penal de Castilla y León (Burgos) y presidenta del Instituto de Justicia Restaurativa-Amepax ( la entidad que proporciona este servicio). Soy experta y consultora internacional en Justicia Restaurativa. Mediadora Penal y Presidenta de la Sociedad Cientifica de Justicia Restaurativa. Miembro del Comité de investigación del Foro Europeo de Justicia Restaurativa, participo regularmente en las reuniones de este Foro y he ofrecido varias charlas a nivel internacional, asimismo he realizado diversos trabajos de investigación sobre Justicia Restaurativa y mediación en materia penal. Y sigo luchando porque se regule la Justicia Restaurativa como un derecho más para las victimas de cualquier delito con independencia del lugar donde lo sufran.