Resumen
En el año 2005, la Behavioral Analysis Unit -2 (dedicada a investigar los delitos contra adultos), perteneciente al National Center for the Analysis of Violent Crime (NCAVC) del FBI, organizó un Simposium sobre Asesinatos en Serie (Perspectivas Multidisciplinarias para Investigadores), al objeto de reflexionar sobre el estado actual de las estructuras dedicadas a investigar este fenómeno delictivo, para detectar problemas tanto metodológicos como de procedimiento y efectuar así un más eficiente afrontamiento policial.
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Aquel encuentro entre profesionales dio lugar a una serie de conclusiones que resultan relevantes, no sólo para las organizaciones policiales de Estados Unidos, sino para todas aquellas Unidades de Análisis de Conducta de otras Policías, entre ellas también las europeas y, por supuesto, las españolas (Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil), conclusiones que pueden ser tenidas en cuenta para mejorar unos procedimientos incipientes y no exentos de dificultades.
Con este artículo se pretende mostrar cuáles fueron esas conclusiones y de qué modo pueden ser utilizadas por los profesionales europeos, aprovechando así la amplia experiencia del FBI en esta materia. El ámbito del campo sobre los asesinos en serie que consideraron abarcó desde el concepto hasta el impacto en los medios de comunicación, pasando por la práctica de la investigación, las clasificaciones sobre motivación o el concepto de psicopatía.
En primer lugar, trataron de destruir la influencia de determinados mitos acerca de los asesinatos en serie, proponiendo como base que ni es un fenómeno actual ni es exclusivo de Estados Unidos. A partir de aquí, sostuvieron que:
– No todos los asesinos en serie son desadaptados sociales que viven solos, mostrando ejemplos de asesinos perfectamente integrados en la sociedad.
– No todos son de raza blanca, ya que los hay de todas las razas.
– No están motivados únicamente por el sexo, apareciendo otras motivaciones como la ira o el beneficio económico.
– No todos actúan en amplias zonas geográficas, mostrando casos de individuos que operaron en zonas muy limitadas.
– No es cierto que no puedan dejar de matar, encontrándose casos de individuos que dejaron de hacerlo aunque no fueron detenidos hasta muchos años después.
– No todos son enfermos ni extremadamente inteligentes, pues abarcan la media de la población en estos aspectos.
– Y no todos desean ser capturados. Como bien señalan, “no es que quieran ser detenidos, es que sienten que no pueden ser detenidos”.
En cuanto a la definición de asesinato en serie, propusieron la siguiente: la muerte ilícita de dos o más víctimas por el mismo agresor o agresores en eventos diferentes. Para llegar a esta definición discutieron tópicos sobre el número de hechos a considerar o los periodos de tiempo entre cada uno de ellos.
También discutieron sobre las causas que llevan a un individuo a convertirse en asesino en serie, llegando a una conclusión inevitable y es que el fenómeno de los asesinos en serie es multifactorial, aunque destacan que el factor más significativo es la decisión personal del individuo por cometer sus crímenes seriales.
En cuanto a la relación entre psicopatía y asesinatos en serie, sus conclusiones también fueron obvias, en el sentido de que ni todos los psicópatas se convierten en asesinos en serie ni todos los asesinos en serie son psicópatas. Es más, no hay un perfil genérico de asesino en serie. Aunque generalmente comparten rasgos como la ausencia de remordimientos o culpa, la impulsividad o la necesidad de controlar, no se aprecian en todos los casos, además de que las motivaciones y las conductas son diferentes. En cualquier caso, sólo la psicopatía no explica las motivaciones de un asesino en serie.
También discutieron sobre el tópico de la motivación del asesino en serie y de sus observaciones destaco la que, desde mi punto de vista, operativo y práctico para un analista de conducta, me resulta más relevante y es la que se refiere a que cualquier clasificación de las motivaciones de un agresor en serie debería ser elaborarse únicamente a partir del análisis de la conducta observable, fundamentalmente en la escena del delito.
Es inevitable en el proceso de investigación de un delito de estas características intentar establecer cuál fue la motivación del agresor, como un modo de restringir las posibles vías de investigación, sobre todo, cuando no es posible establecer una relación clara entre agresor y víctima. Sin embargo, aproximarse a las motivaciones del asesino en serie, por tratarse de un proceso íntimo del individuo, sólo debe hacerse por medio de conjeturas, de inferencias a partir de comportamientos extraídos del análisis psicológico de lo ocurrido en el delito, fundamentalmente, como ya se ha indicado, de la escena o escenas donde el hecho tuvo lugar, lo que supone una debilidad del proceso investigador; aproximación necesaria, quizá, pero débil, que debe ser llevada con precaución, pues puede dirigir la investigación por vías equivocadas.
Al respecto de la motivación, establecieron en el simposium una clasificación de las motivaciones de los asesinos en serie en: ira, carrera criminal, beneficios económicos, ideología, poder, psicosis y sexual, que puede que no agote todas las posibilidades.
Sí hacen una salvedad, a mi parecer muy importante, referida a la selección de la víctima por el agresor, sea cual sea la clasificación de las emociones empleada, selección basada en las características de la víctima de disponibilidad (acceso del agresor a la víctima), vulnerabilidad (grado en que es susceptible al ataque) y deseabilidad (apariencia de la víctima para el agresor).
Hicieron mucho hincapié en las mejoras prácticas a desarrollar por los miembros de las fuerzas de seguridad encargados de llevar a cabo la investigación policial, en el sentido de establecer buenas redes de coordinación y cooperación entre agencias, así como la creación de grupos que se hicieran cargo de cada caso y en los que quedara claro el liderazgo, que se identificaran los recursos disponibles, cuyos miembros tuvieran el adecuado entrenamiento, el importante papel de la supervisión orientada al esclarecimiento del hecho, dejando de lado los egos de los investigadores, el tamaño y la experiencia de los equipos, entre otros aspectos prácticos.
A este respecto, destacaron la necesidad de asignar analistas al equipo investigador desde el inicio del trabajo, al objeto de optimizar tiempo y recursos.
Por último, señalar la discusión acerca del papel de los medios de comunicación en temas tan mediáticos como los asesinatos en serie, estableciendo que la constante atención de los medios sobre la investigación puede entrar en conflicto con la labor de las fuerzas de seguridad, por lo que se requiere el diseño de un plan para manejar los medios en la medida de lo posible para conjugar los objetivos de ambas instancias.
En definitiva, con este simposium trataban de establecer una especie de manual de buenas prácticas, una puesta en común de dificultades y ventajas a la hora de dedicar los recursos disponibles a la investigación de un fenómeno tan preocupante como el de los asesinatos en serie, que supuso un sano ejercicio de autocrítica y búsqueda conjunta de soluciones basada en la experiencia del FBI, que puede resultar muy provechosa para otras Unidades de Análisis de Conducta que inician sus andaduras, como es el caso de la perteneciente al Cuerpo Nacional de Policía.
Bibliografía
Tres décadas de experiencia en la aplicación de la Psicología y la Criminología en la investigación criminal. Creador de la Sección de Análisis de Conducta en Policía Nacional de España y del Método VERA de perfilación criminal. Actualmente, es Coordinador Académico del Máster Universitario en Investigación Criminal de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).