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“Las mujeres sólo tienen una función en el deporte, coronar al vencedor con las guirnaldas del triunfador” (Coubertin, 1912)
1. Resumen
Mediante el siguiente artículo se busca realizar una crítica al poder hegemónico imperante del patriarcado en el mundo deportivo donde si bien cada vez hay más mujeres que tienen la libertad de participar en las diferentes disciplinas, también es cierto que la compartimentación de la mujer en determinados deportes o la mala prensa incardinada a los éxitos deportivos femeninos hacen que la paridad de género en el ámbito del deporte, tanto a niveles medios como elitistas, sea una quimera.
Palabras clave: Deporte femenino, mujer, JJOO, patriarcado, cosificación, género
2. Introducción
Para la autora, jugadora de fútbol femenino en diversos clubes 1 durante un lustro, el deporte ha sido un motor importante de vivencias prosociales en su juventud. No obstante, ya desde un nivel medio pudo constatar las diferencias de trato según sexo que se producía en su entorno. A modo de ejemplo, podía verse como en diversos equipos femeninos no se percibía sueldo compensatorio alguno, mientras que sus homónimos masculinos percibían cuantía económica a cambio del trabajo en la cancha. A otros niveles puede verse de forma clara como las comparativas entre los sueldos de jugadores de primera división masculina de la LFP cobran montos utópicos de euros mientras que sus iguales en la división femenina cobran sueldos que no llegan ni a una quinta parte que el de los varones (La Vanguardia, 2011; M.A.B., 2015; Medina, 2016; Requena, 2014). Con un espíritu crítico, hemos de saber señalar estas diferencias, encontrar su etiología y señalar los posibles puntos a tratar para la mejoría de esta corriente discriminatoria, tan contraria a los postulados deportivos y que no solo se ciñen al deporte rey, sino que podemos verlo de forma cristalina en lo más sublime del deporte, los JJOO.
No hablaremos solo de la creciente aunque aún no equitativa representación femenina en el cómputo total de deportistas en los JJOO, sino que incluso podemos hablar de países que no llevaron hasta los JJOO de Londres 2012 por vez primera representación femenina, como fue el caso de Arabia Saudí o Catar o Brunei (Bachelet, 2012). En los mismos juegos citados anteriormente pudimos comprobar como por primera vez el boxeo femenino entraba en juego y hubieron disputas para con la uniformidad de las deportistas a quienes quisieron imponer el uso cosificador de la falda para el combate. La situación, aunque en algunos aspectos parece haber mejorado, vemos que en los JJOO de Río no ha variado en demasía cuando podemos observar cómo se hacen medalleros de las deportistas más “explosivas y bellas” (AS, 2016) o se descalifican a féminas y no a varones por romper la concentración por motivos de prácticas sexuales (La Vanguardia, 2016).
La mujer en el mundo del deporte ha sido hasta hace relativamente poco tiempo casi inexistente. De hecho, podríamos decir que actualmente no deja de ser la sombra del deporte masculino.
La mujer no se ha visto simplemente relegada a un rol secundario en el ámbito familiar, sino que también y sobre todo se ha visto desplazada en la esfera eminentemente pública. A pesar de lo postulado por algunos autores en esta misma revista, donde se deja latente la crisis del sistema patriarcal imperante hasta el momento (González, 2016), no hemos de olvidar que quedan múltiples ámbitos donde el modelo regulador de las relaciones familiares, laborales y sociales sigue regido por normas culturales sibilinas que desde el silencio del control informal siguen imponiéndose como auténticas mores (Summer, 1906).
En el mundo del deporte se ha pensado durante mucho tiempo, y al fin y al cabo actualmente en ciertos sectores, en la incapacidad de la mujer para practicar un deporte concreto o bien en la inidoneidad de su participación (Gelsthorpe & Herrera, 2014). En este sentido, podemos trazar un paralelismo con la denominada ceguera de género tan criticada a la Criminología por el movimiento feminista con la infracción femenina respecto a la mujer en el mundo deportivo. Desde la Criminología Feminista se enfrentó esta visión criminológica masculinizada y justificada con una mera argumentación cuantitativa basada en el papel estadístico mínimo que ocupaban las mujeres delincuentes ante la delincuencia masculina (Heidensohn, 1997), estableciendo como objeto de explicación la correlación género-delito (Serrano, 2009).
El fútbol, uno de los deportes más seguidos y practicados sobre todo a nivel europeo, ha sido considerado eminentemente como un deporte masculino. Se han dado diversos movimientos sociales de sectores femeninos, pero también políticos e institucionales a través de los organismos más importantes a nivel futbolístico como la FIFA, creando una Comisión de Fútbol Femenino y organizando la Copa Mundial Femenina. No obstante ¿estos movimientos han ayudado a impulsar y conseguir una auténtica emancipación de la mujer? ¿O es una quimera que no deja de diferenciar la teoría de la práctica?
Las encuestas reafirman los pronósticos positivos respecto a la incorporación de la mujer al mundo del deporte, aunque aún el número de licencias federativas de mujeres es significativamente inferior al de hombres, representando el 21.5% vs 78.5% (MECD, 2016), aumentando al 34.6% si hablamos de deportistas de élite donde la demanda de la mayor publicidad exige de una u otra forma que los estadísticos se igualen para no generar escarnios públicos. Las cifras muestran como cada vez hay más mujeres insertas en el mundo del deporte, también más futbolistas, evidenciando que el deporte y sobretodo algunos deportes en particular no van asociados a características de género, sino más bien a los estereotipos y las perspectivas de género creadas socialmente. Como ya se ha dicho, es cierto que las mujeres se han introducido de forma importante en el mundo futbolístico, hecho que ha cambiado los datos cuantitativos, pero también al fin y al cabo siguen habiendo desigualdades en los aspectos económicos, de soporte social y técnico y, sobre todo, desde el tratamiento mediático. ¿Cuántas personas conocen a la ganadora del último balón de oro? En cambio ¿Cuántos de nuestros lectores conocen al último jugador al cual la FIFA le ha otorgado dicho galardón?
3. El deporte es cosa de hombres
La cultura del deporte, influenciada por la masculinidad hegemónica (Hearn, 2004) ha creado una concepción social que identifica el fútbol y el deporte en general como un juego de hombres. Este hecho está altamente influenciado y retroalimentado por los medios de comunicación (Suárez, 2013), quien más allá del escaso tratamiento mediático que hacen de las noticias del deporte femenino respecto al masculino, no dejan de presentar una dicotomía clara entre lo que es el deporte femenino y el masculino desde una perspectiva absolutamente de género. Un estudio hecho por el Gobierno Vasco (ASPIC, 2013) en el cual se analizaba prensa escrita, incluyendo tanto la de carácter general como la exclusivamente deportiva, ha evidenciado que las noticias que versan únicamente de deporte femenino no alcanzan ni el 5%. Más preocupante aún, es la connotación sexual que adoptan estas noticias, dejando en muchas ocasiones el aspecto meramente deportivo a un lado. Factor que, por otra parte, es el que se encumbra en el caso de los deportistas masculinos (EFE, 2013) 2.
En este sentido, mientras que las féminas son indexadas a deportes identitarios con cualidades femeninas como la belleza, la fragilidad o la gracia, a los hombres se les representa arquetípicamente (Jung, 2003) con deportes relacionados con la virilidad, el esfuerzo físico, el riesgo, etc. Es decir, no dejan de difundirse a través de las torres panópticas del marketing (Margalef & Silva, 2016) y la agenda setting (McCombs & Shaw, 1972) imágenes estereotipadas y expectativas que se demandan a ambos géneros de acuerdo a los postulados más intrínsecamente patriarcales. Esta agenda prefijada por los medios de comunicación, son también responsables de una u otra forma de retroalimentar la imagen opaca de la mujer, de hacerla invisible no solo desde un prisma macrosocial en el que hablaríamos de la metáfora del techo de cristal (Burin, 1996), sino también a nivel micro dentro del escenario deportivo. Es desde esta perspectiva que la transmisión o el fomento del rol sexuado de la mujer se difunden en noticias donde se promocionan las representaciones y estereotipos de género a partir de asociaciones sexistas que devalúan el deporte femenino. Bien sea con imágenes que mercantilizan a la mujer hablando de su aspecto físico, de su maternidad o de la vida familiar (Suárez, 2013). Elemento a la par anecdótico cuando precisamente el porcentaje de inversión de las marcas en deportistas femeninas es irrisorio (Bachelet, 2012). A más abundancia, sobre la trivialización de los medios de comunicación o el escaso tratamiento de la mujer deportista en los mismos se han realizado varios estudios que aportan resultados en la misma línea (Rintala & Birrel, 1984; Sainz, 2013).
Mirando desde otros de los prismas de la estructura nietzscheana (Nietzsche, 1988), la invisibilización o el opacamiento de la mujer deportista y sus triunfos también tiene un claro efecto negativo sobre los hombres. Así, éstos serán juzgados con mayor severidad sobre todo por la sociedad patriarcal que habitan que siempre les exigirá un mayor rendimiento y tasa de éxito (Connell, 2002; Hearn, 2004). De hecho, sus triunfos serán altamente elevado a las esferas de la fama, mientras que sus derrotas son más debatidas públicamente, criticadas con más rudeza, provocando de forma probable una afección negativa a la masculinidad del propio sujeto (SPORT, 2016). Ejemplo de ello podemos verlo en programas de tertulia deportiva como “Los Manolos” o “Punto y Pelota” entre otros 3. Este proceso que emana directamente de la corriente heteropatriarcal de la sociedad capitalista actual puede provocar que surja un conato de vergüenza desintegradora (Braithwaite & Pettit, 1998) que pueda derivar en una posible desviación secundaria del deportista (Lemert. 1967), que fruto de no poder mantener un éxito continuo que se le demanda por su rol de género, tenderá incluso a hacer uso de ayudas suplementarias no lícitas para mantener el status de macho alpha (Pérez & Silva, 2016).
4. El rol servilista de la mujer en la cumbre deportiva
Este era el pensamiento de Pierre de Coubertin el padre de los JJOO modernos, quien claramente creía que el deporte era algo puramente masculino. Los JJOO modernos ya no únicamente eran vistos y practicados por hombres en su mayoría, sino que además había un rechazo de las propias mujeres para practicar el deporte y participar en los mismos (Macías, 1999). Haciendo un paralelismo con el papel tradicional de la mujer, ésta interiorizaba los valores sociales que se le imponían, adoptando un papel sumiso respecto al hombre si así le correspondía. Su tarea y función era cuidar de su familia y ocuparse de las tareas domésticas, hecho que se alejaba mucho de practicar el deporte y sobretodo de representar a nivel mundial a su país puesto su incapacidad respecto al hombre, hecho que como citamos anteriormente en países de credo islamista ha sido una realidad hasta hace menos de un lustro (Bachelet, 2012).
Frases que reflejaban el pensamiento de Coubertin promovieron un pensamiento que desgraciadamente aún es latente en nuestra sociedad. Hablamos del falso mantra de que “el deporte masculiniza a las mujeres”. En muchas y diversas ocasiones se ha dicho que las mujeres que juegan a deportes concretos como el fútbol o el baloncesto y, por ende, a deportes asociados socialmente a estereotipos de género, son “marimachos” o “bolleras”. Incluso podemos observar como entre los aficionados asiduos a algún deporte hay una discriminación latente, mediante la cual la opinión de la mujer no tiene validez, como podemos extraer del siguiente fragmento fruto de la investigación realizado por Vega (2016) sobre violencia relacionada con el deporte. Este ejemplo puntual es extraído de una entrevista a una mujer abonada en preferente en el club de fútbol Nàstic de Tarragona:
Entrevistador: ¿Y en sentido más general, en cuanto a los valores del deporte crees que hay machismo en el fútbol?
Entrevistada: Sí, sí que hay… Porque yo por ejemplo, yo te digo según lo que yo…
Entrevistador: Sí, es tu percepción personal…
Entrevistada: Yo reconozco y lo reconozco que no sé de fútbol como mi padre sabe o como mi hermano que tiene 32 años sabe, pero… yo voy con 6 hombres o 7, bueno de muchas edades, eh, pero bueno, son hombres todos y no me meten dentro de la conversación sabes, es como… y por ejemplo yo me conozco todos los jugadores, me sé quién se va, a quien han fichado a quien no van a fichar, quién juega en cada lado, porque soy un poco freak del Nàstic, entonces, me gusta mucho… y ellos no saben nada pero ya no me meten porque es como que se creen que es una moda que me está viniendo ahora…
Entrevistador: Y ¿cómo te sientes en ese sentido?
Entrevistada: Me da rabia, porque creo no es justo que además cuando lo dices a la gente y dices… que… eres muy del Nàstic, o por ejemplo, cuando juega el equipo que sea, porque a mí es un poco raro… pero, no me gusta ver el Barça o el Madrid, me gusta ver equipos que juegan y ya está, porque ver el Barça lo considero aburrido porque siempre, es como que tienen todos el mismo juego, ganan y ya… o ver el Madrid es como que son los líderes y ya, me gusta ver el juego del fútbol, sabes… porque desde pequeña mi hermano jugaba al fútbol y desde los 3 años ya estoy viendo partidos y me gusta el juego y la gente como que no se lo cree, es como cuando digo “m’encanta el futbol” y la gente ya bueno te gusta pero… y me siento como que al final, les digo vale pues me gusta… pero no creo…
En otras ocasiones se ha tenido incluso que escuchar por parte de los aficionados contrarios “eres una puta”, calificativos que dejan en evidencia la utilización del lenguaje como reflejo de una construcción social basada en unos valores sexistas, como ya vienen defendiendo las tesis posmodernistas (Cabruja, 1996; Robledo & Cano, 2009), y que sirven para dejarle claro a la mujer su función sexual o bien que su práctica en el mundo deportivo la aleja del ideal femenino y se asocia a una suerte de ser atávico, de prostituta lombrosianaque presenta las características más primitivas de ambos sexos (Ferrero & Lombroso, 2010).
Es en el siglo XXI cuando el panorama de los juegos olímpicos empieza a cambiar, pues como ya se ha mostrado ex ante hay una mayor participación y presencia femenina tanto en el deporte como en los JJOO.
5. Los diez pecados heteropatriarcales de los JJOO de Río
Los JJOO de Río, han sido protagonista de distintos y varios titulares. Ello es debido a que nuestra sociedad está cada vez más inserta en el denominado ámbito de la sociedad digital, donde el ente social se transforma en cyborgy las noticias quedan grabadas en el subconsciente colectivo hasta la posteridad (Margalef y Silva, 2016). Ejemplo de ello es que las RRSS se han hecho eco del fuerte carácter sexista que estos juegos han tenido a través de las noticias que los retransmitían.
Desde un ataque directo a partir de un titular en el que se destacaba el sobrepeso de una portera de balonmano adornado con emoticonos de una hamburguesa, patatas fritas y la cara de un gato riéndose (Ilustración 1), pasando por la utilización de una imagen de Mireia Belmonte en la cual ésta está un poco inclinada delante de un cuerpo de un nadador masculino que está totalmente de pie y en el que se induce a nuestro subconsciente lúbrico a dar rienda suelta (Ilustración 2) o buscar hacernos aficionados a un deporte gracias a las curtidas curvas de una jugadora de Volley (Ilustración 3).
Autores como Vázquez afirman que el cuerpo de la mujer tiene una función social asociada a la seducción del hombre y la reproducción, un hecho que provoca que mientras que el hombre cultiva su propio cuerpo para sí mismo y es su potencial de acción, la mujer lo oriente hacia el hombre o sus hijos (Buñuel, 1992; Vázquez, 1987). Si bien es cierto que en pleno apogeo del patriarcado esta política de lo físico regía los cuerpos de ambos géneros, también lo es que la mujer ya no practica deporte, va al gimnasio o se viste y maquilla para gustar a su pareja u otros hombres, sino para gustarse a ella misma o simple y llanamente para sentirse mejor con ella misma. Realidad, esta última, que pone de manifiesto la paulatina emancipación de la mujer y la crisis del patriarcado (González, 2016). Incluso poniendo nuestro objetivo aún más allá, siguiendo los postulados de Donna Haraway en suSimians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature (1991) podríamos hablar del fin del género como medio discriminatorio y el nacimiento de un nuevo individuo, el denominado “cyborg”, Bañadores ajustados donde la mente todo penetra, pantalones opresores que dejan que sobresalir los glúteos de lascivas maneras o tops que solo cubren lo necesario para no escandalizar al retrato del público recatado frente a ropa desahogada que permite que no te sientas enclaustrado en una ataúd textil.
6. El género como mecanismo Macro-Transgresor
Ahora bien, llegados a este punto, hemos de pensar en los diferentes factores que han propiciado estas diferencias tan notables que incluso la misma Muguruza ha reconocido recientemente (EP, 2016). Podemos pensar ateniéndonos a los microcosmopolitismos sociales de cada país que dependiendo del sustrato sociocultural de cada uno esto se puede ver potenciado. Así, vemos como Brasil siendo un país cuya ficha de promoción pasa por la belleza femenina de lujuriosas curvas, la samba y el fútbol poco podrá favorecer apriorísticamente la igualdad de género en un evento mundial como son los JJOO a pesar de haber comités encargados de reglar estos menesteres. Por otra parte, podemos observar como los diferentes sponsors y los presupuestos nacionales divergen notoriamente en tanto a la cifra de inversión de los equipos masculinos y femeninos, siendo los últimos los que se han demostrado más efectivos en los medalleros en los últimos dos JJOO. Podemos aglutinar estos y otros tantos factores más en el leviatán patriarcal y aunque éste en determinados sectores del globo empieza a debilitarse, señalarlo sin más poco beneficio dará para con la realidad cotidiana.
Las obligaciones de cambio, el mecanismo macro-transgresor por el cual todo debe comenzar es la educación. El habituseducativo, tal como Bourdieu y Passeron postulan (1977), viene estructurado por una serie de pautas que la sociedad imperante va tejiendo en su imaginario colectivo. Así pues, estando en un mundo globalizado, hemos de usar esa mente colmena para generar una alineación letal que lleve al éxito de forma paulatina a las cohortes venideras. No hay una marmita dentro de la cual se encuentre la panacea suprema a la que acudir en busca de la solución última, todo pasa por un constante esfuerzo, por una carrera de fondo donde hay que establecer una buena base física para que en los momentos de prórroga las piernas aguanten. Así lo han demostrado las diferentes olas feministas, aunque algunas hayan terminado por desvirtuarse (Silva, 2016). Por tanto, se han de dejar de lado los actos consumistas cosificadores que prostituyen la imagen de la mujer concienciando a mujeres y hombres desde la infancia a que el dogma de la igualdad no es solo un aspaviento etéreo, sino una auténtica base de su habitus educativo. Adiós a los juegos de princesa para niña y a los coches de bombero para niños (Rubio, 2015), los mensajes indirectos de caras de niño en herramientas de juguete o de niña en cocinas o material de limpieza de juguete, hasta nunca al no podrás prosperar en una carrera científica porque la academia no aporta oportunidades a la mujer (Buedo, 2015) o a tener menos proyección en un deporte por el mero hecho de no haber nacido varón (EMAKUNDE, 2012). Al igual que el varón debe aprender que su derrota no es peor que la de una mujer, que no es ninguna desviación saber realizar labores domésticas o que la mejor compañera en un puesto directivo puede ser una mujer.
Poco a poco, estableciendo mediante materiales didácticos, prácticas psicoeducativas, trabajos de sensibilización, juegos de conciliación y un largo etc. Los niños crecerán en un ambiente neutro, donde la cuestión del sexo no será un elemento discriminatorio para determinar que funciones, tareas o proyecciones se pueden tener. Más todo ello pasa por un constante trabajo también sobre los adultos que habitan en el entorno social, puesto que si todo el trabajo realizado en la esfera escolar es neutralizado en casa, en los medios de comunicación, en el marketing, etc. Habrá sido todo en vano. Es preciso trabajar mediante un sistema bioecológico (Bronfenbrenner & Ceci, 1994) que permita abordar la problemática desde todos los prismas y esferas posibles. Es aquí donde las políticas públicas a nivel internacional deberán tener mano férrea y no temblarles el pulso a la hora de regular con la idea de igualdad. Y, ojo al dato, hablamos de igualdad, que no de tesis de caballerosidad (Pollak, 1950; Rutter & Giller, 2000), ni de sobreprotección a la mujer. Igualdad en puridad en todos los sectores sociales. Así, y solo así, conseguiremos equiparar la balanza y que una mujer no se vea coartada a la hora de elegir uno u otro uniforme a la hora de competir en una disciplina deportiva, ni haya debate alguno sobre ello. Se acabarán las interpelaciones machistas y hembristas y desaparecerá la construcción dañina y ociosa del lenguaje generador de entidades desviadas o de géneros estigmatizados en uno o variados ámbitos.
7. Conclusiones
Como se ha hecho latente a lo largo de todo el artículo, actualmente la mujer es la sombra del hombre en el mundo del deporte. Inversiones de los clubes desiguales, comentarios machistas por los aficionados que afectan tanto a mujeres como a hombres, menor repercusión social, poca cobertura mediática y un largo etcétera que únicamente pone de manifiesto la situación de desigualdad de la mujer frente al hombre en otra de las esferas de la vida pública. La crisis del patriarcado es evidente, pero las actuales medidas por parte de las instituciones públicas, federaciones o de la sociedad general son insuficientes cuando hay sentimientos de discriminación directa e indirectamente direccionados a las deportistas amateursy de élite o cuando una competición como los JJOO está teniendo más atención por los titulares de los medios de comunicación que por los méritos conseguidos por nuestros competidores.
Debemos alejarnos del machismo, pero también del hembrismo, y apostar por el feminismo. Así pues, mientras el machismo y hembrismo apoyan la superioridad de su género, el feminismo se basa en la búsqueda de la igualdad de ambos, hecho que sin duda tanto en el deporte como en otros aspectos sociales, culturales, económicos, etc. Ha de ser el objetivo a perseguir.
Tras todo lo anteriormente versado, creemos necesario e imprescindible que la Criminología se sumerja también en el deporte como ámbito de estudio (Serrano, 2016). Como ciencia multidisciplinar se podrá conocer la realidad social, pero también institucional que precede desde un punto de vista más complejo, hecho que más allá de permitirnos realizar estudios empíricos, nos guiará a poder formular soluciones. Dichas soluciones en forma de directrices para políticas públicas, de orientación en clubes abarcando tanto a entrenadores como jugadores o incluso a miembros de la federación como los árbitros, son alternativas que son la punta del icebergde las posibilidades de la Criminología en éste ámbito. Algunas de estas se han intentado poner en marcha, como en el proyecto Praeventio et Protectio (Alvarez et al., 2015), una innovadora iniciativa por parte de estudiantes de Criminología de diversas universidades españolas que se basaba en una intervención en un club de fútbol de segunda división atendiendo multifactorialmente tanto a la cantera como cuerpos directivos, pero también a los padres de los jugadores, haciendo especial énfasis en los menores de edad. Este proyecto se fundamenta en la idea de prevenir tanto situaciones de desigualdad o discriminación, actos antisociales o de violencia, promoviendo tanto valores basados en el fair play como ayudando a crear estructuras internas igualitarias facilitando el fortalecimiento de lazos prosociales (Hirschi, 1969).
Pedantería aparte, destacando el papel necesario de la Criminología, somos conscientes que ésta tampoco tiene el poder de la solución última, sino que necesita de la concienciación y colaboración social e institucional, pero sea como fuere creemos que es el engranaje clave para que la macroestructura comience su funcionamiento.
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1C.F. Benifallet; C.F. Gandesa
2Otros ejemplos paradigmáticos podemos verlo en el pseudónimo impuesto al futbolista Lionel Messi como “D10S” por su excelente talento o a Cristiano Ronaldo como “El Bicho” por su inestimable portento físico.
3En estos programas podemos encontrar titulares altamente hirientes ante deportistas sobre todo el mundo del fútbol masculino, mientras que no encontramos alusiones ni secciones donde se dedique tiempo a la crítica femenina.
Estudiante de Criminología en la Universitat Oberta de Catalunya, ex-representante de la Universitat Oberta de Catalunya en la Sociedad Interuniversitaria de Estudiantes de Criminología (SIEC), colaboradora de CyJ y ex jugadora de fútbol femenino.